No había necesidad de apurar la marcha más que para mantener el calor. Debió imaginar que haría frío fuera antes de salir. No escuchaba ya los gritos de sus hermanos, estaba demasiado lejos de casa y ni el murmullo de los grillos en la oscuridad perturbaba el ritmo de su respiración. Para esas alturas Emma ya debió haber notado su ausencia y debía de estar dando vuelta por los alrededores buscandolo. Eso solo lo animó a correr más lejos.
No quería escuchar el llanto lastimero de su hermana ni sentir sus brazos al rededor diciéndole que todo estaría bien. Tal vez, solo tal vez había robado la mermelada de los vecinos porque quería que Noah le gritara, porque quería escapar de las balas y sentir el corazón saltando en el pecho. Porque estaba ansioso de que algo lo golpeara de frente y lo hiciera sentir con vida.
Pero de nuevo se encontraba con la oscuridad y el silencio.
Alcanzó a distinguir un árbol a orillas del camino con la mínima luz de las estrellas. Le sorprendió no haberse desviado y chocado con uno antes, incluso corriendo a ciegas no lograba hacerse daño.
-Tal vez pueda quedarme aquí hasta que mis hermanos se olviden de mi - dijo sentándose a los pies del árbol. - si voy a vivir fuera de casa, al menos me hubiera gustado llevarme mi cuaderno de dibujo.
Entonces recordó dónde lo había dejado. Guardado en la mesa de noche de la habitación de su madre. De pronto todos sus planes de vivir como forastero se fueron a la basura, nunca podría dejarla a ella atrás. Aunque su vida de proscrito terminó antes de comenzar, decidió que por esa noche no quería volver para encontrarse con sus hermanos mayores. Pasaría la noche durmiendo bajo aquel árbol y bajo el cuidado de su propia suerte.
* * *
Lo despertó el frío húmedo de la mañana cuando el cielo apenas aclaraba. Una familia de ardillas se había instalado en un hueco de la base del árbol muy cerca de él, los despertó a todos cuando estornudó con estrépito.
-Lo siento - se disculpó sin darle mucha importancia a los animalitos porque algo a varios metros de distancia se había llevado su atención por completo.
Escondió en medio de unos arbustos silvestres, se alzaba un grupo de tiendas de lona y caña de colores deslavados. Un fino rastro de humo subía hasta el claro cielo hasta perderse y el olor de la carne ahumada le llegó al muchacho haciéndolo recordar que ayer había salido de casa sin cenar.
De todas las cosas imprudentes que había hecho hasta el momento, irrumpir en un campamento sería la más peligrosa de todas. Quién sabe qué tipo de personas lo ocuparían o si serían tan amables de perdonar a un muchacho fisgoneando. De todos modos no lo pensó demasiado y antes de que pudiera imaginarse las mil razones que le daría su hermano Noah para retroceder, Keith ya estaba caminando a paso veloz hacia las tiendas.
Se llevó una decepción cuando llegó hasta la fuente del humo y vio que la fogata era del día anterior. Ya no quedaba de la carne más que el olor y algunos trozos de pan cubiertos de cenizas. Keith se acercó de todos modos a atrapar con sus manos el poco calor que quedaba en el aire pero sin sentir ningún alivio. Los pájaros acababan de despertar anunciando con su canto la hora más fría del día.
Keith miró a su alrededor en busca de alguna manta con la que cubrirse la espalda, pero nada. Consciente de que estaba pasando todos y cada uno de los límites, avanzó hasta una de las tiendas más pequeñas y descorrió la lona.
El aire se conservaba tibio dentro del lugar provocando una sensación tan placentera que lo hizo estremecer. El muchacho entró a la tienda de prisa para que el calor no se escapara mientras se frotaba los brazos. Apenas tenía espacio para moverse y en algunas partes tenía que agacharse para no rozar con la cabeza, pero a Keith le pareció un lugar muy acogedor para pasar un par de horas antes de volver a casa. Se sacó los zapatos y abrió la manta de la mullida cama a su derecha. Pero no se esperaba encontrar en ella a aquel joven durmiendo plácidamente.
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Golden
FanfictionLa tierra está llena de secretos, y solo quienes son lo suficientemente valientes para arriesgarlo todo serán dignos de descifrarlos. Keith ha crecido en la salvaje tierra de Texas de los años cuarenta, lejos de todo y de todos. A sus quince años c...