Pero el saber su nombre no lo dejaba más tranquilo, ahora los unía en una cierta cercanía en la que Keith no sabía si avanzar o quedarse a prudente distancia. "Lotor..." murmuró muy despacio mientras jugaba con los botones de su camisa y se miraba los pies.
-¿Vas a quedarte ahí parado? – lo escuchó decir desde lejos. El menor levantó la vista y descubrió que aquel hombre ya no se encontraba a su lado, sino que lo llamaba desde la entrada de un laberinto de rosas y le hacía señas para que lo siguiera. Así que con todo lo incómodo que se sentía y el mundo aún dándole vueltas, emprendió el camino para seguirlo por el estrecho sendero en el más absoluto silencio.
-¿Te llamas Keith? – comenzó a decir. Él asintió con la cabeza. – estuve hablando con Shirogane en la sala de conferencias, dijo que había venido con un nuevo asistente muy sobresaliente.
Y las mejillas del azabache se encendieron de vergüenza, odiaba que hablaran de él.
-Dijo que eras diferente, especial.
-No voy a contagiarlo. – respondió a la defensiva, a lo que Lotor se echó a reír.
-Sí que eres interesante, Keith. Si voy a perderme dentro de un laberinto, me alegro de que sea contigo.
-No vamos a perdernos, sé cómo salir.
-¿Ya habías estado en este lugar? – preguntó el mayor con sorpresa. El muchacho no parecía la clase de persona que estaba acostumbrada a los hoteles o a lugares con tanta gente como estos. De hecho ni siquiera estaba seguro de que estuviera acostumbrado a la gente del todo. Pero no tuvo más tiempo de seguir con sus cavilaciones, Keith lo miraba desde abajo solícito, esperando su aprobación para comenzar a hablar.
-Los laberintos están diseñados de manera lógica, solo hay que seguir un patrón para aprenderse el camino. – dijo Keith. – cualquiera puede salir de ellos sin problema.
Lotor le sonrió satisfecho, aquello era más de lo que había esperado. Y a medida que avanzaban por el laberinto más se adentraba en los laberínticos rincones de la mente del azabache quien, a pesar de no conocerlo, había encontrado en Lotor una agradable compañía.
Le contó más de lo que esperaba contar, más de lo que alguna vez le había contado a alguien que no fuese Lance. Le habló de su familia o de lo que quedaba de ella. De su vida en Texas y cómo es que había cambiado tanto de un momento para otro. Le habló de lo mucho que le gustaban los libros de ciencia y literatura. De las miles de historias que Lance y él habían leído por las noches antes de irse a la cama, y de cómo sus favoritas siempre habían sido aquellas en las que el amor triunfaba por encima de todo lo malo del mundo.
-¿Te gusta tu vida en el campamento?
-soy muy feliz ahí. –Respondió Keith.- aunque a veces los pervertidos no me dejan dormir.
Lotor abrió los ojos de par en par. En serio no se esperaba aquello. Pero ya hablaría con Shirogane en otro momento sobre la seguridad de su pupilo, ahora tenía cosas más importantes de las que encargarse.
-Keith. – Lo llamó.- ¿No tienes idea de quién soy, cierto?
-Lance dijo que era quien financiaba gran parte de los estudios de la comunidad científica. – le respondió Keith. Después de un rato caminando habían llegado hasta el centro del laberinto, un hermoso paraje con una pérgola de madera adornaba con más rosas blancas. Se sentaron en las bancas para descansar y mirar al cielo nocturno. Una ráfaga de viento helado les alborotó el cabello y la ropa haciendo temblar al azabache. Lotor estaba a solo unos centímetros de su cuerpo, pero decidió mantener la distancia. Por mucho frío que tuviera, no se acercaría. Los pervertidos le habían enseñado a mantenerse a una distancia prudente de todo lo que no conocía.
ESTÁS LEYENDO
Golden
FanfictionLa tierra está llena de secretos, y solo quienes son lo suficientemente valientes para arriesgarlo todo serán dignos de descifrarlos. Keith ha crecido en la salvaje tierra de Texas de los años cuarenta, lejos de todo y de todos. A sus quince años c...