Lance volteó el cuaderno para que Keith pudiera verlo por sí mismo. En el centro de la hoja color crema estaba dibujado un extraño objeto de bordes redondeados que daba la impresión de no tener cuerpo, como si pudieras pasar la mano a través de él. No era tan original ni extraordinario como sus otros dibujos, incluso compartía la hoja con varios garabatos y trazos sin sentido. Keith no entendía a qué se debía la reacción del moreno.
-Solo es algo que vi por ahí. - le respondió encogiéndose de hombros. Lance apretó un poco más el cuaderno en sus manos y respiró para calmarse.
-¿Dónde exactamente lo viste?
-¿Para qué quieres saber? - preguntó con el ceño fruncido.
-Keith, si estoy en lo correcto, esto es lo que hemos estado buscando Shiro y yo todo este tiempo. - le dijo una vez había dejado el cuaderno para tomar al menor por los hombros. - esto es increíble, es... Solo espera a que le cuente a Shiro.
Lance se movió tan abruptamente que volcó una de las sillas junto a Keith y además se le escaparon algunas hojas del cuaderno. Keith las recogía al vuelo y sin dejar de prestarle atención al mayor que por poco saltaba de alegría. Quizá fueron sus dibujos cayendo al suelo lo que lo hizo enojar tanto. Ver su trabajo ignorado y verse a sí mismo alejado de todo cuanto estaba pasando, lo detestaba.
Luego de sentir que gritas y gritas sin que nadie te escuche terminas cansandote de las personas y quedándote en silencio. El silencio era un gran aliado de Keith, uno que no precisaba de mayor esfuerzo que el de esconderse de todos a su alrededor. Pero justo cuando pensaba que así sería el resto de su vida, apareció Lance y lo escuchó. Escuchó cada tontería que se le venía a la mente y sus palabras mal leídas.
Luego, escuchó también su silencio.
Porque había miles de cosas para las cuales no tenía palabras suficientes para describir. Pero ahí estaba, leyendo entre líneas e interpretando las miradas, las sonrisas, los roces.
No iba a dejar que lo dejase de lado. No él.
-Aún no sabes dónde está. - dijo el muchacho apretando en los puños las hojas de papel. Lance dejó de celebrar solo un momento para mirarlo confundido. Keith permanecía de pie, muy serio y con algo diferente en la mirada. Una tristeza tan honda que lo hacía dar un paso atrás y preguntarse cómo era posible que alguien viviera cargando con tanta soledad.
-Pero, vas a decirme... ¿cierto?
-¿Por qué tendría que decírtelo? Tú ni siquiera me cuentas de qué se trata su dichosa investigación. - respondió Keith cruzándose de brazos. A Lance se le abrió la boca de la pura impresión. El muchacho se estaba vengando, y al parecer el hecho de ser su primera vez lo hacía ser más cruel que cualquiera.
-Pero eso es diferente, ¡No es culpa mía!. - dijo el moreno con un ligero toque de desesperación en la voz. - no puedes hacerme esto, Keith.
-Ustedes tienen su secreto. - sentenció el menor, ahora dándole la espalda. - yo también puedo guardar uno para mí.
Entonces Lance se acercó, lo suficiente como para rodearlo con los brazos y dejar su barbilla apoyada sobre su cabeza. Keith sintió su cuerpo tibio contra su espalda y el calor subiéndole a la cara. El estómago le dio un vuelvo cuando Lance le habló casi en un susurro. No se sabía cuál de los dos estaba más desesperado.
-Keith... - lo llamó el más alto. - estamos hablando del trabajo de nuestras vidas, necesitamos que nos digas dónde está lo que dibujaste.
-N-no lo haré. - respondió Keith, molesto, pero sin moverse ni un centímetro de su lugar entre los brazos de Lance.
-Haré lo que tú quieras. - dijo, presionando un poco más las manos contra las caderas del menor. - haré cualquier cosa que digas si me dices dónde lo encontraste.
Keith se mordió el labio inferior y se quedó en silencio por unos segundos. Lance ya estaba cantando victoria, pensando que tenía al chico justo dónde lo quería y que solo tendría que cumplir con uno que otro favor. Conociendo a Keith, seguramente le pediría que le enseñase a hacer elefantes de origami o que le cediera el postre por un mes. Nada que no pudiera manejar.
Solo se dio cuenta de lo cerca que estaba cuando el azabache se dio vuelta para quedar ser frente y lo tuvo a solo un par de centímetros de su cara. Tan cerca que incluso el cabello del flequillo le rozaba la frente y le hacía cosquillas. Se hizo un atado de nervios e intentó alejarse, pero era demasiado tarde. En algún momento, seguro durante los extensos ratos que se podía pasar pegado en los ojos violeta de Keith, este lo había agarrado por la camisa, cortando cualquier huida y el respeto por el espacio personal.
Lance tragó saliva ruidosamente, cuando los pálidos labios del menor se abrieron para hablar.
-¿Lo que yo quiera?
-L-lo que tú q-quieras...
-Vale... - dijo Keith, inclinándose tanto que Lance llegó a cerrar los ojos esperando un beso que nunca llegó. Keith se había puesto de puntillas hasta llegar a su oído para hablar. - quiero que me digas qué está pasando y porqué necesitas eso que está en mi cuaderno.
-Ya te dije que no puedo, Keith. - dijo Lance recuperando el aliento.
-Bien... - dijo el muchacho soltándolo tan abruptamente como lo había agarrado para comenzar a caminar rumbo a la tienda de Lance. - puedes perder todo el tiempo que quieras buscándola por tu cuenta.
No alcanzó a dar más de diez pasos cuando escuchó la voz de Lance gritando a sus espaldas
-¡ESPERA! - Keith se detuvo para mirarlo de reojo. El joven se había quedado de pie con el ceño fruncido y apretando la mandíbula. Tardó demasiado en hablar, pero Keith tenía todo el tiempo que fuera necesario para esperar una respuesta. - te lo contaré.
* * *
-¿Por qué estamos debajo de las mantas? - dijo Keith mientras sostenía con el brazo le tela que le aplastaba la cabeza. -Lance, ¿me estás escuchando?
Pero Lance miraba a todas partes con la cabeza por sobre las cobijas asegurándose de que nadie estuviera cerca para escucharlos. Lo que parecía un poco imposible ya que Shiro había salido en el coche al pueblo y se habían preocupado de sellar bien la tienda antes de entrar. Con todo y eso, el mayor estaba tan nervioso como si fuese a cometer el peor delito de todos.
Pegó un salto cuando sintió una de las manos de Keith posándose en su rodilla. El menor saltó también por el susto que le provocó, y todo se volvió aún más ridículamente misterioso cuando finalmente Lance se decidió a esconderse por completo bajo las mantas.
-No puedo verte. - le dijo Keith.
-No es necesario.
-No me gusta escucharte y no ver. - entonces el mayor le tomó las manos para ponerlas sobre sus mejillas y los dedos de Keith exploraron su tersa piel.
-¿Mejor ahora? - preguntó. Keith asintió avergonzado. Se preguntaba si el resto del cuerpo de Lance sería tan suave como su cara.
-¿Vas a decirme qué buscan aquí Shiro y tú? y por qué estamos escondidos en tu cama... - dijo solo para distraerse de aquella sensación que afloraba en su vientre cada vez que estaba a solas y tan cerca de Lance.
El mayor asintió con la cabeza, Keith pudo sentirlo a través de sus manos. Y con la voz susurrante que se agolpaba en las paredes de tela, le dijo:
-Estamos buscando la piedra filosofal.
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Estoy a cinco minutos de salir del trabajo y aprovecho de subir lo que tenía escrito :v porque estoy sola en el laboratorio y... ¿Por qué no? Espero que les haya gustado, es un poco corto, I know, pero pasado mañana estará el siguiente :D
Los amo con todo mi corazón, son unas personitas muy importantes en mi vida <3
bai
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Golden
FanfictionLa tierra está llena de secretos, y solo quienes son lo suficientemente valientes para arriesgarlo todo serán dignos de descifrarlos. Keith ha crecido en la salvaje tierra de Texas de los años cuarenta, lejos de todo y de todos. A sus quince años c...