XV

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Le llevó un par de segundos procesar lo que acababa de oir, aunque cuando cayó en cuenta de que tenía al menor sentado a horcajadas sobre su entrepierna, hubiera preferido no saber de qué estaba hablando. Recordó el incidente de la tienda en el que había tenido al azabache tan cerca y tan suyo. ¿Cómo olvidarlo? si lo repasaba casi cada noche sin poderse convencer de que había sido real. Y ahí estaba de nuevo. Keith mirándolo con ojos llenos de deseo y su aliento caliente dibujandose en la oscuridad de la noche.

-Por favor no hagas esto. - le dijo el mayor. Que a duras penas se acomodaba sobre sus codos en el duro suelo. - no lo haré.

-¿Por qué no? - dijo Keith frunciendo el ceño y ya sin rastro de ansiedad. De un segundo a otro todo en su interior había dado un vuelco para convertirse en frustración e ira. - ¿Por qué no, Lance?

-No vinimos a eso.

-¡Pero podrías hacerlo de todos modos! - le respondió alzando la voz al tiempo que lo agarraba por la camisa con desesperación. - ¡pensé que te gustaba!

-No se trata de eso, Keith.

-¡¿ENTONCES QUÉ ES?!

-Solo no es el momento... ¿Quieres bajar la voz? vas a atraer a todos los coyotes. - dijo Lance tomándole las manos a Keith. Solo entonces se dio cuenta de que estas temblaban, más pálidas ahora que se cerraban con fuerza en la tela de la camisa. El menor ya no lo miraba enojado, una lágrima le rodaba por la mejilla. - Keith, no llores.

-Nunca es el momento... y nunca logro ser suficientemente bueno. - dijo Keith. - no importa cuánto me esfuerce, nunca voy a estar al nivel del resto.

-Keith, no...

-Y es una mierda. Justo cuando crees que lo consigues te das cuenta de que ni siquiera terminas de entender... a las personas, y a las cosas increíbles que ellos pueden hacer y tú no... Maldita sea, ni siquiera entiendo lo que siento. - dijo llevándose las manos al pecho. - ¿No quieres tocarme porque tengo... autismo?

Lance abrió los ojos de par en par, convirtiéndose en presa de la culpa. ¿Había escuchado la conversación que había tenido con Shiro? También era posible que Keith estuviera al tanto de su condición desde antes. Pero sin importar cual haya sido el caso, siempre llegaba a la conclusión de que nadie debería sentirse así nunca.

-¿Es porque soy diferente?

-Es porque eres especial. - le respondió mientras le secaba una lágrima con el pulgar. - Eres lo más increíble que me ha pasado, Keith. Y no quiero que la primera vez que... estemos juntos, sea porque nos escapamos en medio de la noche. Quiero hacer las cosas bien contigo, ¿Entiendes?

-Eso creo... - respondió Keith, haciéndose hacia atrás para que Lance pudiera sentarse y quedar a su altura. Sintió su mejillas arder en llamas cuando creyó entender a dónde iba lo que el mayor le decía. -¿Entonces... v-vas a ca...casarte conmigo?

Y por mucho que intentó comportarse y mantener la seriedad que la situación merecía, Lance terminó lanzándole los brazos al cuello al azabache mientras reía a carcajadas. Ahora quien lloraba era él, aunque de risa y sin poder soportar la ternura que el menor le provocaba con tan solo estarlo mirando en la forma en que lo hacía. Keith se quedó pasmado al principio, pero terminó acurrucándose en el pecho del mayor y abrazándole también.

-¿Cómo puedes decir que no eres suficiente? Dios, Keith... eres maravilloso.

-No respondiste mi pregunta, Lance, ¿Nos casamos o no?

-Bueno... tendría que pedirle permiso a tu familia y esperar a que cumplieras la mayoria de edad. Sin mencionar que dos hombres no pueden estar casado por la ley. - dijo encogiéndose de hombros. Al ver que un puchero comenzaba a formarse en los labios del menor, añadió. - pero lo solucionaremos.

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