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Si ya lo miraba con desconfianza desde una distancia razonable, se espantó mucho más cuando vio que Keith se acercaba rápidamente al lugar en el que estaba trabajando. Lance acababa de guardar los utensilios de plata y ahora se limpiaba las manos en un trapo blanco. Keith lo miraba imperturbable mientras esperaba que terminase con lo que hacía para hablarle.

-¿Qué estás mirando, pervertido? - le dijo tirando el paño sobre un escritorio a su lado. Keith meneó la cabeza y se mordió los labios un instante antes de contestar.

-¿Qué es un pervertido? - Lance no daba crédito de lo que estaba escuchando, sabía que Keith era muy extraño y posiblemente un marginado o fugitivo, pero no se esperaba que fuera tan lento. Dudó en responder, sospechando que el menor se estaría burlando de él. Sin embargo, Keith no parecía ser el tipo de personas que hacen bromas, o más bien del tipo de personas con sentido del humor.

-Alguien que se te acerca con malas intenciones. - le respondió Lance

-¿Cómo un coyote? - inquirió Keith llevándose una mano a la barbilla. El moreno parpadeó atónito.

-¿Qué? No, no como un coyote. Yo hablo de... - intentó explicarse, sin poder creer que estaba llevando una conversación así con un completo desconocido. Había decidido que Keith era irremediablemente idiota y que no valía la pena describir a un pervertido o cualquier otro término para el muchacho. - ¿Sabes qué? da igual, está bien si quieres creer que un pervertido es como un coyote.

Keith asintió con la cabeza algo incómodo, algo en su interior le decía que aquello no estaba bien

-¿Qué quieres? - le dijo Lance, esta vez decidido a ir al punto.

-Tienes que ir a comprar algo al pueblo. - respondió el menor extendiendo la lista de compras hacía Lance, quien se la arrebató de las manos lleno de indignación para guardarla en el bolsillo de sus pantalones.

-¿Ahora también me das órdenes?

-Shiro me pidió que te acompañara.

-No le digas Shiro. - soltó Lance con molestia. - solo yo puedo llamarlo así

-Quiere que vaya contigo... - repitió Keith, esta vez con las mejillas sonrojadas y mirándose los pies, aun descalzos. Lance lo miró de pies a cabeza y con los brazos cruzados sobre el pecho, ese chiquillo se traía algo raro entre manos, algo con Shiro, con SU Shiro.

-Pues no quiero que me acompañes - terminó diciendo y abrió uno de los cajones del escritorio donde, entre varios papeles raídos, había guardado un saquito de tela. Lance lo sacó y las monedas resonaron. Se lo guardó también en el bolsillo y dio media vuelta para empezar a caminar.

-¿Qué le digo a Shiro entonces? - dijo Keith pegando su mano a su boca para amplificar su voz. Lance seguía sin mirar atrás.

-Dile que me perdiste de vista.

-No deberías desobedecerlo.

-!No me digas qué hacer!

-¿Sabes cómo llegar al pueblo? - dijo el chico de cabello negro. Fue entonces que Lance se detuvo de golpe, cayendo en cuenta de que estaba en medio de un lugar inhóspito y hostil y con varios kilómetros de llanura por donde quiera que mirase. Un ave pasó graznando sobre su cabeza y una bola de polvo ramas pasó rodando frente a sus pies. Pudiera haber pasado todo el día o bien la semana entera intentando encontrar el pueblo y no hubiera sido capaz de ubicarse. - ¿No sabes, cierto?

-Cállate... - murmuró Lance de mala gana, incapaz de aceptar su mala suerte.

-Puedo llevarte. - ofreció Keith, quien de pronto había llegado a su lado y se quitaba de la cara un mechón de cabello lacio. Lance frunció en ceño y lo pensó por un instante.

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