XXVII

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Luego de tanto andar por los jardines, las luces de la recepción lo deslumbraron al entrar al hotel. La multitud que antes lo había tenido atrapado, se hallaba dispersa y ahora se dirigía hacia el segundo salón habilitado para la fiesta, la sala de conferencias. Keith y Lance ocuparon una de las esquinas convenientemente cerca de la mesa de bocadillos. Lotor se sentó en uno de los asientos en primera fila reservados con antelación para él y todas las personas de mayor renombre que asistían al encuentro. En el centro de todo, ocupando su lugar en el escenario, estaba Shiro.

Lucía Nervioso, ansioso y emocionado, tanto no paraba de cambiar el peso de su cuerpo de una pierna a otra. Buscó a sus alumnos con la mirada y Lance levantó los pulgares en señal de aliento. Todo estaba listo para comenzar.

-Buenas noches, quiero agradecerles a todos por estar aquí. Lo que están a punto de ver cambiará el rumbo de la humanidad.

En la sala solo se oían las respiraciones de los presentes y el sonido de las sillas crujiendo bajo su peso. Los pasos de Shiro provocaron eco al caminar hasta la mesa que habían instalado sobre el escenario. Descorrió la sábana blanca que la cubría a ella y la una enorme caja de cristal. La gente del público se adelantó unos centímetros para ver mejor mientras exclamaban con asombro. Todos querían ver el extraño objeto que descansaba dentro de las cuatro paredes transparentes, todos excepto Lance y Keith, quienes lo hubieran reconocido hasta con los ojos cerrados. La piedra filosofal estaba a la vista de todos por primera vez en siglos y ellos no podían hacer más que mirarse el uno al otro en busca de alguna explicación.

-Acaso Shiro... - comenzó Keith.

-Así parece.

-¿No se suponía que era peligrosa?

-Shhh... va a decir algo más.

Luego de comprobar la reacción del público, Shiro se aclaró la garganta y comenzó su explicación. Quizá fueron los nervios o las muchas ganas que tenía por compartir aquello que tanto amaba lo que lo cegó. Sea cual fuere el motivo, el joven acababa de confundir todo. Resultó que las caras no eran de asombro ni los murmullos causados por la curiosidad, eran burlas y ceños fruncidos al saberse perdiendo el tiempo con una tontería, un sueño imposible que ya habían dejado de perseguir hace mucho. Muchos ni siquiera lo consideraban ciencia.

-Mis compañeros y yo nos asentamos en el lugar que se señalaba como el escondite de la piedra filosofal, al oeste de Texas. La encontramos el primero de septiembre del pasado año y desde entonces las investigaciones adquirieron un matiz práctico que hasta entonces solo podíamos suponer.

Shiro hablaba más y más rápido y considerando cada vez menos a quienes tenía en frente. Luego de años persiguiendo su sueño había llegado el momento, su momento.

-Las pruebas realizadas comprueban nuestra teoría. La superficie que recubre la piedra está hecha principalmente de mercurio y carbono. Sin embrago, seguimos sin saber cuál es su centro.

Shiro apuntó a la piedra traslúcida y casi por completo desprendida de la energía que irradiaba en el campamento, todo lo contrario a sus ojos que resplandecían con determinación.

-Son necesarias máquinas más avanzadas y que logren soportar la alta temperatura que la piedra desprende. Una vez hayamos llegado a su centro y hayamos descubierto de qué está hecho, podremos comenzar a emplear su poder en la industria metalúrgica e incluso en la medicina. Podremos...

Pero dejó de hablar al escuchar las sillas deslizándose contra las baldosas del suelo. Se detuvo en seco al ver que todos los presentes se retiraban de la sala. Algunos riéndose de las ocurrencias de aquel pobre loco que se hacía llamar científico, otros simplemente molestos por tener que escuchar tanta tontería.

GoldenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora