-Keith, quédate detrás de mí. – le dijo Lance, avanzando un par de pasos hasta quedar delante del azabache. Pero lejos de estar asustado, Keith necesitaba saber quién o qué había hecho ese ruido. Su madre podía estar sola en casa.
Contra los susurros de advertencia de Lance, Keith avanzó con paso decidido hasta el pasillo para dirigirse a las habitaciones. Justamente era la de su madre la única que desprendía luz por debajo de la puerta. Lance seguía llamándolo, pero de nada servía. No le quedó más que seguirlo a tientas en la oscuridad.
-Espera, ¿Qué tal si es un hombre armado?
-¿Qué tal si mi madre está sola con un hombre armado? – rebatió sin siquiera volverse a mirar. Abrió la puerta con el hombro sin encontrar resistencia, pero lo que encontró dentro era mucho peor de lo que jamás hubiera imaginado.
-Mamá... - llamó con un hilo de voz.
Su madre estaba de rodillas y con la cabeza y las manos apoyadas sobre el camastro, tras de ella un hombre le apuntaba a la nuca con un revólver. No era cualquier hombre, desde luego. Keith lo reconoció al intante en que le dio la cara. Su siniestra cara cruzada por cicatrices.
-¿Cuánto tiempo más me ibas a tener esperando? – le dijo con voz profunda. – tu madre y tus hermanos están hartos de esperar.
Solo entonces los notó. Emma estaba sentada en el suelo, amarrada de manos y con un pañuelo atado sobre los labios. Noah tenía las manos detrás de la cabeza y apenas miraba a Keith por el rabillo del ojo, un mínimo contacto pero que decía a gritos un mensaje claro: Sal de aquí cuanto antes.
Keith sintió la mano de Lance posándose en su hombro y jalándolo hacia atrás, pero el menor estaba hecho una piedra y no reaccionaba.
-¿Quién es usted? – dijo el castaño alzando la voz. - ¿Qué quiere con esta familia?
-No me interesa esta gente en lo más mínimo. – dijo el hombre. – solo necesito que ese chiquillo me entregue algo que me pertenece.
Todas las miradas fueron a parar en Keith.
-Te estoy hablando, niñato... tienes los mismos ojos pedantes que el miserable de tu padre. También él se metió donde no debía y terminó muerto.
-¡No le hables a Keith, el no tiene nada que ver en eso! – dijo Noah desde su lugar en la pared. Automáticamente, el arma se acercó más al cuello de su madre.
-No estoy hablando contigo. – dijo. – ahora, si no quieres que le llene la cabeza de plomo a tu mamá... dame la piedra filosofal.
Un silencio total se instauró en la habitación. Nadie sabía si moverse o no, si intervenir o no. Era un caos en la más absoluta quietud.
-Mi padre... ¿él sabía de la piedra?
-Hay muchas cosas que no sabes de tu padre. De los tiempos en los que trabajábamos juntos, cuando éramos jóvenes y yo no tenía esto. – se paso los dedos sobre la cicatriz. – en ese entonces sólo éramos granjeros y no sabíamos nada sobre la piedra... Fue él quien llegó a la granja luego de hablar con los alquimistas, contando las maravillas que hacía y que nos haríamos ricos. Todos quisieron unírsenos en su búsqueda.
"Pero entonces, algo cambió... dijo que podía usar la piedra para cambiar al mundo, para salvar vidas y esas tonterías. Éramos un equipo y él nos traicionó."
"Ahora, si sabes lo que te conviene, vas a darme la dichosa piedra"
-No la tengo aquí. – dijo Keith, quien apenas volvía en sí
-Mientes.
-¡ESTÁ EN EL CAMPAMENTO, YA DEJA EN PAZ A MAMÁ! – no recibió respuesta, solo un disparo que fue a dar en el piso de madera. Emma comenzó a llorar y su madre ahogó un grito en las manos. - ¡BASTA!
-El siguiente será en su cabeza, no tengo toda la noche.
Iba a volver a decirlo, lo llevaría él mismo al campamento si era necesario, no estaba dispuesto a arriesgar a su madre ni un segundo más. Cuando de pronto, las tablas de las paredes y el techo comenzaron a crujir. La tierra sacudiéndose los hizo perder el equilibrio. Era tan fuerte y constante que no podían mantenerse de pie. Noah cayó de rodillas al suelo y fue a buscar a su hermana para cubrirle la cabeza. Lance se afirmó del marco de la puerta con una mano y atrajo al Keith con la otra hasta pegarlo a su cuerpo, aunque no se mantuvieron mucho tiempo de pie.
-¡¡BASTA, BASTA!! – seguía gritando Keith mientras se jalaba el cabello con las manos, pero entre más fuerte gritaba, más fuerte se mecía el suelo bajo sus pies. El hombre de la cicatriz también cayó. El revolver cayó junto a él, pero nadie estaba atento a ello. Después de todo, todos ellos pensaron que ese era el fin.
Y lo fue cuando la lámpara se desprendió del techo y una a una las tablas de las paredes fueron haciéndose añicos. En cosa de unos segundos la casa de la familia Kogane se desplomaba sin que nadie pudiera evitarlo.
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Los vecinos fueron los primeros en llegar. Tiempo después descubrirían que lo que había destruido la propiedad había sido un terremoto excepcional, uno que inexplicablemente nadie más en la zona había sentido. Consiguieron ayuda y luego de unas horas lograron llegar hasta la familia.
Lance y Keith fueron los primeros en salir. Solo con un par de rasguños gracias al marco que les sirvió de refugio. Luego fue Noah, con la cara ensangrentada y cargando en brazos a su hermana aún atada. Todo el mundo, hasta los niños, terminaron ayudando a remover las tablas. Pero cuando llegaron al final, se dieron cuenta de que les hubiera gustado dejarlo como estaba. Un hombre herido e inconsciente yacía con la mitad del cuerpo sobre la cama. A su lado la madre de Keith, palidísima y enferma, había dejado de moverse hace mucho tiempo.
-Mamá... mamá. –la llamó Emma una vez estuvo libre. Ella y Keith habían corrido a su lado y la mecían por los brazos. Nada cambió, su madre había cerrado los ojos para no abrirlos nunca más. –No...¡NO!
-Emma... mamá está... - dijo Keith sin poder creer que todo lo que acababa de pasar fuese verdad. Sus vecinos, sus hermanos, también Lance estaba ahí para sostenerlo cuando las piernas le temblaron, pero todo seguía pareciendo un sueño o una pesadilla.
-¡Todo esto es tu culpa! – escuchó gritar a Noah, quien no quería mirar al cuerpo de la mujer. – te dije que meterse en eso era peligroso, ¡pero eres igual de testarudo y egoísta que papá!
El muchacho se agarraba el pecho con fuerza y no daba más de la frustración. Pronto gruñidos salidos de lo más profundo de su ser comenzaron a salir, tan icontrolables como las lágrimas. Keith dio un paso hacia él, pero fue rechazado de inmediato. Noah caminaba hacia atrás para mantenerse alejado y evitar golpear a su hermano
-Todo siempre es culpa tuya. ¡SERÍA MEJOR SI NUNCA HUBIERAS NACIDO!
-¡NOAH! – gritó Emma, arrodillada junto a su madre. – cállate de una vez, no vas a arreglar nada gritándole.
Keith buscó las respuestas a sus preguntas en la mirada de su hermana, pero solo encontró vacío y lágrimas. La muchacha giró el rostro para evitarlo. Tampoco Noah lo miraba y no pasó mucho tiempo hasta que los vecinos improvisaran una historia y tomaran partido. Se dio cuenta de que estaba solo.
Lance volvía a sostenerlo. Solo la certeza de sus manos en sus costados lo mantenía en la realidad. Se volteó para verlo de frente con los ojos anegados en lágrimas y sin saber cómo hizo para sacar la voz, le dijo.
"Sácame de aquí"
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Volví al mundo c: pero también tengo que irme rápido así que este saludo será corto.
Muchas gracias por tenerme paciencia y esperar hasta ahora para que actualice >.< espero poder escribir más regularmente ahora que estoy en clases y tengo un horario de persona normal. Les dejo un besosososote a todos c: y nos leemos... el sábado? Maybe
bai >3<
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Golden
FanfictionLa tierra está llena de secretos, y solo quienes son lo suficientemente valientes para arriesgarlo todo serán dignos de descifrarlos. Keith ha crecido en la salvaje tierra de Texas de los años cuarenta, lejos de todo y de todos. A sus quince años c...