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El muchacho caminaba dando largas zancadas para demostrarle a algún ser invisible lo furioso que estaba. Y es que no se veía ni un alma en la llanura ¿Donde se había metido Keith?

-El malcriado de Keith sale corriendo y soy yo quien tiene que venir a buscarlo, no tiene gracia.- rezongó en medio de un jadeo, ya se había cansado de caminar y sobre todo, de caminar sin siquiera saber a dónde iba. Sería imposible encontrar al muchacho si él no quería ser encontrado. Ya había visto de lo que era capaz y tenía claro que Keith se daría el trabajo de borrar todo rastro con tal de que lo dejasen solo.

Cuando ya no reconocía nada del paisaje a su alrededor y el suelo se volvió demasiado húmedo como para seguir caminando a su antojo, decidió detenerse a tomar aire y pensar. Fue entonces que divisó un árbol de tronco grueso y más alto que todos los que había visto hasta entonces. Haciendo un último esfuerzo, Lance caminó hasta él para recostarse con la espalda apoyada en la rugosa madera.

-¿Por qué hay un nogal en un lugar como este? - dijo mirando hacia arriba, asombrado de que el tupido follaje no lo dejaba ver el cielo. - Texas es cada vez más raro...

No bien terminó de hablar sintió un golpe en la cabeza. Lo habían golpeado con algo pequeño, pero no sin fuerza y energía, la suficiente como para hacerlo tambalear.

-¿Qué...? - dijo y miró hacia arriba, desde donde había llegado el proyectil. Una mezcla entre sorpresa, molestia y alivio lo inundó cuando, colgado de cabeza y solo afirmado con las piernas alrededor de una rama, vio a Keith que lo miraba enfurruñado y sostenía un montón de nueces contra el pecho.

-¡Keith! - lo llamó. - por fin te encuentro.

-Vete de aquí. - dijo al tiempo que le lanzaba otra nuez, que pasó rozando la oreja del mayor. - vete y déjame.

-Vamos, no puedes quedarte ahí arriba solo. - dijo Lance poniéndose en las puntas de los pies para ver más de cerca. Aunque no era mucho lo que podía hacer. Keith estaba al menos a unos cuatro metros del suelo.

-Ya estaba solo antes de que tu llegaras. - dijo tensando la mandíbula y lanzándole todo su arsenal de nueces de golpe. Lance se cubrió la cabeza con los brazos, aunque ya no era tan necesario. Keith había dejado de apuntar y solo lanzaba nueces a lo loco y con los ojos cerrados de pura rabia. - ¡Estaba solo y todo era más fácil!

-¡Keith, ten cuidado o te vas a caer!

-No tenía que preocuparme por sentir esto que estoy sintiendo ahora. - dijo el menor palpándose el pecho.

Se impulsó hacia adelante para subirse y quedar sentado en la rama con la espalda pegada al tronco un la mano en puño sobre su corazón. El mundo se había dado vuelta pero Lance seguía ahí. Lejos, pero siempre ahí.

-Cuando tú no estabas no me dolía el pecho todo el día, ni sentía que iba a echarme a llorar cuando me quedaba solo... cuando tengo que despedirme de ti... Todo esto es tu culpa.

-¿Mi culpa? - dijo Lance alzando una ceja con diversión. Bien sabía que no era culpa suya y que no había nada que remediar. El muchacho simplemente estaba siendo víctima del mal más antiguo y poderoso que había sufrido la humanidad. - no seas ridículo.

Entonces tomó impulso y, sujetándose de las primeras ramas que alcanzaba, comenzó a trepar.

-¿Qué haces? Te dije que te fueras

-No me iré si no vienes conmigo.

-¡No te acerques! ¿No escuchaste lo que dije? Me duele el pecho cuando estoy contigo y siento que se me revuelve todo, además... - intentó continuar aunque le fue imposible. Todo su cuerpo se quedó paralizado cuando vio que Lance casi llegaba (muerto de cansancio y con vértigo) hasta la rama en la que estaba sentado. - además... apuesto a que no sabes cómo bajar.

GoldenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora