XVI

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Secándose el sudor de la frente, Lance le dio una mirada a su compañero tan nervioso como él mismo. Después de tantos años buscando, luego de haberse quemado las pestañas estudiando, finalmente la había encontrado.

Keith avanzó hacia la derecha, entrando a una especie de cámara oculta bajo plantas que cubrían la entrada. Siempre pensó que aquel momento ocurriría en alguna mina oscura y tenebrosa, hasta le daba vergüenza admitir lo feliz que estaba de encontrarse en un lugar que parecía salido de un cuento de hadas. El agua que habían estado escuchando correr resultó venir de un arroyo de poca corriente que reflejaba los cristales como un espejo. En medio del río, un montículo de tierra y piedras se alzaba, portando aquello que tanto anhelaba.

La piedra filosofal, o al menos eso se suponía, llevaba siglos esperando oculta bajo aquel árbol. Lance dio unos pasos más, aunque a punto estuvo de caer de rodillas al suelo. Quiso decir algo, pero las palabras simplemente no salían de sus labios y no atinaba a hacer nada que no fuera contemplar aquel tesoro. Pero no fue durante mucho tiempo, ya que de un momento a otro la piedra comenzó a brillar tan fuertemente que ambos chicos tuvieron que cubrirse la vista con las manos.

-¿Qué está pasando? - dijo Lance extendiendo un brazo frente a Keith del brazo para cubrirlo.

-No es nada. - le contestó este. - ya la he visto hacer eso.

El menor buscó a tientas la mano contraria para guiarlo más cerca de la piedra. Poco a poco, la intensidad de la luz bajó como si la piedra misma se hubiese calmado. Cuando ya estaban a solo unos centímetros pudieron verla con los ojos entrecerrados. Era casi como estar viendo el sol a la distancia, solo que mucho más cercano y trascendental.

-Es como la habías dibujado. - dijo Lance girándose para mirar a Keith. La luz blanca apenas lo dejaba abrir los ojos pero supuso que estaba sonriendo como él.

El menor soltó su agarre para tomar la piedra con sumo cuidado. Se sentía tibia y suave al contacto de su piel, hubiera sido agradable de no haber estado quedándose ciego.

-Tómala. - dijo este, extendiendo los brazos para que Lance pudiera alcanzarla. Pero apenas sus manos recibieron la piedra, estas comenzaron a arder como el fuego.

-¡Ahh! - exclamó el más alto, dejando caer la piedra que dejó de brillar en el instante que tocó el suelo.

-¡Lo siento! - se apresuró en disculparse el azabache, aunque no entendía muy bien qué pasaba. - ¿Estás bien?

-Eso... creo. - respondió este, mirándose las manos al rojo vivo por la quemadura. Al verlas, Keith se llevó sus propias manos a la boca, reprimiendo un jadeo de espanto. - ¿Cómo es que a ti no te hizo nada?

Pero no pudo responder, miraba alternativamente la piedra sin brillo en el suelo y el semblante dolorido de Lance.

-Tenemos que sacarla de aquí. - dijo Keith, cambiando el tema. - seguro Shiro sabrá qué hacer con ella.

-No lo sé, si esto es el recipiente no quiero ni imaginar lo que puede causar la energía dentro de la piedra.

-No hay problema si puedo llevarla ¿cierto? - Keith tomó con suavidad las manos del mayor entre las suyas. Lance hizo una mueca que no necesitaba explicación. Y tan rápido como se le ocurrió, el menor ya estaba rasgando las mangas de su propia camisa para usarlas como vendajes.

-Auch. - se quejó el castaño, pero pronto una sonrisa juguetona apareció en sus labios al ver a Keith tan concentrado en vendarlo.

-Ya sé que duele, pero tienes que ser fuerte solo un poco más. - dijo mientras ataba la pirmera mano. -

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