Almas vacías.

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Normani

Seis meses pasaron. Seis eternos meses desde la última llamada de Lauren. Después de eso, no tuvimos ninguna noticia de la latina. Perdimos todo rastro o huella del paradero de la ojiverde. Tratamos de encontrarla por cielo y tierra, pero no tuvimos suerte. Inicialmente, Dinah y yo nos aventuramos en Miami con la esperanza de encontrar cualquier pista de la latina. Estuvimos una semana entera visitando hospitales, clínicas, cárceles, centros de rehabilitación y morgues. Mostrábamos fotografías recientes de Lauren con la esperanza de que alguien la pudiera reconocer, pero todo esfuerzo fue en vano porque a dónde íbamos, recibíamos una respuesta negativa. Camila insistió en acompañarnos, pero nosotras le negamos la oportunidad dado a que no hubiera sido lo mejor para ella visitar morgues y hospitales en busca de Lauren.

Camila no estaba pasando por el mejor de sus momentos. La latina estaba sumergida en una profunda tristeza. Se culpaba por la desaparición de Lauren. No había poder humano que la hiciera cambiar de opinión. Su comportamiento alegre se había convertido en uno mucho más sombrío y depresivo. La chica se la pasaba encerrada en su habitación, perdió considerablemente peso y su rendimiento en la facultad, no era el mejor. Camila se sumergió en esa tristeza sola. A veces se negaba a hablar hasta con Dinah. Nos preocupó mucho su estado de ánimo, pero a veces no puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado.

Por su lado, Dinah estuvo casi tan triste como Camila. Con la excepción de que Dinah se esforzaba un poco más en disimularlo. Trataba de ser positiva y de no perder la esperanza de volver a ver con vida a nuestra amiga, Lauren. Sin embargo, con el pasar de los meses, esta esperanza se fue perdiendo. Dinah, al igual que Camila, su estado anímico repercutió en su rendimiento en la facultad. Sus notas no fueron las mejores. Y el hecho de ir a buscar a Lauren a Miami, no ayudó a que ella tuviera más tranquilidad. Al contrario, la polinesia estuvo mucho más inquieta que antes. Ahora pienso que entrar a una morgue a buscar a una de tus mejores amigas, no era una de las mejores experiencias.

Ally. La pequeña estuvo los primeros meses de la desaparición de Lauren muy alejada de nosotras. Supuse que esa era su forma de sobrellevarlo. Era comprensible porque ella y Lauren eran casi como hermanas. Habían estado viviendo juntas los últimos años y perderla de un día para otro no debió haber sido nada fácil. Aunque yo estaba viviendo en el mismo apartamento con Ally y el gato de Lauren, notaba que la latina se distanció de mí por un tiempo. Lo entendía. Era su forma de lidiar con la pérdida. No la presioné ya que sabía que, con el pasar del tiempo, mi amiga se abriría a mí.

Yo, por mi lado, puedo decir que mi estado de salud mejoraba cada vez más y más. Debía luchar. Se lo debía a Lauren. Le dije que haría mi mejor intento de vivir y lo estaba logrando. No me daría por vencida. A pesar de todo el dolor y el vacío que estábamos experimentado, las chicas siempre estuvieron ahí para mí de una u otra forma.


Camila

Un año después de la desaparición de Lauren, nos reunimos las chicas, algunos de nuestros padres y, especialmente, los padres de Lauren para hacer un entierro simbólico. Para ellos, tomamos una caja mediana de madera y la llenamos de objetos significativos. Yo no estuve de acuerdo con hacer aquello porque de haberlo aprobado, significaría que estaba consciente de que Lauren jamás regresaría. Y obviamente no lo estaba.

No lo aceptaba. Sabía que ella volvería por mí. Lo sabía o más bien, tenía esperanza. Pero, por otro lado, alguien una vez me dijo un día: "La esperanza es la desilusión sin descubrir." Pero ¿Qué podía esperar? No me podía dar por vencida dado a que Lauren era la única persona a la cual había amado con tal intensidad. Una gran parte de mi corazón estaba aferrado a ella. No me iba a rendir. No podía.

Fugitiva | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora