Elije con cuidado.

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Lauren's POV

El rato en el bosque me ayudo a aclarar mis ideas. Traté de ver el lado positivo de que Camila saliera con alguien más. Por lo menos estaría a salvo con él. Si ella era feliz, yo también lo sería. Sonaba cliché, y lo más probable era que yo no sería feliz, pero no quería arrastrarla hasta mi autodestrucción.

Algo más estaba rodando mi cabeza en ese momento. Era algo que había dejado en el olvido; aun le debía parte del dinero al puto de Leekie. No era mucho, pero seguía siendo una deuda que en caso de que no le pagara, me costaría la vida. El plan de Kass seguía en pie, pero tomaría algo de tiempo. Por lo que estaba condenada a volver a aquel infierno para pagarle cada centavo a ese bastardo. Por suerte, una de las últimas canciones que produje, se había puesto de moda. Al parecer, las letras vacías y los ritmos repetitivos vendían más que una canción honesta y de calidad. Era una pena para el mundo de la música, y una fortuna para mí.

Llegué a casa creo que a eso del mediodía. No vi la hora, tampoco me interesaba. Fui a tomar un baño de agua fría y me puse mi piyama. No estaba de humor para ir por ahí bien presentada. Un par de sandalias, un corto short blanco y una vieja camisa de The Offspring componían mi atuendo esa tarde. Ya vestida, fui a la cocina a buscar cualquier cosa para saciar mi hambre. Metí a mi boca una mezcla de pan, kétchup, mermelada de moras y jamón. Nunca fui una persona exigente para la comida, es más, nunca me importo si la comida sabía bien o mal; el hecho era comerla.

Encontré un par de veces a Dinah pasando por mi habitación. Hablamos un rato. No le conté lo que había pasado, y ella tampoco preguntó. Lo más probable era que Camila le hubiera contado todo esa mañana. Aunque me dolía todo lo que había pasado, trate de ocultar lo más que pude mis sentimientos. No quería verme débil o sentimental frente a los demás. Por eso actué calmada y segura cuando estaba hablando con mi amiga.

Al cabo de un rato, noté que algo en la rutina andaba mal. Camila aún no había llegado. Me preocupé. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si estaba en problemas? Pero después recordé al tipo de la otra noche y lo felices que estaban.

De seguro la está pasando muy bien con el indigente ese. ꟷ Me dije a mi misma.

Con eso en mente, pasé de estar preocupada a estar enojada. Mi cuello y espalda dolían. La causa no había sido dormir en el bosque; ya estaba acostumbrada a dormir en lugares así. La causa era el estrés y la ansiedad que estaba teniendo esos días. Tranquilidad, me reía solo con pensar en aquella palabra. Desde hacía mucho no sentía tranquilidad.

Aquella casa me estaba matando. Esas cuatro paredes me estaban asfixiando de a poco. Sin importar mi atuendo, tomé las llaves de la casa y salí rumbo a la librería más cercana. No llevé mi auto. Quería caminar. Quería sentir mi alrededor. Despejar la mente. Pues se suponía que caminar ayudaba a disminuir el estrés.

Camine por la acera. Por primera vez salía a caminar por aquel lugar. El vecindario era tranquilo. Un par de niños corriendo y otros jugando con sus bicicletas. Una que otra persona caminando al igual que yo. Muy poco autos transitaban por ahí. Llevaba mis manos entre los bolsillos de mi short; ese día estaba haciendo frio. Me maldije a mí misma por no haber llevado una sudadera conmigo.

Caminé más de cuarenta minutos hasta que encontré la librería. Era un muy pequeño local. Se veía viejo pero acogedor. Me dirigí hasta allá. Empujé la puerta de vidrio que tenía un pequeño letrero azul con la palabra "Abierto" y vi que los estantes estaban llenos de libros viejos y nuevos. También, un par de personas estaban allí adentro buscando. Una señora algo mayor, quien supuse que era la encargada del lugar, y un joven, quien supuse que era un cliente.

Fugitiva | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora