03

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Antes de llegar a las escaleras alguien vuelve a agarrarme del brazo y me presiona contra la pared.

—¿Pensas decirme todo eso y después irte? — dice Ecko sonriendo.

— ¿Que haces? — digo cuando hunde su cara en mi cuello — Dejame ir.


— Te dejo ir se me dejas hacer algo — dice con los labios contra mi cuello y todo mi cuerpo tiembla.

— Dale Matias, Dejame — digo y trato de salir pero el me agarra fuerte de la cintura y me presiona contra la pared y deja un beso en mi cuello y otro mas.

Deja un total de cinco besos humedos y sube su cara y la pone a la altura de la mia.

Cierro los ojos esperando lo que sea que va a pasar pero al notar que nada llega los abro y veo a Ecko con una sonrisa en su rostro.

— Ya esta podes irte — dice soltandome y me sonrie — ¿Vamos abajo?

Estoy toda roja y decepcionada pero no dejo que lo note.

Bajamos y raramente no se despega de mi hasta que encuentro a Lautaro.

— Eu — digo y el se da vuelta miradome con una sonrisa y esta se agranda cuando ve quien esta al lado mio. Ecko lo saluda.

— ¿Donde estabas? — pregunta.

— Estabamos arriba hablando — responde Ecko por mi y me da una sonrisa pícara.

— Yo ya me voy — le digo a mi amigo y el asiente.

— ¿Te acompaño?

— La acompaño yo, no te preocupes — vuelve a contestar por mi Matias pero esta vez lo miro sorprendida.

— ¿Vas con el? — pregunta Martha.

— Eh si, no te preocupes — respondo y me saluda.

Espero a que Ecko salude a sus amigos y salimos afuera.

En el camino no cruzamos palabras, pero estoy bien con eso, creo que  ninguno de los dos sabe que decir. No es un silencio incómodo para nada, es mas es todo lo contrario es cómodo.

Comienzo a mirarlo descaradamente y noto el arito en su oreja y la argollita que apenas se ve en su nariz. Tiene un reloj dorado, una cadena del mismo color simple, Una gorra negra, remera bordo y pantalón negro. Esta para comerselo.


— ¿Que miras? — dice y da vuelta la cara mirandome.

— Nada.

Al llegar a mi casa, me detengo y saco las llaves del bolsillo de la campera.

— ¿Llegamos a tu casa? — pregunta y sonrió asintiendo.

— Si, bueno... gracias por acompañarme.

— No hay por que, Mariposa.

— ¿Mariposa? — pregunto confundída.

— Es tu nuevo apodo, esta super genial ¿o no?

— ¿Pones apodos ahora?

— No soy de hacerlo pero si, te gustan las mariposas. — dice y asiento. ¿Como supo? — Tenes una funda de mariposas, tu mochila igual es de mariposas y tenes una chiquita justo hay — señala la pequeña mariposa tatuada en mi mano.

Creo que soy bastante obvia.

— Inteligente — digo.

— Lindo y inteligente, ¡Soy perfecto!

Suelto una risa y le hago un gesto de saludo con la mano y el me sonríe.

— Nos vemos.

— Chau, Mariposa — dice y me da una última sonrisa para darse la vuelta y volver por donde vinimos.

(***)


Mi telefono suena por tercera vez y no me queda otra que atender, con toda la fuerza del mundo estiró mi brazo al suelo y lo agarro.

— ¿Que mierda queres Emanuel? — digo con voz adormilada.


— ¿Esta tu papa en tu casa? — pregunta.

— ¿Que dia es hoy?

— Domingo.

— Entonces no, trabaja hasta las diez de la noche — respondo.

— Bueno en 15 minutos vamos a desayunar algo a tu casa, pasamos por una panaderia a comprar algo. Pone a calentar agua.

— ¿Que? ¿Quiénes?

— Martha, Dam, Mp, Ecko, Mks y yo — dice y suelto un suspiro.

— Okey, entren ustedes por las dudas que todavía no este lista.

— Bueno enana, ya vamos.

Respondo con un ruido raro y corto la llamada, tiro mi cabeza de vuelta en el colchon y pongo una almohada en mi cara.

Me levanto voy al baño y decido quedarme con mi pijama de panda con orejitas, no tengo voluntad para cambiarme.

Salgo de mi cuarto y justo cuando llegó a la sala todos entran y me miran sorprendidos.

— ¿Flor? — pregunta Lautaro.

— No tu mama, si Martha sos idiota o que.

— Si sos vos, ¿que haces asi?

— Soy un panda ¿o no ves?

— Estas de mal humor creo.

— ¿Alguna otra pregunta o van a pasar de una vez a la cocina?

Todos ríen, pasan a la cocina y se sientan.

Pongo a calentar agua y les doy una taza a cada uno, charlamos de todo un poco.

El mal humor se me fue y ahora estoy ahogandome de risa.

Muerdo mi dona y Marcos se quema con el cafe no se por que eso me da risa y me atragantó con lo que estoy comiendo y Dam me golpea la espalda.

— ¿Donde esta el baño? — pregunta Matias.

— Aca, veni — digo levantándome despues de calmarme y el me sigue hasta el pasillo.

En el camino lo miro fijamente y el hace lo mismo.

— Deja de mirarme — le digo.

— Vos deja de mirarme.

— Vos tambien me miras.

— Si... pero no es lo mismo.

— ¿Y eso por que? — pregunto y el suelta una carcajada.

— Por que vos me miras por que gustas de mi — dice y yo lo miro confundida — Pero a mi no me gustas, yo te miro solamente por mirarte.

Termina de hablar y se mete al baño.

Y con mi corazón en la mano vuelvo a la cocina.

dulces besos ; ecko © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora