II

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—¿Está todo listo? —Todas asienten con un brillo malicioso danzando en sus ojos.

Miro a mi primo y a Dante. Las diversas figuras que están dibujadas en sus rostros hechas con marcador permanente y sus cabellos alborotados le dan un toque bastante cómico a sus aspectos.

—¿Lista? —me pregunta Kara.

—Por supuesto —sonrío.

Me acuclillo al lado de mi primo, acerco el encendedor que sostengo en mi mano hasta el borde de su jean y lo enciendo mientras Kara hace lo propio con su hermano. El fuego no tarda en empezar a crecer por sí mismo, valiéndose de la tela del jean de mi primo y, entonces, me alejo de él a toda prisa.

—Ahora, Kara —digo cuando ya nos hemos ocultado para que los chicos no puedan vernos.

La aludida asiente y hace que el tiempo vuelva a correr con normalidad y, por ende, los chicos vuelven a moverse y a ser conscientes de lo que pasa a su alrededor.

Los dos se miran fijamente con el ceño fruncido para luego echarse a reír a carcajadas mientras se señalan mutuamente.

—Te ves ridículo —dicen a coro entre risas—. Espera... ¡¿qué?! —vuelven a decir al unísono, provocando risas de nuestra parte.

Dejan de reír bruscamente y sus rostros se tornan serios; sin embargo, noto un dejo de confusión en sus facciones.

—¿Tengo dibujos ridículos en el rostro? —cuestiona Seth. Dante asiente—. Tú también —gruñe mi primo.

—¿Qué demonios...? Espera, ¿no te parece que huele a quemado? —Frunce el ceño.

—Sí... —Los dos bajan sus miradas hasta sus jeans, que ahora mismo están siendo consumidos por el fuego, y rápidamente vuelven a mirarse alarmados—. ¡Ahhh! ¡Me quemo, me quemo!

—¡También yo! —grita Dante agitando sus brazos y sacudiendo su pie para tratar de que el fuego disminuya.

Cabe mencionar que eso sólo hace que el fuego aumente.

—¡Haz algo, idiota! ¡Me estoy quemando! —Seth imita a Dante, mas, al ver que eso sólo aumenta la intensidad del fuego, deja de hacerlo—. ¡Idiota, eso no funciona!

Seth se echa a correr hacia el bosque y desaparece de nuestra vista. Y Dante no tarda en seguirlo. Minutos después, los dos regresan empapados de pies a cabeza y con la parte de la pierna derecha de sus jeans quemados hasta la mitad.

Tengo que morder mi labio inferior para no reírme a carcajadas.

—¿Quién demonios nos hizo esto? —pronuncia dejando un espacio entre cada palabra, haciendo notar lo enojado que está.

—Oh, yo sé quiénes lo hicieron. —Sus manos se vuelven puños y sus ojos destellan con ira—. ¡Eimy! ¡Juro que voy a matarte!

—¿Lo grabaste todo? —escucho que Alana le pregunta a su gemela.

—Obviamente —responde Lyn con superioridad.

—¡Kara, ven acá! —ordena Dante.

—Creo que tenemos que ir con ellos —menciona.

—Exactamente —asiento.

Kara y yo somos las primeras en acercarnos a los dos chicos y las gemelas nos siguen. Levanto la cabeza y los miro con una ceja alzada.

—¿Me llamabas, primito? —inquiero con inocencia.

—Ustedes. —Nos señala a todas. Inevitablemente, las comisuras de mis labios se elevan formando una sonrisa cargada de mofa—. Ustedes nos hicieron esto.

Princesa VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora