XI

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Miro con fijeza un punto muerto en la pared de mi habitación mientras ignoro todo lo que mi primo está diciendo a mi lado.

Sé que tengo que reconstruir ese escudo en mi cabeza. Sé que, más que tener, necesito hacerlo. Pero aún así no dejo de sentir que lo que voy a hacer no es lo correcto. Aún así no dejo de sentir que voy a cometer un gran error.

—... ¡Eimy! —Mi primo me zarandea, en busca de llamar mi atención.

Volteo a verlo y le dedico una mirada confusa.

—¿Sí?

—¿Estás escuchándome? —inquiere a la vez que arquea una de sus cejas.

—No —admito—. Lo siento.

Él suelta un suspiro antes de tomarme por los hombros y mirarme con preocupación.

—Ultimamente has estado muy distraída... muy ausente. Tú no eres así —apunta—. ¿Hay algo malo que te tiene así y no quieres contármelo? Sabes que puedes confiar en mí.

Llevo una de mis manos a su mejilla y la acaricio suavemente mientras le regalo una sonrisa tranquilizadora.

—Confio en ti, Seth —afirmo—. Todo está bien; nada malo está pasando, sólo necesito reconstruir el escudo.

—¿Me prometes que volverás a ser tú después de que logres reconstruir el escudo? —pregunta.

—Te lo prometo. —río—: volveré a ser yo misma, Seth.

—Bien. —Él aparta sus manos de mis hombros y me aleja un poco—. Nos vemos luego.

Lo veo caminar hasta la puerta y salir de la habitación segundos después, entonces, todo rastro de una sonrisa en mi rostro se borra por completo.

Sin más que hacer, camino a regañadientes hasta la cama, me subo en ella y me siento como un indio justo en el centro de ésta. Poso mis manos sobre mis rodillas, cierro los ojos y respiro profundo antes de dejar que esos poderes que he reprimido y ocultado por tantos años, fluyan por todo mi cuerpo. Dejo que esos poderes se aferren de nuevo a mí y se reusen a ser ocultados de nuevo.

Soy capaz de sentir cómo me elevo de a poco y luego quedo suspendida en el aire y, es en ese momento, en el que me desconecto por completo de la realidad y me sumerjo en un lugar bastante solo y aislado en el que no soy consciente de lo que ocurre en el mundo verdadero.

~•~

Lo primero que noté cuando desperté del estado en el que había entrado y fui consciente nuevamente de todo lo que había a mi alrededor fue que aún seguía suspendida en el aire, por lo que rápidamente descendi y bajé de la cama.

He solucionado un problema y uno nuevo ha aparecido.

Lo bueno es que el escudo ya está como nuevo así que ya no tendré que preocuparme por volver a pasar por lo de hace días.

Lo malo es que es que ocurrió lo que temía... Todos mis poderes están de vuelta y se sienten más fuertes que nunca. Y sé que esta vez no voy a ser capaz de reprimirlos... y eso me asusta.

Un suspiro se me escapa.

Sólo espero que todo siga como antes y que nadie se entere de lo que soy capaz de hacer...

Alejo todos esos pensamientos de mi cabeza y trato de lucir lo más tranquila posible mientras salgo de mi habitación y camino hasta la salida de la mansión, que es en donde siento la presencia de Seth, Dante y el Lobito idiota.

Cuando salgo de la mansión logro divisar rápidamente al par de vampiros y al licántropo. Los tres charlan sobre algo que desconozco y no notan mi presencia así que me dedico a mirarlos y, cuando Seth dice algo que hace reír al Lobito idiota, aprovecho la ocasión para burlarme un poco de él.

—Vaya, parece que sí puedes reír después de todo —cito las palabras que él utilizó cuando fui a la aldea con mis padres.

Su mirada no tarda en encontrarse con la mía y entonces veo cómo rueda los ojos y voltea nuevamente para seguir hablando con Dante y Seth. Aunque éste último prefiere pausar la conversación y acercarse a mí.

—¿Cómo estás? —me pregunta.

—Estoy bien —sonrío de lado—. ¿Qué hacen ellos aquí? —curioseo.

—Vinieron con las chicas —responde y frunzo el ceño.

—¿Y ellas dónde están?

—No lo sé. —Se encoje de hombros—. Kara dijo que tenían algo muy importante que hacer y que volverían en un rato —informa.

—Oh... —susurro, porque no sé qué más puedo decir.

Me intriga saber qué es eso tan importante que tienen que hacer las chicas, y lo extraño es que puedo percibir su presencia en un lugar que no está tan lejos de aquí. No puedo saber dónde están exactamente porque no quiero saber más del tema.

No quiero utilizar mis poderes y que luego éstos se salgan de control por lo energéticos que están.

—¿Te apetece venir a charlar con nosotros mientras esperas a las chicas? —pregunta a la vez que hace un ademán con la cabeza hacia donde se encuentran sus dos amigos.

Una sonrisa socorrona se dibuja en mis labios.

—Gracias por la invitación, pero yo paso. No quiero escuchar las idioteces que ellos dos tengan que decir. —Me cruzo de brazos. Seth rueda los ojos ante lo que he dicho, mas una sonrisa divertida no tarda en dibujarse en sus labios—. ¿Qué hora es?

—Son como las 4 pm.

—Perfecto. —Borro la sonrisa de mi rostro—. Me gustaría ir de nuevo a la aldea de los lobos.

Lo que digo parece llegar a los oídos del Lobito idiota y llamar su atención ya que, de reojo, soy capaz de ver cómo voltea a vernos.

—Quieres conocer a los miembros de la manada —supone. Sacudo la cabeza en un gesto asertivo—. ¿Estás lo suficientemente bien como para regresar a la aldea? —interroga.

—El escudo está arreglado, Seth. Lo que pasó ese día no volverá a repetirse.

«O eso espero» pienso, pero obviamente no voy a decir eso en voz alta.

—Bien, entonces... ¿quieres ir ahora mismo? —pregunta.

—Me gustaría, sí, pero creo que debería esperar a las chicas —apunto antes de fruncir los labios en un gesto que se me antoja de desconcierto—. No lo sé... ¿Tú qué crees?

—Tal vez...

—¡Eimy! —escucho que grita una voz a mis espaldas. Una voz que rápidamente reconozco.

Es Kara.

Giro sobre mis talones y miro a las chicas venir en nuestra dirección con unas amplias sonrisas en sus rostro. No puedo evitar sentirme confundida al verlas tan felices, más la sorpresa y la felicidad se instalan en mi sistema cuando mis ojos se encuentran con aquellos ojos verdes que tanto me gustan.

—¿Lily? —susurro aún sin salir de mi asombro. ¿Ella... está aquí? Sí, ¡está aquí!—. ¡Lily!

Una gran sonrisa se dibuja en mis labios al ver a la pequeña niña venir corriendo en mi dirección. Entonces ella grita:

—¡Mami!

Princesa VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora