IX

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—¿Ya se fueron? —le pregunto a mi primo en cuanto termino de bajar las escaleras.

Él voltea verme y sacude su cabeza en un asentimiento.

—Keith tenía unos asuntos que resolver —informa.

—Entiendo.

Camino hasta la cocina siendo consciente que Seth viene detrás de mí. Tomo dos vasos y saco una jarra con agua del refrigerador. Acto seguido, sirvo agua en los dos vasos y le ofrezco uno a Seth, quien no duda en aceptarlo.

—Tenemos que ir a la aldea —dice—. Keith va a presentarte a algunos de los miembros de la manada.

Tomo un sorbo de agua.

—Está bien —accedo.

Salgo de la cocina y me dirijo de nuevo a las escaleras.

—¿Estás de acuerdo?

—Estoy...

Una horrible vértigo me inunda al tiempo en el que una sensación de invasión de privacidad se inyecta en mi sistema. El vaso en mis manos cae y se hace pedazos cuando me veo obligada a sostenerme de la pared para evitar caerme.

Seth se apresura en acercarse y me ayuda a llegar a uno de los sofás que se encuentran en la sala de estar.

—¿Estás bien? —pregunta con la voz inyectada de preocupación.

Apoyo mis codos en mis piernas y sostengo mi cabeza entre mis manos, como si eso ayudara a aliviar las intensas punzadas que han empezado a martillear en ella.

—Me duele la cabeza —susurro.

—Será mejor que descanses. Le diré a Keith que no te sientes bien y que...

—No —atajo—. No es necesario que hagas eso. El dolor se aliviará dentro de un rato, estoy segura de eso.

—Está bien... será como tú lo decidas —dice, pero sé que no está de acuerdo con lo que he decidido.

—Sólo me recostare un rato hasta que se pase el dolor y luego me arreglare para que podamos irmos, ¿está bien?

—Okay.

Suspiro profundo antes de levartarme y dirigirme de nuevo hasta mi habitación. Esta vez Seth viene detrás de mí para cuidar que no caiga si vuelvo a marearme y me asegura que podemos ir mañana a la aldea si el dolor no aminora, cosa que le agradezco. Cuando ya me encuentro sola y dentro de mi habitación, hago una mueca de dolor y me recuesto en mi cama con la esperanza de que las punzadas en mi cabeza se alivien pronto.

~•~

—¿Estás segura de esto? ¿no prefieres que regresemos a la mansión?

—Sólo es un dolor de cabeza, Seth. —Le dedico una sonrisa tranquilizadora—. Además, sabes muy bien que si no venía tal vez él piense que yo simplemente no quiero verlo (cosa que no es mentira) y pensará que soy una irresponsable.

Sigo caminando y pronto la figura del Lobito idiota junto a April aparecen en mi campo de visión.

—Bien —accede con desgana.

Cuando los ojos azules de la castaña se posan en mí, su sonrisa se amplía.

—¿Ya estás más calmada? —me pregunta cuando llego junto a ellos.

—Sí, gracias —sonrío.

—Los miembros de la manada están esperándonos, así que será mejor que vayamos con ellos —interviene el Lobito idiota.

Princesa VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora