XVIII

6.3K 441 2
                                    

—Las pruebas que le hemos hecho han confirmado sus sospechas, señora.

Una voz logra colarse entre la bruma provocada por el estado de semi-inconsciencia en el que me encuentro y no soy capaz de reconocerla.

—Lo sabía —escucho que dice otra voz—. Lo hicieron..., los muy cobardes se atrevieron a hacerlo.

Trato de abrir los ojos, de moverme, de hacer cualquier cosa, pero no lo consigo. Mis extremidades siguen sin seguir las ordenes que mi cerebro les envía y mis párpados se sienten tan pesados que ni siquiera logro abrir un poco los ojos.

—Está despertando.

—Inyéctenle otro sedante. Aún no hemos terminado con ella.

Quiero gritar, quero golpear a alguien, quiero poder moverme y rehusarme por completo a que me inyecten cualquier cosa, pero no soy capaz de hacer nada de eso y pasa muy poco tiempo antes de que vuelva a sentir un pinchazo en el brazo. Luego de eso todo vuelve a las penumbras en las que antes me encontraba.

~•~

Mi pecho duele, mi cabeza también, y me siento mareada y aturdida.

Mi ceja se eleva con confusión cuando veo el lugar en el que me encuentro. Aún estoy en el mismo lugar del bosque al que Adam nos trajo. Lo único diferente es que nosotros vinimos en la mañana y ahora el sol está empezando a esconderse para dejar que la luna tome su lugar en el cielo.

Me levanto del suelo y miro al lugar en el que estaba el auto, logrando comprobar que éste sigue allí. Camino hasta él y me llevo una gran sorpresa cuando abro la puerta del copiloto y veo a Adam sentado ahí, con la cabeza descansando sobre el volante y unas herida en su hombro y piernas, las cuales no dejan de sangrar.

Parece que el material con el que lo han herido era de plata, porque de no ser así las heridas ya habrían sanado.

La preocupación se cuela en mi sistema en ese momento. Me acerco más al vampiro y lo acomodo bien en el asiento –de modo que su cabeza ya no descansa sobre el volante–, entonces empiezo a zarandearlo ligeramente.

—Adam... —susurro. Mi voz suena ronca y rasposa por lo que me aclaro la garganta antes de volver a hablar—. Adam, despierta.

El vampiro no da señales de despertar y eso me preocupa aún más. Me alejo de él y busco con la mirada al Lobito idiota. Cuando lo encuentro, voy lo más rápido que mis piernas me permiten ahora hasta él y también empiezo a zarandearlo.

—Oye, despierta. —Le doy pequeñas palmadas en la mejilla para ver si así logro hacer que reaccione—. Oye, Lobito idiota..., despierta.

—Ya deja de llamarme así —gruñe en voz baja.

Me aparto de él y un suspiro lleno de alivio se me escapa al ver que empieza a despertar. Lo examino con más detalle y me percato de los moretones en su rostro y brazos y la rasgadura en su camisa.

—¿Estás bien? —pregunto.

—Sí.

Solo me limito a hacer un movimiento con la cabeza mientras veo cómo se pone de pie.

—Keith, Eimy... —su voz llega como un susurro inestable a mis oídos. Giro sobre mis talones y me acerco a él con rapidez—, ¿están bien?

—Nosotros estamos bien, pero a ti tenemos que llevarte rápido con Alana —digo—. ¿Crees que puedas caminar? —pregunto con cautela.

—No. Me duele mucho la pierna y no creo que pueda caminar en estas condiciones —habla con pesar.

Él me mira y puedo ver el dolor en sus facciones.

Princesa VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora