—¿Están seguros de eso? —pregunta Adrián luego de escuchar todo lo que Sherlyn y Eliud tenían que decirle.
—Lo estamos —asegura Eliud.
—Entonces no hay tiempo que perder. Tenemos que irnos ya —dice—. Traeré a algunos de los lobos más fuertes de la manada para que nos acompañen y luego podremos irnos.
—Está bien.
—Papá... —Keith aparece en mi campo de visión y el asombro no tarda en teñir las expresiones de todos al verlo, incluyéndome.
Luce un poco pálido y ojeroso. Su cabello está desordenado, el color en sus ojos se ve opaco y está un poco más delgado. Es bastante obvio que no ha estado muy al pendiente de su salud durante la última semana.
El Keith que yo conozco no es este que está frente a nosotros. Este es otro Keith, uno al que no le importa su aspecto ni su salud, uno al que no le importa su vida... Este es un Keith totalmente destruido y no me gusta verlo así.
—Iré con ustedes —dice y Adrián sacude la cabeza en una negativa de inmediato.
—No lo harás, Keith. Mírate, no estás bien.
—No te estaba pidiendo permiso, papá —masculla—. Iré con ustedes.
—Pero estás enfermo —Adrián insiste—. No puedes ir.
—No estoy enfermo y, estés de acuerdo o no, iré con ustedes —sentencia y la dureza que hay en sus palabras me sorprende un poco.
Keith nunca le había hablado así a su padre. Casi siempre se muestra frío e indiferente, pero nunca había sido así de severo.
Adrián parece un poco sorprendido y dispuesto a replicar, pero entonces intervengo.
—Adrián —atajo—, déjalo que venga con nosotros.
Él me mira como si me hubiese salido una segunda cabeza o me hubiese vuelto loca.
—Mira su estado, Bleer. No luce bien —apunta—. Él no solo luce mal; está mal. Está enfermo y no voy a dejar que se ponga en peligro al acompañarnos.
—¿Ese es el único motivo por el cual te opones a que nos acompañe? —pregunta Eliud y Adrián asiente. En ese momento, los ojos de Eliud se encuentran con los míos—. Pues creo que nosotros podemos hacer algo al respecto, ¿no es así, amor?
No entiendo lo que quiere decir de inmediato pero, cuando lo hago, una pequeña sonrisa se curva en mis labios y muevo la cabeza en un gesto asertivo.
Miro a Keith.
—Ven conmigo —le ordeno antes de apartarme un poco de los demás.
Cuando estamos a una distancia considerable de los demás, llevo mi mano a mi boca y clavo mis colmillos en la piel de esa zona para que la sangre empiece a brotar.
—Bleer, ¿qué...?
—Tómala —digo al tiempo que extiendo mi mano en su dirección.
Una mueca de desagrado es esbozada por él al ver el liquido rojo brotar de mi mano.
—¿Por qué tengo que hacerlo?
—La sangre de los vampiros tiene propiedades curativas —explico—. Si tomas un poco pronto estarás completamente bien y Adrián ya no se opondrá a que vayas a Londres con nosotros.
Él duda.
—Keith, no tenemos mucho tiempo —apremio.
—Bien —accede finalmente, aunque no se ve muy convencido—. Lo haré.
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Princesa Vampírica
FantasyUn encuentro no muy apropiado. Una rivalidad que se convierte en algo más. Una venganza jurada. Una chica vampiro con un carácter fuerte y un chico lobo arrogante y mandón. Sólo queda una interrogante: ¿Qué es lo que se puede esperar si sus camino...