XXVI

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—¿Lo sabes, verdad?

—¿A qué te refieres? —pregunta con confusión.

—Tú sabes qué fue lo que pasó cuando estuvimos en la cabaña —aclaro—. Sabes por qué se convirtió en cenizas.

Se siente bien poder hablar finalmente de esto con él. Lo cierto es que hace días que quería preguntarle al respecto, pero no se había dado la oportunidad.

—Sí —asiente—. Sé que fuiste tú quien causó que la cabaña se redujera a cenizas.

—También sabes sobre mis poderes —añado dando un paso en su dirección—. Hace unos días recordé que te hablé de ellos hace años, cuando aún podía recordar todo. —Él me mira atento, escuchando todo lo que digo y siguiendo cada uno de mis movimientos—. Ese siempre ha sido un tema muy delicado para mí y es por esa razón que nunca hablo de eso con nadie. Me sorprendí muchísimo cuando supe que en el pasado sí hablé de mis poderes con alguien... Hablé contigo, y por eso ahora necesito que me respondas algo. —Me cruzo de brazos—. ¿Qué clase de relación teníamos tú y yo?

—En ese entonces éramos mejores amigos —responde en medio de un encogimiento de hombros—. Supongo que fue por eso que decidiste contarme acerca de tus poderes —añade.

Frunzo el ceño en señal de confusión ante una nueva duda que ha surgido en mi cabeza.

—Y si ambos nos llevábamos tan bien..., ¿por qué actuaste como si recién me hubieses conocido el día que chocamos en el bosque? —inquiero.

Cierra los ojos en ese momento y una expresión dolida y llena de arrepentimiento tiñe su expresión.

Una punzada de dolor se clava en mi pecho y entonces ya no quiero saber la respuesta. Ya no quiero tocar el tema porque por alguna razón me duele verlo así. Me duele ver esa expresión en su rostro.

—Lo hice porque realmente deseaba que las cosas fueran así. Deseaba que fuéramos unos desconocidos... —No me mira cuando habla—. Deseaba con todos mis fuerzas olvidar de una vez por todas lo que alguna vez viví junto a ti —termina de decir en voz baja. Entonces levanta la cabeza y su mirada se encuentra con la mía. Hay un brillo de algo desconocido iluminando sus ojos con intensidad—. Fui un idiota. Lo siento.

Sacudo la cabeza en una firme negativa, haciéndole saber de este modo que no quiero seguir con el tema. Entiendo sus razones para querer desear olvidarlo todo y no voy a juzgarlo.

—Sopongo que dejé de ser tu mejor amiga desde hace mucho tiempo, ¿no? —me atrevo a preguntar.

—No —responde, logrando sorprenderme—. Nunca has dejado serlo, Eimy.

Su palabras logran sacarme una pequeña sonrisa. A continuación, acorto la distancia que nos separa y entonces lo envuelvo en un abrazo.

—Siento haber sido una idiota contigo durante todo este tiempo —digo con arrepentimiento.

Su pecho vibra ligeramente y pronto escucho su risa.

—Ambos fuimos unos tontos. —Me toma de los hombros y me aparta un poco para poder verme a los ojos antes de continuar—. ¿Qué te parece si olvidamos lo sucedido durante los últimos meses e iniciamos de nuevo? —propone.

—Me parece una idea genial. —Me aparto de él.

—Bien, entonces tenemos un trato —dice al tiempo que extiende su mano en mi dirección con una sonrisa ladeada.

—Tenemos un trato —afirmo antes de extrechar su mano—. Y me encantaría seguir hablando contigo, pero creo que primero tenemos que explicarle algo a los demás.

—Tienes razón.

Ambos caminamos hasta la salida de la oficina de papá, lugar en el que estuvimos todo el tiempo ya que es el que tiene menos probabilidades de que algún vampiro de los que están aquí haya escuchado nuestra conversación.

—Se me ocurrió algo con respecto a eso —sonrío con malicia—. Tú sólo sígueme la corriente.

Pronto llegar a la sala de estar y las miradas interrogantes de todos no tardan en caer sobre nosotros.

—¿Y bien? —apremia mi primo—. ¿Ahora sí van a explicarnos lo que pasa?

Sonrio internamente y me preparo para actuar de la manera más natural posible.

—Lo que pasa es que se cumplió lo que le dijiste a los miembros del Concejo, Seth —digo y él me mira con confusión—. Keith y yo somos novios —suelto sin más y siento al aludido tensarse a mi lado.

—¿Qué?

Mi primo ahora está más que sorprendido.

—¡Sí! —vitorea Lily.

Ay demonios... ¿por qué no esperé a saber si estaba junto con todos antes de soltar semejante mentira? Ahora está emocionada y feliz por saber que ocurrió algo que ella quería pero que en realidad no es real. Voy a romper todas sus ilusiones.

Soy una estúpida.

Sólo espero que Lily no lo tome tan mal cuando sepa que esto no es más que una pequeña broma.

—Los felicito —dice Alana—. Ustedes hacen una hermosa pareja.

—¿Seguros que no nos están engañando? —inquiere Kara mostrándose un poco escéptica.

—No los estamos engañando —afirma él—. Lo que Eimy ha dicho es cierto.

Volteo a mirarlo y le dedico una sonrisa de agradecimiento. Me alegra que quiera seguirme en mi mentira y no prefiera negarlo todo.

—La fuerza del amor sí es la única que perdura en el tiempo —comenta Lyn de repente con alegría y satisfacción—. Al fin puedo confirmarlo.

—¿A qué te refieres con eso, Lyn? —le pregunto volteando a verla.

—Hace años nos dijiste a Kara, Alana y a mí que estabas enamorada de Keith —responde, descolocándome por completo—. Pensé que tus sentimientos habían desaparecido por lo sucedido y el paso de los años, pero al parecer no fue así.

Sus palabras me sorprenden de sobremanera.

¿Yo estaba enamorada de él? Maldita sea, odio no poder recordarlo. Odio no poder recordar casi nada.

Lo peor no es haberme enterado de esta manera, no, lo peor es que algo muy en el fondo de mí lo sabía; sabía que estuve enamorada de él... porque aún sigo estándolo.

En resumen, quería hacerle una broma a todos y divertirme al ver sus expresiones llenas de sorpresa, pero la sorprendida terminé siendo yo.

Esto no me lo esperaba.

—Eso que dijiste también aplica para mi hermano, Lyn —comenta April—. Keith lleva años enamorado de Eimy y, aunque lo quisiera, nunca ha podido olvidarla —suspira—. Esto es una prueba de que ambos estaban destinados a estar juntos.

Mi atención se posa con brusquedad en el chico lobo.

Definitivamente esto tampoco me lo esperaba.

Princesa VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora