VIII

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—Bien... creo que ahora empezaremos con la lucha de cuerpo a cuerpo —dice Seth.

El sonido que hace mi celular cuando recibo una llamada llega a mis oídos y voy rápidamente hasta mi habitación a tomarlo. Cuando lo tomo, regreso al patio trasero de la mansión con la misma rapidez y miro la pantalla del celular.

La palabra "Mamá" junto con una foto de ella se iluminan en la pantalla y hacen que algo se revuelva en mi estómago.

—Adelante, Eimy; contesta. Yo iré practicando la lucha cuerpo a cuerpo con Keith. —Ni siquiera volteo a ver a Seth cuando dice todo eso.

Descuelgo la llamada y llevo el celular a mi oreja mientras me alejo un poco del lugar.

—Mamá... —susurro al contestar la llamada.

—Eimy, qué bueno que me contestas. —Escucho un suspiro del otro lado de la linea—. Estaba  tan preocupada por ti. ¿Por qué no regresaste a la mansión luego de que saliste sin decirnos adónde ibas?

—No quería verlos —respondo sin rodeos.

—Por dios, Eimy —dice en un tono que se me antoja de reproche—. ¿Estabas tan molesta que ni siquiera llegaste para despedirte de nosotros?

—Sí, mamá, estaba... no, no estaba; estoy muy molesta con ustedes —me corrijo—. Tú sabes muy bien que el Lobito idiota no me agrada, y aún así decidiste que a partir de ahora tengo que permanecer casi todo el día pegada a él. Y eso no es todo, también me ocultaron todo lo que tenía que ver con su viaje hacia Londres. ¿No te parece que esas son razones suficientes para estar molesta? —cuestiono.

Lo hice porque quiero que y Keith se lleven bien —justifica—. Y, con respecto a lo del viaje... Lo siento, de verdad lo siento.

Un suspiro se me escapa.

—Lo del viaje te lo perdono, mamá, pero lo otro no. —Desvio la mirada hasta donde Seth y el Lobito idiota luchan y me quedo observando a éste último—. No quiero estar junto a él y no es justo que ustedes me obligen a estarlo.

Keith es un buen chico, Eimy, no entiendo por qué no te agrada —dice—. Y es curioso, ¿sabes? Porque yo también odiaba a Eliud cuando lo conocí... y al final acabé enamorada de él.

Desvío la mirada.

Por un demonio, esto es no puede ser. Ahora mi mamá piensa que yo puedo terminar enamorada del Lobito idiota.

—¡Mamá! ¿estás insinuando que...?

—Sí. Estoy insinuando que podrías terminar de la misma manera que yo. —no puedo verla pero juraría que tiene una sonrisa picara dibujada en sus labios. Para ser sincera, ustedes dos hacen una hermosa pareja.

¿Sabes qué, mamá? Justo ahora estoy bastante ocupada así que te llamo luego, ¿sí? Los quiero, adiós.

Y, sin esperar respuesta alguna de su parte, finalizo la llamada.

No puedo creerlo. No. Puedo. Creerlo.

¿En qué cabeza cabe que yo puedo enamorarme de ese idiota? Ah, sí, en la de mi mamá al parecer.

—Eimy.

Dirijo mi mirada a Seth cuando pronuncia mi nombre y lo encuentro parado frente a mí.

—¿Qué? —respondo de mala gana.

—Parece que no estás de muy buen humor.

—Lo siento —susurro.

—No te preocupes —le resta importancia—. Quería decirte que no vas practicar la lucha cuerpo a cuerpo conmigo... y tampoco con Keith.

Arqueo una de mis cejas con confusión.

—¿Pretendes que luche con April? —cuestiono, porque eso eso lo único que se me ocurre—. Porque no voy a hacer eso.

—¡No! —se apresura en negar—. ¿Cómo se te ocurre? No estoy tan demente como para ponerte a luchar con April.

—Entonces no entiendo —confieso.

—Quiero que golpees un árbol —explica.

—¿Qué? No, no voy a golpear un árbol. —Me cruzo de brazos con aire enojado.

—Eimy... —April interviene—. Podemos notar que estás algo tensa y enojada, pero no sabemos cuán enojada estás.

—¿Y por eso quieren que golpee un árbol? ¿para saber cuán enojada estoy?

Yo no quiero golpear un árbol. Quiero golpear a Seth hasta que sepa que haber invitado al Lobito idiota a entrenar con nosotros sin decirme no fue una buena idea.

—Sí —responden ambos al unísono.

—No. —Sacudo la cabeza en una firme negativa—. No, no y no.

—Por favor...

—No, Seth.

—¿Acaso tienes miedo de romper tus uñas? —inquiere, esbozando una sonrisa que se me antoja desafiante.

¡Ah! ¡No soporto a ese idiota!

Apriero mis manos con fuerza y volteo a mirarlo.

—A mí me encantaría romper todas mis uñas en tu rostro —siseo.

El ríe y siento cómo mi enojo aumenta considerablemente.

—¿No lo harás? —insiste.

Vuelvo a mirarlo.

—No.

—Bien. —Suspira—. El entrenamiento ha acabado. Vayamos adentro.

April asiente y ambos van hasta donde está el Lobito idiota para que, acto seguido, los tres caminen al interior de la mansión.

Mis puños hormiguean nuevamente y esta vez no voy a quedarme con las ganas de golpear algo.

Camino hasta el árbol que está más cerca de mí y entonces dejo que todo ese enojo que llevo días conteniendo corra por mi cuerpo con total libertad y se concentre en mi puño. Dejo que toda esa ira me consuma por unos segundos antes de apretar mi mano aún más y estampar mi puño con toda la fuerza que siento ahora en el centro del tronco del árbol.

Un sonoro crujido emana del árbol mientras empieza a romperse y acaba cuando la parte de arriba termina por desprenderse y cae en el suelo.

No queria romperlo, en serio que no quería hacerlo, pero tenía que buscar una manera de descargar mi ira contra algo que no fueran Seth o el otro idiota.

—Tú sí que estabas enojada. —Le escucho decir a April a mis espaldas.

—Parece que tu fuerza aumenta cuando te enojas —observa Seth y el asombro en su tono de voz no me pasa desapercibido—. Recuérdame no hacerte enojar nunca más sin antes estar bastante lejos de ti.

No digo nada.

Mi vista se mantiene fija en el árbol partido a la mitad frente a mí mientras que siento una leve punzada en la cabeza.

—Eimy... ¿estás bien?

—Sí.

Doy la vuelta y, sin ni siquiera detenerme a mirarlos, entro a la mansión y me dirijo con rapidez a mi habitación.

Princesa VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora