No sé qué es lo que me duele más en este momento; si las miradas llenas de desesperación e impotencia de todos sobre mí o el hecho de que Eimy está frente a mí, sosteniendo un arma a la altura de mi cabeza, mientras que Alex me mira con una sonrisa llena de triunfo y suficiencia.
—He esperado tanto para poder ver esto —dice él con un dejo de emoción en su voz.
—Alex, por favor, no hagas esto —suplica Tay mirando a su hermano con lágrimas en los ojos.
—Ahórrate los ruegos, Taylor. Nada ni nadie va a impedir que Bleer muera esta noche —asegura y veo como se acerca a Eliud—. Ni siquiera tú podrás impedirlo —se mofa.
—Eres un maldito...
—Cuídado con lo que haces, hermano —lo detiene—. Recuerda que, si dan aunque sea un solo paso al frente, Eimy no dudará en jalar el gatillo y atravesar la cabeza de Bleer con una bala.
Mis manos se convierten en puños a los costados de mi cuerpo y mi mandíbula se aprieta con fuerza.
Lo odio tanto... Odio que haya encontrado la manera de neutralizar nuestros poderes desde el momento en el que estuvimos a su alcance. Odio que estemos en sus manos. Odio no poder hacer nada para detenerlo...
Un gruñido por parte de Keith llama mi atención y hace que voltee a verlo. Sus mirada está puesta en Eimy y sé que tal vez está diciéndole algo, pero no puedo saber de qué se trata porque, como ya dije, Alex ha neutralizado nuestros poderes y gracias a eso no soy capaz de leer su mente.
—Alex, ¿cuántas balas tiene esta pistola? —pregunta ella sin despegar su mirada de Keith.
—Una. Solo eso necesitamos —responde—. ¿Por qué lo preguntas?
—Es una lastima. —Chasquea la lengua—. Me habría encantado que tuviera más.
Alex ríe.
—Si lo que quieres es matar al lobo, pues no te preocupes, no necesitas un arma para hacerlo —afirma con diversión antes de volver de manera repentina a su semplante serio—. En fin, creo que ya deberíamos terminar con esto...
—Dime por qué —digo en voz baja, interrumpiendo lo que sea que tenía que decir.
—¿Por qué, qué? —pregunta con confusión.
—Sé que voy a morir, pero antes de hacerlo dime por qué lo hiciste... ¿Por qué mataste a su hija? —aclaro y fijo mi mirada en la de Eimy.
—Oh, te refieres a eso —dice con comprensión al tiempo que, de reojo, lo veo cruzarse de brazos—. Es muy simple. Desde el principio me introduje de nuevo en la mente de Eimy para hacer que recordara nuevamente todas esas cosas que tú bloqueaste en su mente, y también para ponerla un poco en contra de ti —admite—. Poco tiempo después de haberlo hecho, descubrí que sus recuerdos se desbloqueaban con más rapidez cuando experimentaba una gran cantidad de tristeza y dolor emocional. Claro, eso no era algo que Eimy sintiera a menudo, así que está claro que eran muy pocos los momentos en los que recordaba varias cosas a la vez.
>>Empecé a impacientarme al ver que aún no recordaba nada de mucha importancia y por eso tomé una decisión definitiva. Debía hacer algo que la destruyera por completo para que recordara todo de una vez por todas.
—Por eso la mataste —susurro, sintiendo un nudo en la garganta.
—Sí —afirma y, por unos segundos, me parece ver un destello azul brillar en los ojos de Eimy—. Sabía que perder a la niña la destruiría por completo, así que no dudé en hacerlo. Me alegra decir que mi plan salió mejor de lo que esperaba —su sonrisa se ensancha—. Eimy no fue capaz de recordar que mató a su hermano porque estaba bajo mi control mental, y eso fue magnifico porque su odio hacia sí misma la condujo directamente a mí.
—Ya cállate —siseo—. No quiero seguir escuchándote.
—También debo admitir que matar a la pequeña fue más entretenido de lo que pensé —continúa y mi mirada viaja al suelo—. Había pánico puro en su mirada, miedo en su voz cuando pronunció el nombre de su madre y su corazón... Su corazón latió tan rápido cuando supo que se acercaba su final que por un momento pensé que saldría de su pecho —una carcajada brota de su garganta—. ¡Fue tan divertido! No me arrepiento ni un poco de haberla matado... ¿Cómo se llamaba? —esboza un gesto pensativo—. Bueno, creo eso no importa en este momento —le resta importancia.
—Eres un maldito infeliz —espeta.
—Me das asco, Alex —pronuncia Emma con odio y repulsión tiñendo su tono de voz.
—No es como si me importara mucho lo que ustedes piensen de mí —menciona con desdén—. Eimy, mátala —ordena.
Suspiro profundo.
Cierro los ojos y espero sentir el dolor que seguramente provocará la bala al atravesar mi cabeza.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco segundos pasan y todo sigue igual, entonces vuelvo a abrir los ojos y miro a Eimy.
Sus ojos azules destellan con ira, algo que contrasta con la serenidad en su expresión. En ese momento, la esperanza vuelve a colarse en mi sistema acompañada de un poco de emoción al ver que tal vez Eimy se ha librado del control mental de Alex.
—Lily —susurra, con una tranquilidad que se siente errónea—. Su nombre era Lily —repite y entonces, sin darle tiempo a nadie de reaccionar, mueve la pistola en dirección a Alex y dispara.
Su acción tan repentina me sorprende y me quedo varios minutos paralizada viendo cómo algunas brujas se acercan a Alex para ayudarlo.
—Perdón —la escucho decir a mi lado antes de que el caos se desate una vez más.
Las brujas atacan de nuevo, esta vez luciendo furiosas. Veo cómo se llevan a Alex y trato de acercarme, pero una de sus aliadas me lo impide.
Lucho con todas las brujas que se interponen en mi camino para que no llegue a Alex y, siendo sincera, son muchas más de las que esperaba. Cuando llegué no había tantas brujas como ahora... ¿De dónde salieron?
—Maldición... Se escapó —murmuro entre dientes cuando las brujas dejan de bloquearme el camino y noto que Alex ha desaparecido.
Doy la vuelta con frustración. Veo a Keith sobre una de las brujas y pronto logro visualizar a otra de ellas apuntándolo con una pistola.
Las alarmas se encienden en mi sistema en ese momento.
—¡Keith! —grito en su dirección para que se aparte.
Él voltea a verme y entonces un disparo se escucha.
"No"
Su cuerpo cae al suelo.
"No, no, no..."
La sangre empieza a salir con rapidez de su pecho.
"No puede ser"
Mis ojos se llenan de lágrimas y mis manos empiezan a temblar de manera incontrolable.
"No, ella no..."
Mis ojos se llenan de lágrimas.
Quiero acercarme, quiero correr a su lado, pero mis piernas no responden. Mi cuerpo entero no lo hace. Mi mente no puede conectarse con mi cuerpo para ordenarle que se mueva porque en lo único que puede pensar en este momento es en lo que está pasando.
En lo único que puedo concentrarme ahora es en la imagen del cuerpo ensangrentado de Eimy sobre el suelo del bosque.
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Princesa Vampírica
FantasyUn encuentro no muy apropiado. Una rivalidad que se convierte en algo más. Una venganza jurada. Una chica vampiro con un carácter fuerte y un chico lobo arrogante y mandón. Sólo queda una interrogante: ¿Qué es lo que se puede esperar si sus camino...