19.

2.6K 156 6
                                    

Ella era tan graciosa y me hacía sentir tan bien, y eso me hacía sentir tan mal, las palabras de Chris se repetían una y otra vez en mi cabeza, pero ¿que podía hacer?, no quería perderla pero no sabía cómo decírselo.

- ¿De verdad no quieres salir?-, pregunté decidido a dejar de lado mis preocupaciones al menos hasta que pudiera saber qué hacer.

- No...además mi idea era quedarme todo el día en la cama ¿recuerdas?-, sonrió tiernamente, mientras yo rozaba sus labios hasta bajar a su cuello.

- Si....tú y tu complejo de oso en periodo de hibernación-, me burlé y ella rió.

- Tal vez podríamos ir al supermercado-, sugirió ella y yo la miré confundido.

- Quiero cocinar algo...ya sabes "dar buena impresión"-, se burló y yo la besé, no necesitaba hacer nada, mi familia la adoraba, yo lo sabia mejor que nadie, el que Chris hubiera tenido esa conversación conmigo antes de la comida era solo una prueba.

- Claro podemos comprar un pastel, le quitamos la bandeja de plástico, lo metemos en el horno y fingimos que lo hiciste tú-, me burlé y ella me saco la lengua.

- Se cocinar-, insistió ella.

- Si claro-, continué yo mientras ella se trataba de levantar.

- Ok....vamos, voy a adorar verte llena de harina-, susurré y ella me aventó juguetonamente al sofá.

Salimos en mi auto y fuimos hasta el supermercado más grande.

~........~   

Entramos mientras yo tomaba una cesta de aluminio para guardar las cosas, fuimos directamente a los abarrotes y comenzamos a buscar las cosas que hacían faltan... mas harina, levadura, crema batida, me sentía extraña al hacer cosas tan simples como estas con él, era como jugar a la casita, un juego que me agradaba más de lo que yo misma quería admitir, le pedí que fuera a buscar duraznos en almíbar para decorar el pastel y me dejó sola después de hacerme un gesto de militar, a lo que yo me reí.

Comencé a buscar la esencia de vainilla que me gustaba poner a mis pasteles, a lo largo de las estanterías. Estaba agachada con la cesta bajo mis pies mientras lo buscaba sin poder localizarlo entre todos los botecitos.

- ¿Se está escondiendo?-, preguntó una voz a mis espaldas, yo me levanté para ver a un chico morocho, con ojos azules, y el cabello largo, llevaba una linda camisa blanca y un paquete de harina en la mano, lo que contrastaba con su personalidad o al menos la que reflejaba su ropa.

- Si ya sabes....se esconde cuando no quieren ser comprados-, repliqué y el sonrío.

- ¿Qué buscas?-, preguntó mientras se acercaba y se agachaba delante de la estantería

- Esencia de vainilla, pero creo que se terminó-, contesté mientras el movía algunos envases.

- Taran...-, se levantó mientras me mostraba la esencia.

- Los escondes para que nadie más los pueda comprar-, bromeé y el sonrío aun mas.

- No, esta vez tuviste suerte...-, se defendió él.

El muchacho veía a la chica frente a él, y no recordaba haberla visto por el pueblo, -La recordaría sin duda-, pensaba él, era diferente a otras, la piel pálida, el cabello castaño y esos simpáticos lentes.

-  Anahi-, dije mientras le extendía mi mano.

- Diego -, saludó él mientras yo levantaba mi cesta.

- Harás un pastel-, inquirió él mientras yo miraba sus compras.

- Si...un regalo-, sonreí y el asintió.

El acuerdo perfecto (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora