Ciana habló esa noche con Bianca sobre Kevin. Ella había asegurado, muy tranquilamente, que no le importaba si eran amigos, aunque lo había esperado ya que la invitación para su cumpleaños había estado dirigida a las dos.
–Así que los Sforza le están preparando una fiesta sorpresa –musitó Ciana con una pequeña sonrisa. ¡Ah, lo que le esperaba a Kevin!
–Sí, así parece –le alcanzó la invitación–. ¿No te la mostré? Bueno, pensé que no te interesaría.
–Oh, claro –se encogió de hombros.
–No había creído que ustedes podrían llegar a congeniar de manera alguna. Al parecer, me equivoqué –Bianca jugueteó con su cabello.
–Quizá no a primera vista, pero él me agrada –replicó Ciana.
–¿Sí? Bueno, supongo que puede pasar –ella brindó una sonrisa desinteresada. Se incorporó.
–¿Vas a salir nuevamente? –interrogó Ciana cuando Bianca tomó un abrigo.
–Sí. He quedado con una amiga para tomar un café. No olvides estar lista para la fiesta de Kevin –le guiñó un ojo, divertida–. Adiós, Ciana.
–Claro, Bia.
Después de aquello, Ciana no estaba segura de qué pensar. Todos los progresos que había creído ver entre Bianca y Kevin parecían esfumarse sin previo aviso. ¿Estaba haciendo lo correcto al ayudar a Kevin? ¿O era una manera equivocada de buscar la felicidad de su hermana gemela?
Porque ahora, además, quería la felicidad de Kevin. Y empezaba a dudar que esas dos felicidades fueran de la mano.
No. No podía empezar a pensar de manera pesimista ahora. Kevin y Bianca encontrarían su felicidad. Juntos, esperaba, ¿cierto?
La mañana llegó rápidamente y Ciana no había llegado a una conclusión satisfactoria. Decidió dejarlo estar mientras esperaba la llegada de Kevin.
–Hola, Ci.
–Feliz cumpleaños, Kev –Ciana lo estrechó con un brazo mientras mantenía el otro detrás de su cuerpo.
–¿Qué tienes ahí, Ci? –inquirió Kevin con una sonrisa divertida. Ciana mostró de a poco lo que sostenía.
–¡Oh, Dios! ¿Eso es lo que creo que es?
–¡Muffins de chocolate! –confirmó con una risita. Kevin la tomó en sus brazos y empezó a dar vueltas con ella–. ¡Kevin! –chilló sin aliento.
–¿Qué?
–¡Bájame! ¿Te has vuelto loco? ¡Cualquiera podría vernos!
–¿Y qué? ¡Vamos, Ci! Es mi cumpleaños, ¿no puedo abrazar a mi mejor amiga?
–Yo no soy tu mejor amiga.
–Te sorprenderías –murmuró Kevin pero la dejó en el suelo–. ¿Vienes?
–Claro –Ciana lo siguió hasta su auto y subió. Se preguntó a dónde la llevaría, pero la incertidumbre no duró mucho cuando la Mansión Sforza se perfiló al final de la calle que atravesaban–. ¿Tu casa?
–Sí, podrías llamarla así.
–No quiero ir con tu familia, Kevin.
–¿Quieres decir por la Mansión? Ningún Sforza vive ahí, Ci.
–¿Ninguno?
–No.
–¿Y tú?
–A veces. Cuando me aburro de mi departamento.
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Imagina que te amo (Sforza #5)
RomanceTodo empezó por un beso a la persona equivocada... Si Kevin Sforza hubiera conocido las repercusiones que tendría un impulso seguido durante una fiesta, jamás lo habría hecho. ¿O sí? Después de años de aquella noche, él no está dispuesto a rendirse...