Capítulo 14

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Alrededor de dos meses duró aquella rutina que habían establecido Ciana y Kevin. Ella había insistido en que debían encontrarse de manera discreta, para evitar más suspicacias. Kevin se había negado en redondo, argumentando que no hacían nada indebido y que eran amigos. ¿Por qué debían ocultarse?

Así que continuaron encontrándose antes de que él asistiera a sus citas con Bianca, para buscar un nuevo tema de conversación. Algunos interesaban ligeramente a Kevin. Otros eran aceptables. Pero había muchos que él simplemente sacaba a relucir por no quedar en un incómodo silencio con Bianca. Aunque eso era un problema menos frecuente con cada encuentro que concertaban, especialmente desde la noche de su fiesta de cumpleaños. Le había gustado la actitud protectora de Bianca. Había observado un atisbo de su verdadero ser. ¿Era ella a la que quería? ¿Lo era?

Estaba siendo un idiota. Él podía terminar con aquella incertidumbre que lo consumía haciendo lo que siempre había querido volver a hacer. Desde aquella primera vez en la noche de fin de año. Besarla.

Buscó con la mirada en los diferentes grupos que lo rodeaban. En el más alejado, con tan solo dos personas (insólito en Bianca), la encontró. Se dirigió con paso firme y al llegar, carraspeó y dijo:

–Bianca.

–¿Kevin? –exclamó la joven girándose al tiempo que se quitaba el sombrero, dejando caer una melena castaña, varios tonos más claros que la de Bianca.

–Ciana –dijo sorprendido, mirándola una vez más, de arriba abajo.

–Hola, Kev –saludó con una sonrisa leve. Notó su escrutinio y empezó a removerse, incómoda.

–Lo siento, por un momento...

–Pensaste que era Bianca.

–Sí. Es que tu ropa... –Kevin señaló su atuendo, frunciendo levemente el ceño– no luce como tú.

–Es de Bianca –reconoció Ciana en un suspiro–. No me gustan las fiestas campestres y no tenía intención de venir. Bianca me prestó uno de sus conjuntos y me obligó a acudir –se pasó las manos por la pequeña falda, alisándola–. El sombrero también fue su idea.

Kevin asintió, aliviado de que Ciana no se hubiera ofendido por su confusión. Bueno, era normal. Él, mirándola desde atrás, habría jurado que era Bianca. Sin la melena de Ciana a la vista, ni la ropa de corte más clásico que usaba, podía pasar sin problema por su gemela.

–¿Para esconder sus cabellos y ser confundidas?

–Oh, no lo sé. Quizá –respondió reflexiva–. Lo cierto es que lo prefiero.

–¿Ser confundida con Bianca?

–No, bobo. El cabello recogido. Me estorba llevarlo suelto. Es tan largo.

–¿De verdad? ¿No te gusta?

–No demasiado. No sabes la suerte que tienes de llevarlo tan corto.

Kevin rió y se pasó una mano por los mechones castaños rojizos despeinados, sin poder evitarlo.

–¿Y por qué lo sigues llevando así, entonces? –inquirió Kevin y Ciana le dirigió una mirada irónica–. ¿Qué?

–¿Y qué sugieres? ¿Qué me lo corte?

–No lo sé. Si crees que así te gustaría más –murmuró pensativo.

–Nunca lo he hecho. A mi... bueno, siempre lo he llevado así.

–¿Y no crees que a veces los cambios son bienvenidos?

Imagina que te amo (Sforza #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora