Kevin frunció el ceño ante el mensaje de Ciana, en el que cancelaba su encuentro de esa tarde. No le gustó la sensación que le dejó no verla y no pudo desprenderse del sentimiento durante la cita con Bianca. Sorprendido, descubrió que se había acostumbrado a tener a Ciana a su lado antes de cada cita, a hablar con ella, a escucharla reír... tan solo a verla. ¿Estaría todo bien con Ci?
Ella le aseguró que no pasaba nada. Que se lo explicaría luego. ¿Cuándo, exactamente? Bueno, quizá tenía un compromiso laboral imposible de postergar. De cualquier manera, como la temporada navideña se acercaba rápidamente, podría verla a menudo. Al día siguiente, de hecho, se llevaría a cabo un evento al que estaba seguro asistiría Ciana. Así que él también iría.
En el transcurso del día y tarde siguiente, mientras se preparaba para el té que anunciaba el inicio de las festividades de Navidad en la sociedad italiana, los pensamientos de Kevin volvieron una y otra vez a Ciana. ¿Por qué no contestaba sus llamadas? ¿Por qué no llamaba? Estaba preocupado por ella. La extrañaba.
Detuvo el movimiento de sus manos al colocarse la chaqueta. Se quedó helado por un largo momento, sopesando la dirección que habían tomado sus pensamientos. ¿Podía haber estado tan equivocado en sus sentimientos? ¿Alguien, en verdad, sería tan idiota? Al parecer, él sí.
¡Demonios! ¿Estaba enamorado de Ciana Ferraz? ¿De verdad? ¿Lo estaba? ¿Acaso eso podía pasar? ¿Era posible?
La sonrisa de Ciana se presentó en su mente con absoluta claridad. La veía como aquella mañana en el parque, rodeada de sol, con su cabello corto ondulándose por la brisa que corría y sus ojos brillantes de emoción. Estaba preciosa.
¡Rayos! Se había enamorado de Ciana. ¡Se había enamorado de la hermana gemela de la mujer con la que se suponía estaba saliendo! ¿Acaso había perdido la razón?
Ya. Era oficial. Cuando un Sforza se enamoraba, lo que no pasaba con frecuencia, no lo hacía de una manera tradicional. Claro que no. En lo único que debería predominar la lógica de la que tanto se enorgullecían, simplemente no se presentaba ni por asomo.
¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué hacía uno al darse cuenta que no estaba enamorado de la mujer que se suponía debía estar?
Incluso Bianca había notado el cambio sutil y gradual de su relación. El acercamiento romántico que Kevin había ideado trocó en algo completamente diferente. Sus citas eran interesantes, informativas y entretenidas pero nada más. No había chispa. Nada más que dos personas comportándose cortésmente. Atracción nula.
No obstante, de nuevo se preguntaba, ¿por qué había sentido con tanta intensidad después de ese primer beso aquella noche de fin de año? ¿Se lo había imaginado todo? ¿Tanto quería que Bianca fuera la única que él se había convencido a sí mismo?
¡Qué idiota! ¿Por qué no procuró conocer más a Ciana antes de lanzarse a la conquista de Bianca? ¿Por qué no a la misma Bianca? ¡Podría haber notado que no tenían nada en común más que el ser italianos!
No era un mal comienzo, por supuesto, sin embargo él ya había vislumbrado la perfección. Las horas con Ciana habían sido todo lo que él anhelaba sin saberlo. Había hablado con ella, reído y bromeado, incluso le había hablado sobre temas que generalmente no tocaba. Como su familia o su niñez. El crecer en la Mansión Sforza era uno de los temas que sus hermanos y él mismo se empeñaban en evitar. Y él se lo había contado a Ciana. Libremente. Porque nunca lo presionaba ni insistía. Todo era natural con ella.
Bien, se había enamorado de Ciana. Pero, ¿qué sentía Ci por él?
Dejó de lado sus pensamientos y se dispuso a actuar de acuerdo a lo que había deducido. Esa tarde buscaría a Ciana, hablaría con ella y trataría de averiguar lo que sentía. En cualquier caso, él confesaría lo que sentía, después de explicarle su testarudez con respecto a Bianca. Ciana lo comprendería, ¿cierto?
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Imagina que te amo (Sforza #5)
RomanceTodo empezó por un beso a la persona equivocada... Si Kevin Sforza hubiera conocido las repercusiones que tendría un impulso seguido durante una fiesta, jamás lo habría hecho. ¿O sí? Después de años de aquella noche, él no está dispuesto a rendirse...