Ciana alcanzó a Kevin en el parque y se dejó caer a su lado. Él la miró extrañado, esperando que explicara su tardanza pero no tenía aliento para hacerlo. Había tenido que correr para llegar.
–¿Agua? –ofreció Kevin dándole una botella. Ella asintió y bebió un trago–. ¿Mejor?
–Sí, gracias –Ciana se la devolvió–. Siento llegar tarde.
–No hay problema. ¿Está todo bien? –inquirió preocupado.
–Sí, lo está. O eso creo...
–No suenas convencida. ¿Qué pasó?
–Bueno... ¿recuerdas cuando hablé de lo largo que estaba mi cabello...?
–¿Sí?
–¿Sí afirmativo o sí interrogativo?
–Afirmativo.
–Bien –Ciana apretó los labios en una línea fina. Soltó un suspiro.
–¿Ci?
–Bien –repitió–. Lo haré –se quitó la banda que llevaba alrededor de su cabeza y giró. Kevin abrió los ojos, sorprendido–. ¿Qué te parece?
–¡Vaya!
–¿Qué? ¿Está bien? ¿Mal? ¿Qué significa vaya?
–Estoy sorprendido, Ci –Kevin observó como ella fruncía el ceño. Pasó sus dedos con suavidad por la frente de Ciana–. Pero me gusta.
–¿Sí? ¿De verdad? –sus ojos azules empezaron a iluminarse.
–Sí. Te queda muy bien. Te da un aire travieso que me fascina.
–¡Kev! –protestó Ciana con una risita–. No bromees.
–No lo hago.
Kevin clavó su mirada con seriedad en ella. No, no bromeaba. Ciana parecía haber florecido después de haber cortado su cabello, como si deshacerse de su larga melena hubiera supuesto desprenderse de una capa tras la que se ocultaba. No había ni el más mínimo rastro de frialdad, seriedad o severidad en su rostro ahora. Tenía una apariencia fresca y alegre, con una gran sonrisa que llegaba hasta sus ojos. Estaba realmente preciosa.
–Cielos.
–¿Qué sucede, Kev?
–Nada. Es solo que... –Kevin se silenció. ¿Podía...? No, imposible.
–¿Qué?
–Debemos celebrar tu nuevo estilo, ¿cierto?
–¿Celebrar?
–Claro. ¿Vamos a cenar?
–Kevin, no sé si sea buena idea –dudó.
–Ci...
–Tienes razón. Somos amigos. Vamos –accedió con seguridad.
***
–¡Ciana! –exclamó sorprendida Bianca. Ciana le brindó una sonrisa de alegría–. No puedo creerlo. ¡Te cortaste el cabello!
–Lo sé. ¿Qué te parece?
–Me encanta –Bianca aplaudió, feliz–. ¿Y cuál es el motivo del cambio? ¿Y por qué no me pediste que te acompañara? –frunció los labios, fingiendo enfado. Ciana rió.
–Bueno, Bia, quería que fuera una sorpresa.
–Y lo es. Pero estás muy linda.
–Gracias, hermanita –Ciana la abrazó.
–¿Lo hiciste para que no nos confundieran? –inquirió de pronto, indignada. Ciana soltó una carcajada.
–Bueno... –empezó. Bianca gruñó amenazante–. Claro que no, Bia. Solo creí que era hora de un cambio. Desprenderme de un peso y resultó que estaba en lo cierto. Sé que sonará tonto pero me siento más libre, ¿sabes?
–¿Todo por cortarte el cabello?
–Te dije que sonaría tonto.
–¿Estás segura de que no hay otro motivo?
Ciana la miró interrogante. Bianca le devolvió una mirada suspicaz.
–¿Qué quieres decir? –preguntó tensa.
–Nada específico. Pero quizá tú...
–¿Cómo vas con Kevin? ¿Algún progreso? –cambió de tema, dirigiendo la atención de Bianca a lo primero que se le ocurrió.
–¿Kevin? Sí, me gusta su conversación. Es inteligente y me permite hablar de lo que me apasiona. Es una buena compañía.
–¿Y? ¿Solo eso?
–Y es muy atractivo y encantador –añadió Bianca– aunque tú ya sabes eso, ¿cierto, Ciana?
–Lo es –se encogió de hombros– pero has conocido a cientos de hombres así, ¿no?
–Sí. Pero hay algo especial en Kevin.
–Sí, así es.
Bianca entrecerró sus ojos y la estudió por un largo momento. Ciana empezó a removerse, incómoda, bajo su escrutinio.
–Déjalo, Bia –pidió Ciana caminando hacia la puerta.
–Creo que empiezo a alucinar –murmuró.
–¿Qué dijiste? –inquirió Ciana, girando.
–Te ves asombrosa, hermanita.
–Seguro –dijo en tono dudoso.
Esperó pero Bianca no añadió nada más y se alejó hasta la ventana, con aquella mirada perdida que significaba que no prestaría atención a nada que estuviera fuera de su propio mundo interno.
–De cualquier manera, tengo una llamada que hacer –musitó Ciana para sí misma, obligándose a ir a su habitación y tomar el teléfono. ¿Debía decírselo o esperaba a que la viera? ¿Sería buena idea? ¿Y si creía que se había vuelto loca?–. Oh, esto promete ser interesante –suspiró y marcó el número.
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Imagina que te amo (Sforza #5)
RomanceTodo empezó por un beso a la persona equivocada... Si Kevin Sforza hubiera conocido las repercusiones que tendría un impulso seguido durante una fiesta, jamás lo habría hecho. ¿O sí? Después de años de aquella noche, él no está dispuesto a rendirse...