Capítulo 8

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Kevin dejó salir un suspiro de decepción al recibir un mensaje de Ciana, en el que le informaba que debían elegir otro lugar para su encuentro. ¡Y él que estaba ansioso por los muffins de chocolate de esa cafetería!


¿Muffins de chocolate? Los podemos comprar en otro lugar, Kevin.


¿En otro lugar? Frunció el ceño ante su celular. Claramente Ciana no sabía de lo que hablaba. Negó con la cabeza lentamente antes de responderle.


No. Esos muffins son ÚNICOS. ¿Cómo puedes NO saberlo? Ciana Ferraz, necesitas comer más dulces.


Volvió a concentrarse en el balance que revisaba. Señaló una posible inconsistencia antes de escuchar el timbre.


¿Lo necesito? ¿Qué te hace pensar que no lo hago? Además, un muffin es el mismo en cualquier lugar.


Él reprimió un bufido de incredulidad y una pequeña sonrisa bailó en sus labios al contestar.


ESO. Una respuesta así solo puede provenir de alguien que no come muchos dulces y no sabe de muffins.


Kevin amplió la sonrisa. Casi podía adivinar la réplica furiosa de Ciana.


Claro. Tú eres un conocedor de muffins. Ahora lo comprendo. ¿Puedes fijar de una vez el lugar para encontrarnos?


Estaba exasperada. Kevin soltó una carcajada, disfrutando provocar a Ciana como nunca lo había imaginado.


Por supuesto. Un conocedor de muffins como yo sabrá cuál es el lugar perfecto para nuestra cita.


Envió el nombre y la dirección para que Ciana lo encontrara ahí. Después de unos minutos sin respuesta, se encogió de hombros y se enfrascó en la columna de números que revisaba.


Sabía que no tendría que retractarme. Tú, Kevin Sforza, ¡eres imposible!


Ese último mensaje lo leyó al salir de la oficina. Ni siquiera había escuchado que hubiera timbrado su celular. Curvó la comisura de su boca, divertido por la trivial discusión.

Llegó diez minutos antes de la hora señalada, eligió una mesa del fondo y se puso a repasar el menú. Sí, había muffins pero él estaba bastante seguro de que no serían tan buenos como los otros. Al menos eso recordaba. Hacía años que no pasaba por ahí.

La última vez que había acudido... ¿cómo pudo haber olvidado lo que ocurrió? Bianca acompañada de uno más de sus admiradores. Mirando burlona hacia él, como si supiera que había ido solo por verla. El rumor que ella estaría ahí había recorrido el grupo el día anterior y, por supuesto, no era el único. Nunca había sido el único para Bianca.

¿Valía la pena esa persecución? ¿Todo por un beso robado hacía años?


–Señor Sforza, deje de mirar así al menú. ¿Acaso no tienen muffins?

Imagina que te amo (Sforza #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora