Capítulo 29

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Ciana admiraba la entereza de la familia Sforza. Los hermanos se encontraban firmemente colocados frente al féretro mientras el entierro de Isabelle Sforza continuaba. Estaban todos, encabezados por Vincenzo, padre de los Sforza, un hombre intransigente y severo que ahora se veía destruido. Destruido, sí, pero eso no le restaba autoridad y solidez a su postura y su expresión.

La atmósfera que parecía envolver a los Sforza era de inusual calma, de resignación. Tan distintos a cualquier otra persona... tan dignos siempre. Casi fríos e indiferentes.

Solo que Ciana lo sabía mejor porque era parte de esa familia desde que había aceptado ser novia de Kevin. Los conocía. A él, especialmente, y sabía que sufría. Quizá ninguno lo demostrara abiertamente, sin embargo estaban destrozados por la prematura, pero anticipada, muerte de su madre Isabelle.

Su corazón se encogió un poco cuando notó que el único que estaba solo era Kevin. Bien, su familia lo rodeaba pero él no se apoyaba en nadie. Hacía un momento que había devuelto a su sobrino James al cuidado de Giovanna, con lo que retomaba su mirada seria y rostro grave. Era algo tan fuera de lugar en su generalmente risueño Kevin que cerró los ojos ante el dolor. Ojalá pudiera evitárselo. Ojalá pudiera hacer algo por ayudarlo.

Apenas eran tres meses desde que habían empezado a salir y no le había parecido conveniente demostrar públicamente su relación. Era demasiado pronto aún, solo que, ¿a quién le importaba? Kevin no tendría que estar solo. Ella debería estar firme a su lado, no aquí, rodeada por su familia. No siendo una cobarde y justificándose en proteger a Darío. ¿De qué exactamente pretendía protegerlo? Las habladurías habían seguido y ella no había podido hacer nada al respecto. Además a él ni siquiera parecía importarle en lo más mínimo.

En cambio a Kevin... él se merecía que ella estuviera a su lado. Ahora.

Se movió con pasos firmes pero discretos hasta colocarse junto a Kevin, quién tenía la mirada puesta en algún lugar muy lejos de ahí. Se colocó a su lado y deslizó la mano en la de él. Elevó su rostro para captar la mirada de él. Contenía amor, agradecimiento, dolor y algo más que se desvaneció rápidamente en cuanto él volvió a mirar hacia otro lugar. Ciana le dio un apretón suave en la mano, como asegurándole que estaba ahí y no se iría a ningún lugar. Kevin pareció no notarlo, aunque tras unos minutos, él entrelazó sus dedos con los suyos, poco dispuesto a dejarla marcharse.

Ciana era consciente de las miradas especulativas que su cambio de lugar había generado. Sin embargo, se sorprendió de que en verdad, ahora que estaba hecho, no le importaba en lo más mínimo. Sí, ¿en qué había estado pensando antes? Amar a Kevin no estaba mal. Era absurdo que hubiera intentando ser discreta... o bueno, no tanto absurdo sino... solo no.

Dejó de lado sus pensamientos cuando notó que todo había quedado en silencio. Había concluido y no podía decir que no estuviera aliviada de que así fuera. Ya era suficientemente duro el perder a un ser amado como para tener que estar durante horas soportando el escrutinio del resto de la sociedad con calma y serenidad, recibiendo condolencias que poco hacían para ayudar y rara vez eran apropiadamente sentidas.

Tras varios minutos, que se sintieron como horas, las personas empezaron a dispersarse y solo quedaron allegados a los Sforza. Que no eran pocos debido a los matrimonios que habían contraído cada uno de los hermanos. Ciana giró para dirigirse hacia su familia pero Kevin se aferró a su mano, con fuerza.

–¿Kev?

–No te vayas, Ci –pidió en voz baja. Ella ladeó el rostro, sorprendida.

–Oh, yo...

–Kevin –interrumpió Cayden acercándose hasta ellos–. No olvides la cena en mi casa esta noche. En este momento iremos con nuestras familias a descansar pero tienes que venir más tarde, ¿de acuerdo?

Imagina que te amo (Sforza #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora