Desconocido

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Aunque aparentaba estar bien, sabia que en el interior de su latente corazón, de ese nuevo corazón, el cual había dejado de latir durante unos cuantos años y luego por culpa de un mordizco-un patético mordisco de una mujer con colmillos- se vio forzado a bombear sangre una vez más por todas las venas, capilares y arterias. No se encontraba bien,  sabia que dentro de su cabeza estaban rondando miles de preguntas y también, un enfado brutal.
Me apretaba la mano cada vez que daba un paso,  odiaba no sentir su fuerza descomunal, odiaba no sentir su frío en los huesos y odiaba estar presenciando esta transición.
Estiro de mi, me sentí por un segundo como si estuviese hecho de paja, lleno de un material demasiado ligero y manejable.
-!Detente¡-le grite mientras pasábamos por encima de un grupo de hojas secas-.Hablame!  Explícame que esta pasando por tu cabeza.
El no me miro, siguió clavando su mirada en el infinito y luego miro al suelo,  por un segundo pude sentir su temperatura aumentar y sus mejillas,  sus nuevas mejillas humanas, ponerse de un cálido color rosado. Me solto de la mano y suspiro.
Podía pretender ser amable o tal vez, solo tal vez,  hacerle creer que me dolía su estado actual.  Pero me mentiría a mi mismo, sabia que me gustaba que fuese humano, me gustaba la idea de morir con el y sentir que sus constantes vitales dejarían de funcionar como las de un humano normal. Pero,  también sabía, que echaría de menos la fuerza,  el deseo,  el frío y el sexo descontrolado, la sensación de sentirme unido a el y saber que era un ser no humano.
-No tengo la capacidad de correr, no puedo saber que pasa a mi alrededor, y... -por un segundo parecio estar triste, como si sus ojos estuviesen a unos segundos de expulsar lágrimas.
Llorar es un acto muy humano, el nunca me había dado aquel acto, nunca me había regalado unas cuantas lágrimas y yo, un simple humano, si que le había regalado un par de lágrimas desde que le conozco.
Le miré durante un rato, esperando que terminara su frase y esperando, a que llorara por primera vez como humano.
-y no puedo saber lo que te pasa, no puedo saber como te sientes, y lo mas duro,  es que no puedo sentir el latido de tu corazón diciéndome a gritos que me amas.
Su voz se fue perdiendo poco a poco, como si le diera vergüenza lo que había dicho. Mientras tanto yo, me rompía por dentro y no comprendía muy bien lo que estaba ocurriendo. Me mordí el labio inferior con fuerza, incluso sentí el sabor de la sangre correr por mi labio inferior.
-Daniel...
Tomo mi mano con fuerza, una vez más, estiro de mi y seguimos caminando. El pareció estar enfadado,mientras que yo no sabia exactamente en que estado emocional estar.
Caminamos entre la maleza durante un par de horas,  supe que el hecho de que Daniel fuese humano, impedía que llegáramos rápido al lugar a donde me quisiese llevar.  Era muy egoísta pensar eso, pero ¿quien no quiere que le lleven rápido a algún lugar?
Daniel siguió dominando, había soltado mi mano hace un par de minutos y no me importaba, no podía seguir la velocidad desesperada de sus pasos enfadados. Pareció estar cansado,  aunque su ego masculino le impedía decir que estaba cansado y con ganas de gritarle al mundo entero.
-Podríamos hablar de algún tema-. Le dije sin pensar.
El me miro con cara de pocos amigos y entonces se quedo quieto.
-Solo digo,  que este silencio me esta...
Me quede completamente en silencio al ver lo que estaba delante de mi, entrecierro los ojos para ver con más claridad y puedo ver el automóvil de color negro que esta delante de nosotros, a unos cinco metros, con las luces encendidas y al parecer el motor en marcha. El corazón me dio un giro inesperado, por un segundo pensé que la muerte nos había venido a visitar y por un segundo, me alegre por ello, las piernas me dolían y tenia tanta sed que mi deseo mas fuerte en ese momento, era poder morir o caer en un manantial.
Daniel, se echó los pelos dorados hacia atrás y comenzó a caminar, yo de fondo intentaba decirle algo, pero no tenia tantas fuerzas como para gritar a todo pulmón.
-Eden, vamos! -me grito, mientras esperaba y me estiraba la mano.
Le miré con cara de asesina en serie, para haber perdido sus poderes de maldito vampiro, seguía siendo una persona un poco desagradable.
Tome su mano, no me sentía orgulloso de la dependencia que tenia a Daniel, pero me hacia sentir bien y por tonto que pareciera, también me hacia sentir protegido, aunque ahora mismo fuese yo el que más poderes y capacidades tiene para sobrevivir.
-¿como sabes que no es un coche asesino? -pregunte.
-no es un Transformer,es simplemente  un automóvil-No entendí aquella broma, no tenia gracia en aquel momento-.No te disparara,ya veras.
Por un segundo quise arrancarle la cabeza, pero deje de pensar en ello en el momento que vi a aquel hombre grande salir del automóvil, habia olvidado su color de piel, sus ojos y sus grandes hombros. William, el hombre que se encargaba de cubrirle las espaldas a Daniel Dilaurenttis. Salio con total tranquilidad, se estiro las mangas de su traje de color negro y por un segundo crei que habia sonreido, pero recordé que no sonreia, que aquel acto de humanidad le había sido arrancado justo en el momento de nacer.

-Hola, William-Dijo Daniel, con tono seco y una espresion neutra, como si en realidad no se alegrara por ver a el hombre que se dedicaba a cuidar sus hombros-.Te veo bastante bien.

William le dedico una sonrisa de suficiencia, parecia saber exactamente lo que estaba pasando, porque le toco el hombro como si le estuviese diciendo: "Lo siento".

-Hola, Señorito Eden-Me dijo con una media sonrisa-.Me alegra volver a verle.

Yo no fui tan seco, me avalance contra el y le abrace durante unos segundos, el parecio estar sorprendido por lo que yo hacia y sutilmente me aparto de el. Le mire unos segundos y sonrei, me gustaba ver una cara nueva en toda aquella batalla.

-¿Como te ha ido, William?-pregunte.

-Lo bastante bien como para sentirme feliz.

Se puso el cinturón de seguridad e introdujo la llave en la ranura. Mientras hacia aquello, yo miraba a Daniel, su mirada estaba perdida y sus dedos jugaban nerviosamente encima de mi pierna. Sabia en el interior de mi ser, que estaba escuchando los latidos de su corazón golpeando contra su pecho. Se mordió el labio inferior con fuerza y sus siguientes palabras me retumbaron la cabeza y me alegre de escuchar aquella frase:

-Llévanos a casa.


El deseo de Daniel  (gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora