Parte sin título 9

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William se marcha poco después de dejarme desprotegido en aquel lugar, solo y temblando. Daniel no dice nada, se dedica a beber del contenido de una copa de cristal mientras me mira fijamente. Me siento frustrado en el sofá y le miro.
-¿podrías llevarme a casa?.-le pregunto de golpe, pensé que estar un día con Daniel seria un motivo de alegría y algo de lo que fardar en casa; la verdad es aburrido.
-No.
-¿como que no?-pregunto levantándome del sofá.- Tengo que estar en la universidad en un par de horas.
-No pasa nada.-Responde con normalidad.-Hay muchas cosas que no sabes de mi familia.
Se levanta, deja la copa y camina hacia mi. No entiendo que quiere decir con que no se nada de su familia. Me da miedo, puede que sean un grupo muy bien escondido, de asesinos o traficantes de drogan, o algo mucho menos divertido: sean parte de la familia real de Inglaterra.
-tengo que..
-Tenemos que comprarte ropa.-me dice con velocidad, se levanta, me toma de la muñeca y salimos corriendo de su apartamento.
Para ser un multimillonario, es demasiado poco refinado.
Me tiene de la mano, siento frió y al mismo tiempo calor. Me muerdo el interior de la mejilla y sonrió, cuando presiona el botón del ascensor.
-¿que marca prefieres?-me pregunta.
-¿Que?
-Massimo dutti?
-Espera..., prefiero comprar en una tienda del centro.-le respondo y el abre los ojos como platos, sorprendido por mi respuesta.
-Estamos en nueva york. -responde y me sujeta la mano, al ver que el ascensor llega.-Aquí no hay tiendas centrales.
Bufo, nunca había estado en nueva york y siento alegría por estar aquí. Entramos al elevador, el no me suelta y siento frió. Nos separamos un poco y me suelta. -vuelve-quiero decirle, pero no lo hace.
-Me gustas mucho, señor Montgomery. -suelta de golpe.
Me sonrojo, no se que decir. Le miro y luego me muerdo el labio inferior, mientras veo, como el numero del ascensor baja con rapidez.
Nos miramos y siento que algo esta yendo muy rápido.
-Me parece muy bien señor Dilaurenttis. -respondo haciendo que parezca indiferencia.
-A la mierda.-dice con fuerza, me toma las manos y las eleva hacia el techo. Me tiene retenido en aquel momento, su nariz esta a pocos centímetros de la mía y siento su respiración golpeando mi rostro.-Eden, yo...-añade y le doy un beso, me empuja hacia atras y me sorprendo por lo que hace.
Abro los ojos y me sujeta con mas fuerza, me besa el y siento su sabor dentro de mi boca. Su lengua juega dentro y la mía intenta luchar; cierro los ojos y una mezcla de chocolate y vainilla, explota en mi boca.
El ascensor suena de golope, hemos llegado y por primera vez en mi vida, odio llegar a un sitio. La puerta se abre y dos hombre asiáticos están mirando.
Salimos del ascensor riendo, el me toma de la mano y salimos con normalidad del edifico. No me detengo, dejo que su mano me sujete y salimos.
-creo que nos han visto. -dice.
-supongo-digo entre risas.
-Señor Montgomerey, me ha hecho cometer algo poco creíble.

Subimos en el coche. Un deportivo de color rojo intenso. Huele a nuevo y me dejo llevar. Me siento ridículo, por ir en pijama. Pero me da totalmente igual todo, Daniel Dilaurenttis me ha besado en un ascensor, me ha..., lo pienso durante un segundo, me duelen las muñecas y el labio inferior. Su fuerza a sido excesiva, pero no digo nada.
-Llévanos al centro.- le dice al conductor.

-Sabes conducir.- añado.-¿porque pagas para que lo hagan?

-Es mas cómodo.

-Eso lo podría hacer yo.

-Te quiero en mi hotel, no conduciéndome un coche y obedeciendo mis ordenes. Bueno quiero que obedezcas pero en otro lugar.- Me pone la mano en la pierna y me da un beso con fuerza, me pone los pelos de punta. me pregunto si la vergüenza no esta en su catalogo, si no se ha detenido a pensar lo que hace.

No se a que se refiere. Me asusta de una manera extraña, pero al mismo tiempo, me gusta, deseo su piel y sus labios tanto como el me desea a mi. Pero no puedo permitir que mis partes inferiores me controlen. Si me dejo llevar por el deseo, estaría muerto o bajo sus manos.

Me quedo completamente en silencio, mientras el coche va por la ciudad.Es hermosa, tiene tanta luz y tantos coches como personas. Nunca había venido a Nueva york, mi madre no tenia suficiente dinero para traerme a este lugar. Miro a Daniel, si salgo con el, tendré todo lo que quiera; pero la verdad es que no quiero nada. Solo salir de este lugar, besarle o simplemente saber que esta ahi. No quiero sus coches, ni sus aviones, ni su empresa,nada...

llegamos al lugar, nos bajamos y veo la tienda. Me quedo callado mientras veo como el suelo color blanco de la tienda, refleja mi rostro. Se me acelera el corazón como nunca antes, creo que se me va a explotar y manchare el suelo, seria una pena y me sentirla avergonzado, aun estado muerto. Doy un paso, con miedo a romper algo.

-Señorita.- Dice Daniel.- ¿Podría buscar un traje adaptado a el?

-Claro que si, señor Dilaurenttis.- Le dice la chica.

-¿como te conoces?- le pregunto.

Todos le conocen, le miro de pies a cabeza y me pregunto si soy afortunado o simplemente estoy siendo un idiota. ¿como es tan famoso?, ¿ser dueño de un hotel da tanta fama?. No quiero estar con el y saber que nos pararan en todos los sitios solo por tener una noticia sobre nuestra relacion o para tener una entrevista del magnate de los hoteles.

-Hay cosas que no sabes.-Me dice con frialdad.

-¿Tantos secretos tiene, señor Dilaurenttis?.- le pregunto.

-Soy una caja de sorpresas, señor Montgomery.

Le miro por encima del hombro. Es demasiado guapo y tiene algo que puede con mi existencia. Me muerdo el labio inferior con mucha fuerza, quiero despertarme de este sueño tan estúpido. Me dedico a ver los trajes, hasta que la chica llega y me da uno en la mano. Me introduzco en el probador, me quito el estúpido pijama y cuando estoy apunto de ponerme el pantalón; entra Daniel y me empuja contra el cristal del podador, me introduce la lengua en la boca y lucha contra la mía, me sujeta las manos en lo bajo, con mucha fuerza, no puedo moverme. Sigo besandole y el hace lo mismo, me da un beso en el cuello y un sudor frió me recorre todo el cuerpo.

No quiero que pare, no quiero que se detenga en ningun momento de este dia. Me levanta las manos y me sigue besando con intensidad. Entonces añade con una voz provocativa y que por poco no entiendo:

-Ahora eres mio, Señor Montgomery.

El deseo de Daniel  (gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora