Hye Ri.
Pasaron cuatro meses.
La luna era más brillante por las noches, la nieve del invierno no era tan fría, las puestas de sol eran más cálidas, las tardes de los viernes habían cobrado sentido, la risa de Jimin se había vuelto más bonita. Londres se había convertido en una ciudad aún más mágica.
Y todo porque él estaba conmigo.
Nos estábamos tomando las cosas con calma como si el tiempo se hubiese hecho muy lento para nosotros y quisiéramos saborear cada día que pasábamos juntos. Queríamos arrancarle una sonrisa a cada minuto, un beso a cada hora, un te amo a cada día. Éramos egoístas y queríamos agotar hasta el último trago de felicidad que la vida nos podía ofrecer.
Si había algo que decir, lo decíamos. Si había un abrazo que dar, lo dábamos. No nos cohibíamos, no ocultábamos la manera en la que nos sentíamos del otro. Si estábamos tristes compartíamos el llanto y si deseábamos explotar de alegría, ambos implosionábamos como globos atados a la misma cuerda.
— Como dos palomitas de maíz —Había dicho Jimin en una ocasión mientras veíamos una película.
Después de tanto, después de mucho. Jimin y yo habíamos pasado por una gran cantidad de cosas que nos habían hecho fuertes, unidos y capaces de luchar por el otro.
Tanto nos queríamos que la distancia no fue suficiente para separarnos y aunque sembró un caos en nuestra relación también nos enseñó muchas cosas de las cuales tomamos nota, aprendimos y pasamos la página.
Ahora en Inglaterra nuestra historia seguía incansable, escribiendo día tras día una memoria, un recuerdo, un momento inolvidable.
Ambos teníamos una vida completamente nueva. Él daba clases y le gustaba lo que hacía, yo continuaba mi carrera con el mismo fervor del primer día. No había inscrito su curso porque quería darle espacio y no ser una chica que quisiera marcar su territorio. Al contrario, quería darle libertad.
Confiábamos el uno en el otro.
Dentro de la universidad debíamos ocuparnos de nuestras cosas y aunque no nos veíamos con demasiada frecuencia en las mañanas, de vez en cuando quedábamos en el campus o nos cruzábamos en el pasillo. A veces él me encontraba en la biblioteca y me llevaba un aperitivo o yo lo esperaba a que terminara su clase y le regalaba un beso.
Fuera de la universidad era otro cuento aún más mágico.
Por las tardes salíamos a pasear, conocer Londres, enamorarnos de los pequeños rincones de la ciudad, descubrir lugares que nunca pensamos visitar. Éramos él y yo inmersos en nuestra propia fantasía.
A veces me encontraba más perdida en su sonrisa que en Londres pero la ciudad también era lo suficiente bonita para encantarme.
Park Jimin me había robado el corazón y yo no tenía ningún problema con que se lo quedara para siempre.
— Buenos días dormilona —Dijo al pie de la puerta del dormitorio con una sonrisa que le escondió los ojos tras los párpados.
— ¿Cómo has entrado? ¿Qué hora es? —Pregunté aún desorientada en mi cama.
— Cassie acaba de salir y me ha dejado pasar. Son las diez de la mañana y es sábado. El clima está algo frío pero no dijeron que nevaría —Dijo tiernamente hasta acercarse a la cama y depositar el desayuno en la cama.
— Gracias mochi —Agradecí dándole un beso en la mejilla y colocándome el cabello hacia un lado —Esto se ve muy bueno.
Empecé a comer con la voracidad de un león cosa que le hizo gracia a Jimin que no dejaba de mirarme.
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passive/aggressive → park jimin
Fanfic❝Y en esta historia, tu nombre junto al mío es lo más hermoso de todo.❞ Para Lee Hye Ri la excesiva violencia presente en lo que antes consideraba su hogar empieza a convertirse en un fuerte obstáculo para continuar con sus estudios universitarios y...