passive/aggressive → park jimin

12

Hye Ri.

Estaba prohibido que profesores y alumnos se relacionaran más allá que lo estrictamente académico y eso fue lo que me asustó cuando Jimin salió de mi mano a toda prisa de la universidad.

Instintivamente tuve que zafarme de su agarre cuando llegamos a la puerta.

— ¿Qué pasa? —Dijo él curioso como si no supiera lo que acababa de hacer o por lo menos no le daba la misma importancia que yo —¿Estás molesta?

Me quedé de pie tomando mi propia mano mientras lo miraba con el ceño fruncido.

— No me puedes agarrar la mano en la universidad —Dije como si fuera normal que lo hiciera en otro lado y me di cuenta rápido de mi error —Ni en ningún otro lugar.

Jimin hizo una mueca extraña y se cruzó de brazos.

— Tengo la mala costumbre de tomar confianza rápido, perdona si te molestó —Parecía un poco chocado por lo que acababa de decirle.

— No... Es decir —La verdad era que me preocupaba meternos en problemas y que la gente pensara cosas extrañas y empezaran rumores sólo por vernos así.

— No lo volveré a hacer, lo siento —Retomó y caminó hasta su carro invitándome a entrar.

Caminé despacio hasta la puerta sin quitarle la mirada de encima hasta que me atreví a preguntarle a dónde íbamos.

— Creo que es muy aburrido hacer nuestras tutorías aquí, ¿no crees? —Dijo apoyándose sobre la —Además, me enferma tener que estar callado en la biblioteca —Se echó al cabello hacia atrás mientras sonreía y se sentó al volante.

Yo lo seguí en el asiento del copiloto y pensé en que este profesor es bastante extraño e incluso me resulta extraño llamarlo profesor.

— Jimin —Dije con la mirada clavada en el camino.

Él se giró curioso.

— Dime.

— No me pidas que te llame profesor —Sentencié con la mirada —Te voy a llamar Jimin.

Jimin se quedó unos segundos en silencio y creí que aquello le había molestado pero por sorpresa largó una carcajada que hizo que sus pequeños ojos se perdieran entre sus mejillas.

Y me pareció tan tierno que yo también me reí.

— Está bien, Hye Ri.

***

Parece que en algún momento del viaje me quedé dormida porque sólo fui consiente de mí nuevamente cuando escuché que el carro se detenía en algún condenado rincón al que Jimin se le había ocurrido traerme.

— Despierta bella durmiente —Dijo buscando algo dentro de la guantera del auto. Resulta que eran sus lentes rosados de pasta —Llegamos.

Me pasé una mano por la cara y cuando acostumbré la vista al paisaje me di cuenta que habíamos aparcado a cierta distancia de una playa.

Di un brinquito de la impresión que hizo reír a Jimin.

— Te dije que me parecía aburrida esa biblioteca —Comentó abriendo la puerta de mi lado.

— No quiero preguntar pero creo que en este punto debo hacerlo —Respondí bajándome del auto.

Él juntó sus labios como un niño y alzó las cejas mirándome.