Correr. Una acción fácil a la que Kailee se está acostumbrando demasiado. La muerte, a pesar de doler igual, ahora es casi algo cotidiano. Y Kailee lo único que quiere es volver a casa. Pero no piensa hacerlo sola, pues a conocido a un grupo de pers...
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Al despertar me encontraba tirada en medio de un pasto de hierba verde. El olor a pasto fresco inundó mis fosas nasales. Centré mi vista en lo que había enfrente mío y lo analicé.
El chico de ojos azules que me había estado observando tiempo atrás llacía inconsciente a mi lado. Su pelo negro sedoso le caía en la frente. No pude evitar apartárselo del rostro.
Su cara angelical hacia que pareciera débil y indefenso bajo esa capa de cabello que le llegaba hasta la punta de las orejas de forma escalada. Algo me decía que no era así.
Oprimí el deseo de acariciar aquel suave cabello y lo zarandeé suavemente de los hombros.
- Ey... Despierta... - se desperezó un poco y sus ojos azules me miraron confundidos. Se los frotó.
- ¿Quién...? - Iba a decir él, pero yo lo interrumpí.
- ¿Qué estamos haciendo aquí?
- ¿Aquí dónde? - aún adormilado miró a su alrededor. De golpe pegó un bote y se puso tenso, despertándose por completo. Yo aún lo sujetaba de los hombros. Al darme cuenta lo solté - ¡Diablos! ¿Qué hago yo aquí? ¿Qué está...?
- ¡Ey! - un grito se escuchó a nuestro alrededor. Miramos en todas direcciones buscando a alguien - ¡Ey, aquí!
Al final de la pradera vi a alguien que me era conocido.
- ¡Rick!
Corrí hacia él, dejando atrás al chico con rostro serio. Al llegar a su lado me lancé a sus brazos y lo abracé muy fuerte. Aspiré su aroma personal, olía a almendras.
Me separé al instante recordando la cuestión vital en aquel momento. El chico de antes ya había llegado a nuestro lado.
- ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué está pasando, Rick?
- Esos capullos nos han metido aquí, nos ha engañado. Pero no estamos solos, mirad.
Lo seguimos apartando las ramas de los árboles a nuestro paso. Al pasar a través de unos arbustos entramos a una especie de campamento, en este habían más adolescentes como nosotros he incluso algún que otro niño.
- Y lo más sorprendente de todo es esto. Me desperté con ella colgando del pecho.
Nos mostró una nota en un trozo de papel con una caligrafía excelente:
"Queridos niños, habéis sido seleccionados para un proyecto muy importante. Sentimos haberos tenido que dormir pero era la única manera de que entrarais con seguridad. Lo único que os podemos decir es que debéis sobrevivir a toda costa, no dejéis que el miedo os bloquee.