Cuando Gillian se irguió para despertarme aún seguía con los ojos abiertos, mirando a la pared desnuda de madera.
Aún que el lecho de hojas había estado mullido anteriormente, ya no lo estaba tanto, ya que los nudos de ramas y tallos de hojas se habían ido deshilachando y quebrando, rompiéndose bajo el peso de nuestros cuerpos, hasta el punto en el que podía sentir el frío suelo de tierra bajo éste.
Sabía que Gillian se acababa de incorporar y estaba sentado con las piernas cruzadas observándome. Podía ver su sombra en la pared, y esta demostraba que estaba en lo cierto.
Se tumbó de nuevo a mi lado, quedando muy cerca. Notaba el roce de su traje contra mi espalda. Acercó su boca a mi oído y pronunció las siguientes palabras. Juro por dios que sentía como sonreía.
― Buenos días.
Me apartó un mechón de pelo de los ojos.
— No tienen nada de buenos.
— ¿Porqué?
Me giré y me quedé boca arriba. La mitad del cuerpo de Gillian se elevaba frente a mi. Su cabeza estaba sobre la mía, a una distancia de unos 30 centímetros, más o menos. Se apoyaba sobre un codo.
— No he pegado ojo en toda la noche. Tengo sueño, y aun así soy incapaz de dormirme.
Solté un suspiro con pesadumbre.
— Estás muy tensa, necesitas descansar. Relájate. Así no puedes seguir adelante — Esbozó una sonrisa amistosa.
Apoyé mi cabeza sobre mi brazo, situándolo bajo mi nuca. Lo miré con tristeza.
— No se como puedes estar tan tranquilo sabiendo que Oliver y Ares han muerto prácticamente en el mismo día.
La sonrisa se le borró del rostro, una mueca de preocupación sustituyó a ésta. Frunció el ceño.
— Escucha — Puso su mano sobre la mía — Seguro que eran unas grandes personas, pero ya no podemos hacer nada por ellos. No te comas la cabeza.
— No se si podré hacerte caso.
Se quedó mirándome pensativo durante un rato. Me sentí incómoda así que desvié mi mirada hacia la pared, pero al hacerlo Gillian volvió a girar mi cabeza con un dedo para que no dejara de mirarle.
Me estiró la comisura de los labios hacia arriba con el dedo.
— Cambia esa cara. ¡Tienes que empezar el día con positividad! — Una profunda sonrisa volvió a ocupar su habitual lugar en su cara, y por sus ojos pude ver un fugaz destello de picardía — Veamos ¿Cómo puedo hacerte sonreír?
— No será muy difícil sabiendo que tú eres quien quiere hacerme reír.
Soltó una corta pero potente carcajada. Pude entrever sus dientes blancos, y a pesar de no habérselos lavado en días los tenía impolutos. ¿Cómo lo hacía? Eso no tenía que ser sano.
Volví a notar esa muesca de picardía en sus ojos al advertir que se acercaba más de lo normal. Hizo una sonrisa torcida.
— Tienes dos opciones. O levantarte de aquí con la mayor sonrisa que hayas hecho en tu vida y alegrarle el día a todos los demás, o dejarme hacerlo a mi manera — Parecía que se estaba divirtiendo mucho — Por dios, espero que seas generosa y escojas la segunda.
No pude evitar sonreír.
— Veamos qué sabes hacer.
Se abalanzó sobre mi, apoyando ambos codos a mis costados. Aún no comprendía como había conseguido tener tanta confianza con este chico en tan poco tiempo, pero la verdad es que a su lado me sentía segura.
Acercó su rostro al mío y bajo sus manos hacia la curva de mi cintura. Por un momento pensé que iba a hacer otra cosa, pero entonces comenzó a hacerme cosquillas en el estómago. No pude evitarlo, comencé a reírme como loca, moviéndome bajo él, intentando que parara.
— ¡Para,... no... aguanto... más! — Dije entre risas. No me hizo caso.
Él también reía. Seguro que estaba roja, como siempre me ocurría cuando reía en exceso.
Por un momento paró, pero eso no puso fin a nuestras risas. Él no podía evitar agacharse al encogerse mientras reía. Su pecho casi rozaba el mío cuando ocurría eso. Aún así no me preocupaba, yo eché la cabeza atrás mientras reía.
Entonces, poco a poco, dejamos de reír. Nos miramos el uno al otro, estábamos tan cerca que nuestras narices casi se rozaban, como en aquél momento en el bosque, salvo que ahora él estaba, literalmente, encima mío.
Hubiera podido empujarlo, pero no quería. No sabía por qué, pero ansiaba tenerlo más cerca.
Él me acarició el cabello, he inconscientemente inclino un poco la cabeza.
En ese momento Rick apareció en la puerta de la cabaña. Apartó las lianas de la entrada de golpe y apareció entusiasmado. Seguramente iba a decir un «Buenos días» muy alegre, pero su rostro cambió a uno de sorpresa, y seguido de éste, a una expresión algo seria.
Entonces me acordé de la postura en la que nos encontrábamos. Puse mis manos en el pecho de Gillian y lo aparté para poder levantarme.
— Hola, Rick — Dije algo acalorada, creo que me había ruborizado.
— Los demás ya están fuera, os esperamos para desayunar — Explicó de manera algo fría y seca.
Soltó las lianas y de manera apresurada y brusca se marchó de allí.
— Creo que he logrado mi objetivo — Comentó mi compañero de manera divertida, aunque algo avergonzado — Te he hecho reír.
— Sí — Me aclaré la garganta y me alisé bien el traje — Me parece que deberíamos ir, nos están esperando.
— Cierto, espero que al menos el desayuno sea algo tranquilo.
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Sobrevivir
AdventureCorrer. Una acción fácil a la que Kailee se está acostumbrando demasiado. La muerte, a pesar de doler igual, ahora es casi algo cotidiano. Y Kailee lo único que quiere es volver a casa. Pero no piensa hacerlo sola, pues a conocido a un grupo de pers...