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Todos me miraban expectantes, aguardando a mis palabras como si de un milagro se tratara. Y eso me cohibió por un instante. Sus pupilas en cada poro de mi piel.  Esperando una respuesta complaciente cuando en realidad lo que iban a recibir era un chute de realidad.

Sobre la roca los talones me temblaban. El circulo a mi alrededor observaba como tragaba saliva con dificultad. No estaba segura de que fuera a funcionar, pero me armé de valor y inauguré el discurso que podía salvarnos o lanzarnos en el abismo de la perdición.

- Tenemos que irnos.

Algunas caras mostraron una mueca entre sorpresa e incredulidad.  

- ¿Que tenemos que qué? ¿Ya estás otra vez con tu rollito de superheroína? -  Dijo Fancy, me lanzó una mirada electrizante, y si fuera un gato apuesto a que se le hubiera crispado el pelaje de la espalda - ¿Cuándo te va a entrar en la cabeza que no pienso mov...?

- Ya lo sé - la interrumpí cortante - Pero antes de que escuchemos tu opinión déjame acabar.

En su rostro podía ver que ésta conversación no había acabado, pero se cruzó de brazos y me miró resignada. Con los ojos entrecerrados y torciendo el gesto. Un suspiro de exasperación salió por la boca de Daphne.

- Tenemos que irnos - Proseguí - Sé que éste es el sitio donde podemos sentirnos más seguros, pero también sé que tenéis miedo, y os comprendo, yo también. El miedo nos acobarda, nos hace estancarnos en nosotros mismos, en una única idea. Ya hemos sido atacados. ¿Creéis que no volverán a venir a por nosotros? Pues claro que sí. Tenemos que deshacernos del miedo, del qué pasará. Allí fuera puede que no estemos seguros, pero aquí tampoco. Somos un blanco fijo, un objetivo fácil de derribar si no nos vamos. 

Me miraban de una forma extraña. Algunos parecían de acuerdo, otros... no tanto. Gillian tenía la vista fija en mis ojos, pero parecía estar perdida, como si estuviera en otro mundo. Pero yo solo miraba a Cedric, que había curvado los labios hacia arriba, en una sonrisa sin mostrar los dientes. Asentía complacido y orgulloso. Eso debía significar que no lo estaba haciendo tan mal.

- Aquí los malos no somos nosotros. Ellos nos han metido aquí y nosotros somos las víctimas -  Miré a Fancy de reojo - No somos enemigos. Ahora en las únicas personas que podemos confiar somos en nosotros mismos. En el equipo que formamos. Si queremos encontrar una salida, una manera de volver a casa, debemos hacerlo juntos. Por eso os pido que dejéis vuestro miedo atrás. Sé que es difícil. Todos estamos asustados. No sabemos lo que pasará si nos vamos, pero tampoco sabemos que ocurrirá si nos quedamos. Aquí ya hemos sido heridos, y si nos quedamos no creo que tarden en volver a asaltarnos. A acometer contra nosotros. 

Nadie hablaba, tan sólo escuchaban el sonido de mi voz y continuaban atendiéndolo en silencio, esperando a que acabara de hablar.  El rumor que aullaba en mis cuerdas vocales retumbaba por las cavidades vacías de las arboledas.

- Si nuestro propósito es encontrar una salida no lograremos nada quedándonos aquí quietos eternamente. Debemos partir cuanto antes.

Por fin acabé de hablar. No estaba del todo orgullosa de mi discurso, quizá no me había hecho entender lo suficiente, pero ya estaba hecho.

Cedric se separó del gentío y avanzó hasta colocare tras mi espalda, poniéndome una mano en el hombro. Me miró de refilón y apretó ligeramente la mano sobre mi hombro en señal de apoyo.

- Estoy de acuerdo con la señorita. Estamos exponiéndonos demasiado y corremos un grave peligro quedándonos aquí. Cuanto antes partamos mejor.

Fancy por fin abandono el silencio que había estado guardando y moviendo las manos frenéticamente avanzó dos pasos.

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