11

114 35 23
                                    

El desayuno, gracias a dios, había sido bastante tranquilo.

Dorian se había quedado en una esquina afilando cuchillos. Rick, tras el suceso de la cabaña, se había mantenido al margen. De vez en cuando me lanzaba algunas miraditas.

Damián y Kenzo habían salido a buscar leña y Fancy y Daphne charlaban con emoción en una punta del campamento, como si estuvieran explicándose el mayor cotilleo del mundo.

Félix meditaba con devoción tumbado en la hierba, mirando el cielo como hipnotizado, me pregunto que estaría pensando.

Cedric, a mi izquierda, acababa de sentarse ya que hacía unos segundos había vuelto del bosque con un puñado de moras silvestres. Y Gillian a mi lado comía unas cuantas para desayunar.

Gea observaba como Pam y Timothy garabateaban en su roca particular. Timohy aún intentaba conseguir el jabalí perfecto mientras que Pam le ayudaba. Hay que ver lo que uno puede hacer con una simple piedra cualquiera.

-¡Lo tengo! - Exclamó Félix incorporándose de golpe. No pude reprimir un botecito de sorpresa al oírlo tan repentinamente.

Se acercó a mi y con mucha delicadeza me cogió las manos. Lo miré atentamente, esperando aquello que quería decirme. Me fijé en sus facciones y en cómo le quedaban de monas las gafas negras de pasta. Había que ser sinceros, Félix era muy atractivo, a pesar de sus 15 años de edad.

Con decisión me apretó las manos - ¿Hay algún trozo de carne que aún esté fresco?

No me esperaba que preguntara eso, ¿Un trozo de carne fresca?

- No sé, Félix, no estoy segura...

- Por favor, Kailee. Es muy importante.

Vi la confianza en su ojos y no pude negarme, quizá si había algún trozo aún fresco.

- Vamos a mirar.

Sonrió agradecido y me soltó las manos. Caminamos hasta mi cabaña (bueno, la que compartía con Gillian) y entramos a la pequeña salita que Gillian había creado para guardar provisiones.

Allí estaba el tronco del ciervo que habíamos cazado el día anterior.

- Supongo que estará lo bastante fresco.

La cabeza estaba separada del cuerpo. Tocó el interior del cuello del animal y sacó un dedo manchado de sangre.

- Es perfecto - Dijo sonriendo.

Metió el brazo entero en el cuello del animal, pude ver como su mano se movía por el estómago. De golpe me entraron náuseas.

Sacó el brazo entero manchado de sangre.

- ¡Sí, esto es genial! ¡Seguro que funciona!

- ¿Qué haces? - cuestioné un tanto asqueada.

- Oh, sí, perdón. No pienses que estoy loco. He tenido una idea. ¿Des de cuando no bebemos agua?

No había parado a pensar en ello, al hacerlo podía notar cómo la sed me carcomía por dentro. Había estado pendiente de otras cosas, ¿Pero cómo no me había acordado del agua en casi seis días?

- Des de que salí de casa.

- Supongo que estarás sedienta, cómo todos los demás aunque no lo digan. Pues bien, he tenido una idea para encontrar agua.

- ¿Cuál? - Dije repentinamente impaciente por saberla.

- Podemos salir un pequeño grupo de personas a través del bosque. Mientras vayamos caminando iremos marcando algunos árboles con la sangre de animal, así sabremos cómo volver. Y cuando vayamos por otro sitio, si encontramos las marcas de sangre de los árboles querrá decir que por ahí habíamos estado anteriormente y no había nada. Así no nos perderemos ni pasaremos por el mismo sitio dos veces - Sonrió satisfecho.

- ¡Oh Félix, eres un genio! - Respondí y lo abracé efusivamente. Él rió.

- Gracias.

-¡Ahora mismo voy a avisar a Rick!

Salí corriendo hacia donde estaba Rick anteriormente. Seguía allí.

- ¡Rick! - Se giró y al reconocerme me lanzó una mirada escéptica, pero al ver a Félix a mi lado se levantó y vino preocupado.

No entendía porqué estaba así conmigo. Tan arisco, tan.... distante.

¿Había hecho algo malo?

— ¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien? ¿Te has hecho daño?

Su mirada destilaba preocupación.

 ― No, tranquilo, estamos bien. Rick, ¿Tú has pensado en el agua en estos días? 

 ― ¿En el agua? ¡Pues claro que he pensado en el agua! Pero des de que se la acabaron los niños...

 ― ¿Qué? ¿Los niños?¿De que estás hablado? ― ¿Los niños? Pero ¿Qué relación tenían los niños con el agua? ¿Acaso en algún momento habíamos poseído agua y no me lo habían dicho? — Mira Richard Thomas Wilson, ¡Ya puedes estar explicándome que ha ocurrido con el agua!

Él tragó saliva.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Gillian interviniendo. Había escuchado todo el alboroto y quería saber porqué chillabamos. Aún tenía una mora en la mano, y una que masticaba en este instante. Tenía un poco manchados de jugo el labio y la barbilla.

— Tienes aquí... — Pasé el pulgar por su barbilla y lo subí hacia su labio. Al notar el contacto de éste me puse algo nerviosa, pero le quité rápidamente la mancha y me chupé el dedo (sabía a frutos del bosque). Escondí el dedo inconscientemente tras la espalda.

Él se puso colorado de golpe — Oh, sí. Perdón — Repasó la zona con el dedo como había hecho yo anteriormente y se puso rígido.

Me giré con el enfado de nuevo en el cuerpo y miré a Rick acusatoriamente. Él me lanzó una mirada con una pizca de decepción, pero al instante se puso serio y nos miró a mi y a Gillian directamente a los ojos.

— El día que desperté estaba solo. Todos seguíais dormidos y yo era el único despierto. Cuando me levanté encontré aquella nota colgada en mi camisa y enfurecí. Caminé hacia el bosque en busca de la cámara oculta, con la intención de encontrar algo que me dijera lo que quería oír, que todo esto era una broma.

»Al pasar tras un arbusto encontré un baúl lleno de armas y cinco cantimploras llenas de agua. El SECMA nos había dejado aquello para tener algo con lo que defendernos y para no deshidratarnos hasta que encontráramos una fuente de agua fija.

»La gente fue despertando y cuando tuvieron sed bebieron sin tener en cuenta cuanto liquido consumían. Al segundo día ya andábamos justos de provisiones, solo quedaban tres cantimploras y aún no habíais despertado tres de vosotros.
Por la noche, los dos niños pequeños se levantaron a hurtadillas y consiguieron beberse la única cantimplora que seguía viva.

»Dadas las circunstancias decidí no deciros nada para que no os enfadárais. Son niños pequeños.

— Osea que tenemos preferencia a morir porque estamos deshidratados ¿No es eso? ¡Por eso ninguno de vosotros se quejó de que tenía sed!

— Kailee, no...

— Basta — le interrumpí — Félix, quiero que formes un equipo de búsqueda ahora mismo, y que cuentes conmigo como capitana si hace falta. Partiremos en cuanto sea posible.

SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora