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Aún con los ojos medio cerrados me desperté en los brazos de Gillian

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Aún con los ojos medio cerrados me desperté en los brazos de Gillian. Él aún seguía dormido y me abrazaba con fuerza contra él, me apretujaba el estómago con sus delicadas y fuertes manos de constructor. Me quedé donde estaba, estaba a gusto entre sus brazos. Me daba cobijo. Y me acurruqué aún más contra él. Gillian gruñó y me apretó contra su cuerpo aún más, pero no abrió los ojos. Se traspasaba la forma de su pecho contra mi espalda a través del traje.

Notaba su respiración caliente en la nuca. Me producía escalofríos.

Gillian parecía ser un chico muy cariñoso, muy propenso a no quedarse quieto, muy cálido.  De ideas fijas y con cabeza, sabía lo que decía. Le gustaba estar cerca mio, aunque de mi no podía decir lo contrario, sentía una terrible atracción hacia su persona. Sus ojos azules me hipnotizaban, y ahora dormido parecía un ángel. Tenía esa aura especial.

Era una persona muy curiosa, a decir verdad. Era diferente, o eso me parecía a mi. A mi me llamaba mucho la atención. Desde el principio había resaltado para mis ojos. Cautivándome con la mirada. Cuando lo tenía tan cerca, como en estos momentos, las extremidades me temblaban y la mente se me nublaba. Cuando me miraba me era prácticamente imposible apartar la vista de aquellas dos perlas azules. Me enternecía la forma en que se preocupaba por mí. Pero había más chicos en ésta sala, él no era el único importante.

Rick reposaba dormido en la pared del frente, con la cabeza echada hacia atrás y con la boca ligeramente abierta. Entre sus labios rosados se podían vislumbrar su dientes blancos, su sonrisa era una de las más bonitas en el mundo. De igual manera, sus ojos también eran preciosos y él era una persona muy trabajadora y atenta, pero últimamente estaba más distante. Aunque no pasaba por alto esas miradas fugaces que me enviaba, pensando que yo no lo notaba.

Así dormido parecía tranquilo, en calma.

Cedric era el único despierto a parte de mi. Estaba sentado al lado de Félix, que seguía con el potingue verde y las hojas enganchadas en la pierna, donde la quemadura.

Él le cogía la mano y con suaves movimientos la acariciaba con el pulgar. A veces Félix se la apretaba muy fuertemente en sueños y comenzaba a sudar. Cedric lo tranquilizaba para que siguiera durmiendo, le susurraba al oído que solo eran pesadillas.

Tenía cara de cansado, había pasado todo el tiempo cuidando de Félix, cambiándole las hojas, vigilando que no tuviera fiebre, atento a todo. Había salido muchas veces fuera, a por más medicina, y estaba reventado. Me compadecía de él.

Me di cuenta de que Dorian aún no había regresado. En ese momento me puse nerviosa. ¿Y si le había pasado algo? ¿ Y si estaba herida? A pesar de su carácter directo y duro, era una buena persona. Había cuidado de Timothy y Pam cuando había tenido que marcharme. No podía dejar que a ella también le ocurriera algo. Llevábamos dos días en esta cueva, y ella ya llevaba uno fuera. Quizá no le hubiera pasado nada, o hubiera vuelto al campamento. En cualquier caso decidí no preocuparme.

Dos días. Los del campamento se estarían preguntando dónde estaríamos. Si aún seguíamos vivos. Por lo que sabíamos, nadie había muerto por el momento. No habíamos visto ningún fuego artificial en el cielo. Eso era buena señal.

Con sumo cuidado me desprendí del brazo fuerte de Gillian y me levanté.

Sin hacer ruido me acerqué a Cedric y me paré delante suyo, lo cogí de la mano libre, me acucliyé y él me miró con sus ojos de color avellana.

— ¿Cómo estás?

Con una mueca de dolor se irguió algo más y se acomodó bien en la pared — Bien. El que me preocupa es él — Dijo señalando a Félix con el pulgar. Con cuidado de no despertalo le levantó una de las hojas apartando la substancia verde un poco — La marca de la quemadura no disminuye, esta crema tendría que curarle las capas de piel chamuscada y renovarlas por piel nueva, se que tarda algo de tiempo, pero la marca negra tendría que haber comenzado a desaparecer. Me da miedo que el rayo haya llegado al hueso y no pueda volver a caminar.

No creo que me pusiera tan blanca como estaba Félix en aquel momento, pero no pude evitar que me afectara. No ver a Félix caminar, nunca más, con toda la vida que le quedaba por delante. Era una opción que no podía ocurrir. No señor.

— Pero, a lo mejor ahora se encuentra mejor y puede caminar ¿No?

— No lo se, todo depende de cómo la sienta cuando se despierte. Aunque técnicamente la crema anula el dolor.

No pudimos seguir conversando, porque una voz airada y jadeante irrumpió a gritos en la cueva, despertando a todos los presentes.

— ¡Agua, agua! ¡He encontrado agua!

Dorian llego corriendo y se me tiró encima, me abrazó con fuerza y me miró sonriente — ¡Kailee he encontrado agua! ¡Hay un río!

— ¿Dónde? —Salto Gillian alarmado.

— No se cómo describirlo, pero yo os guió.

— ¿Pues a que estamos esperando? ¡Vamos! — Exclamó Rick.

— Félix — Susurré y me giré para mirarlo, pero cogido del cuello de Cedric ya había conseguido ponerse de pie. Cedric le ofreció el brazo.

— No — Se negó — Puedo yo sólo.

Y con un paso algo inestable y cojo Félix camino, se cargó la mochila al hombro y salió fuera.

Nos miró a todos — ¿Vamos?

No estábamos del todo convencidos de que se encontrara bien, pero no teníamos más remedio que ir si queríamos seguir con vida.

— Vamos.

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