5

149 43 5
                                    

- ¿Sabes utilizar una espada? Yo creo que no, nunca has tocado una. ¿Por qué no pruebas con una daga? Son mucho más manejables - Dijo Rick.

- Déjame probar, ¿No confías en mí?

- Te dejaré probar cuando hayas probado lo demás antes, no quiero que te cortes una mano tú sola.

Y así me hizo probar diferentes cosas.

Primero me hizo utilizar una daga, lo cual no se me dio tan mal. Luego me hizo coger una pistola pequeña. Yo me negué, pero él me obligó.

Apreté al gatillo apuntando hacia el tronco del árbol donde Gillian había lanzado sus flechas, las cuales ya había guardado en un carcaj marrón. La bala acabó dándole a un pájaro que volaba cerca de las cabañas.

- Esta bien - Dijo - La puntería no es tu fuerte. Probemos con esto, con tantas balas que tiene alguna tendrá que darle al objetivo.

Me tendió una especie de metralleta. Moví rápidamente los brazos, negándome abruptamente a utilizarla.

- Ah no. No, no, no, no, no, me niego.

- Vamos, pruébalo. No es para tanto - Intentaba convencerme.

- ¿Que no es para tanto? ¡Con esa cosa me saltaré un ojo!

No pude hacerle cambiar de parecer. Ya con el arma en las manos y lista para disparar, me dispuse a apretar el gatillo.

Al disparar, la fuerza retráctil hizo que el espantoso cacharro me diera un golpe en la cabeza. Me toqué la frente adolorida.

Gillian, que había observado todo el tiempo se acercó junto con Rick a ver como estaba.

- ¿Te duele? - Dijo el ojiazul.

Gillian tocó con el dedo el lugar donde había recibido el golpe. No pude evitar soltar una exclamación de dolor.

- ¡Au!

- Ups, lo siento...

Me giré hacia Rick.

- Te lo dije. Unos centímetros más y... ¡Pum! ¡Adiós a mi ojo! No pienso tocar esa cosa nunca más.

- Tienes toda la razón. Guardaré esto en su sitio - Dijo alargado la "o" de la palabra "toda". Dicho esto, desapareció por detrás de la pared de la cabaña.

Seguramente me saldría un moratón. Ya le había advertido a Rick que no me gustaban las pistolas.

Cogí la espada que aún aguardaba apoyada sobre la pared de madera. La observé y no pude evitar pensar que su forma encajaba a la perfección con mi mano.

- ¿Quieres probar? - Objetó Gillian apareciendo con otra espada en la mano.

- Está bien.

Me puse en posición, lista para desenvainar. Hacía años que quería hacer eso, como hacían en los reportajes que el SECMA nos hacía ver sobre sus deportistas. En este caso, sus luchadores de esgrima.

- Te advierto de que practiqué esgrima durante seis años. Allí estamos obligados a practicarlo 1 año mínimo durante nuestra niñez, aún que yo lo seguí practicando para cumplir el deseo de mi padre, que en su juventud no pudo hacerlo. Por tanto ya estás advertida, intentaré no hacerte daño – Me guiñó un ojo.

Él desenvainó y al instante yo también lo hice. Comenzó a mandar mandobles a los que mi cuerpo respondía automáticamente. Yo no estaba haciendo nada, mi cuerpo se movía solo.

Tajos por aquí y cuchilladas por allá fuimos combatiendo en círculo. En su rostro vi que le estaba costando un poco esquivar mi espada, a la vez que a mí no se me hacía tan difícil. Quizá porqué de estar a la defensiva, había pasado al ataque.

Su sable me sorprendió apareciendo rápidamente por la derecha, a lo que yo hice un bloqueo y gire el mío de manera que su espada salió volando y él quedó desarmado. Le puse la punta de la espada casi rozando la garganta, a lo que él levantó los brazos en forma de rendición.

Mi respiración y la suya estaban entrecortadas por el esfuerzo. Nos quedamos mirándonos unos segundos hasta que escuchamos el ruido del metal caer al suelo. Bajé el arma.

Nos dimos la vuelta y nos encontramos con un Rick impactado. Se le había caído el baúl lleno de armas de las manos y éstas estaban desparramadas por el suelo.

- Ha sido... Wow - Fue todo lo que pudo decir.

Recogió todo lo que había en la tierra y se marchó a dentro a guardarlo.

Me dirigí hacía la cabaña cuando una mano me puso el brazo contra la espalda mientras que la otra puso la espada contra mi cuello.

Noté una respiración cálida contra mi nuca y un cuerpo pegado a mi espalda. Me puse tensa al instante.

- Nunca le des la espalda al rival, Kailee.

Juro que pude notar su sonrisa. Hasta que noté que la presión en mi brazo desaparecía y la espada se alejaba de mi garganta. Me quedé petrificada.

Me giré y vi como me sonreía burlón, se encogía de hombros y desaparecía entre los árboles.

Maldito Gillian. 

SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora