Dos días.
Ya habían pasado dos días sin ningún incidente. El bosque parecía más tranquilo que de costumbre, todo se había vuelto de un tono más intenso y había un olor embriagador en el ambiente. Ahora todo parecía más vivo. Incluso los ojos de Gillian aparentaban ser mucho más azulados que en los días anteriores. También el paraje había cambiado. La naturaleza a nuestro alrededor se había vuelto más exótica, como si nos hubiéramos adentrado en la selva.
En dos días caminando habíamos recorrido mucho terreno, pero seguía sorprendiéndonos la inactividad que había en aquel lugar. Aunque esperábamos que durara lo máximo posible. Rick iba a la cabeza. Se había mantenido la gran parte del viaje callado y delante de todos, intentando evitar el contacto visual conmigo. No entendía que le ocurría, pero a Rick era mejor no molestarlo cuando se ofuscaba. Por el contrario, Cedric estaba detrás mío, y observaba todo el paisaje con admiración. Hablaba en voz baja consigo mismo. "Esto es una maravilla, la de cosas que podría hacer yo con esas flores..." decía. Parecía un niño pequeño en un parque de atracciones.
Noté una mano que recorría mi espalda y se apoyaba en mi hombro. Un pequeño escalofrío me heló la columna. Unos dedos perspicaces y delicados se deslizaron por mi piel con lentitud y sensualidad, a sabiendas de que yo era consciente de su presencia. Finalmente posó su mano en mi hombro y me dio un ligero apretón en éste. Gillian sonrió mostrándome sus blancos dientes y sus hermosos oyuelos.
- ¿Te encuentras bien? - Me preguntó, a lo que yo asentí con rapidez. Satisfecho con mi respuesta me dio un fugaz beso en la mejilla y adelantó un par de posiciones hasta llegar junto a Rick. Una vez allí los dos se pusieron a conversar. Aún quedaban restos de aquel polvo lila sobre la herida de su hombro.
Esos dos días había tenido tiempo para acercarme un poco más a él. Había descubierto que tenía una pequeña hermanita y que su familia tenía una historia particular, aunque aún no me la había explicado. Habíamos estado juntos todo el tiempo y había conocido nuevas facetas que no sabía sobre él. Era atento, detallista y cuidadoso. Sus ojos se movían muy rápido y captaba cualquier cosa que ocurriera ante él. Se fijaba en todo. Y hasta los detalles más insignificantes parecían hacerle feliz. Le gustaba hacerse el misterioso y le encantaba embelesarme con esa aura de atracción tan característica suya. Era tímido a veces, lo notaba en pequeño gestos que hacía, y aquello me enternecía.
Día a día me iba mostrando cosas sobre él y su forma de ser, a pesar de que yo sabía que a veces le costaba mucho. Y cada vez me gustaba más.
Dorian apareció remplazando el sitio de Gillian a mi derecha. Se había remangado la única manga del mono negro que le quedaba y tenía el flequillo azulado mojado por el sudor. Dorian y yo también habíamos estrechado lazos estos días. Al no ocurrir ningún imprevisto habíamos podido hablar con tranquilidad y era una persona muy especial. A pesar de su aspecto frío y duro tenía un corazón enorme. Aunque eso no evitaba que mostrara sus sentimientos con frases firmes y algún que otro insulto.
- Esto es una mierda - Me dijo. - Espero y deseo que hayamos escogido el buen camino. No sabes las ganas que tengo de salir de este puñetero bosque. ¿Tarde o temprano tendremos que dejar los arboles atrás y salir a algún sitio, no? - Se rascó una de sus pobladas cejas oscuras mientras hablaba y observó a Pam y Timothy, que corrían delante nuestro.
Suspiré agotada - Yo también lo espero. Pero el bosque está muy extraño hoy. ¿No te parece que hace demasiada calor? - Estiré el cuello del mono negro para que pudiera transpirar el aire - Es como si de golpe hubiéramos entrado en la selva. Todo está cambiando a nuestro alrededor.
- No se si eso es bueno - Murmuró - No creo que estemos volviendo hacia atrás pero no parece que estemos llegando a una salida. Es como que no cuadra nada. ¿Desde cuando las selvas y los bosques están prácticamente al lado? - Rió sarcástica - A esos cabrones les encanta jugar con nuestra mente.
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Sobrevivir
AdventureCorrer. Una acción fácil a la que Kailee se está acostumbrando demasiado. La muerte, a pesar de doler igual, ahora es casi algo cotidiano. Y Kailee lo único que quiere es volver a casa. Pero no piensa hacerlo sola, pues a conocido a un grupo de pers...