Sugar Daddy.

No, no lo acepto.

Cinco de septiembre, un martes siendo las siete con nueve de la noche.

No claro que ambos no seguían contando el tiempo que demoraran sus parejas a regresar a este país.

Narra Galeano.

El tiempo ya era eso que debía de ser consciente para los mayores; dejando quizá aunque suene un poco egoísta apartar los sentimientos por sus obligaciones.

El móvil sonaría pero lo dejé de lado pues no me entusiasma responder a ningún Daddy.

Evité todo, realmente evité todo esto hasta las casi seis de la tarde justo la hora en la que Tom se asomó en aquel restaurante.

-Viniste.

Era gracioso decírselo pues sé que lo vería en casa.

-Vos estás gracioso.

-Todo ha estado bien en la oficina.

-Sí, supongo. Un Daddy me ha llamado, algo importante va a ocurrir.

-No debiste de responder Tom.

Exhalé al tomar un sorbo de agua mientras esperábamos para ordenar.

-Es algo importante, si vos no quieres pues no vamos y ya.

-Que dijiste?

-Que te lo diría, pero que no molesten a Sam o William.

-Inteligente, gracias por pensar en Sam.

-Entonces nos quedamos a hacer otra cosa?

-Si, aunque ahora me he quedado con la duda. Cuando va  a ser esa reunión?

-Ahora.

-Ahora?

-Sí.

-...

-Vos queres ir?

-Sabes cuales son los Daddys que irán?

-El degenerado de ese día, el otro imbécil que fue de metido y los que nos vieron mientras garchabamos.

-Ya veo.

-Pero dijiste que no iríamos, o sí?

-Tengo curiosidad.

-...

-Pero no ese tipo de curiosidad.

...

Siete con veinte de la noche.

Comimos algo liviano, conducía hasta la casa de un nuevo Daddy.

Dimos nuestros nombres aunque el guardia estoy seguro no los pediría.

-Por favor sigan.

Fue lo que diría en guardia al abrir la puerta de aquella urbanización privada.

 Seguimos hasta ese punto de ver los carros estacionados, uno parecido al mio pero de color blanco.

Entramos sin dar nuestros apellidos pues era un Daddy el que nos reconoció.

-Middelton y Galeano, que gusto y distinto verlos vestidos.

Que raro que  se escuchó esto. Que imbécil son ellos al fijarse solo en el sexo.

-Fue inapropiado ese comentario, aparte de nada sirve que tengan pertenencias si sigues pensando solo en lo que ya tenes.

Diría Tom con voz de enojo.

Tomé su mano para entrar en plan pareja.

Tom lo notaría, sin embargo su cara de enojo no se disipó.

Al entrar era algo inusual pues tanto Tom como en mi caso reconocimos todos los Daddys importantes.

Susurraría a la altura de Tom.

-Que es esto, porque están todos aquí?

-No tengo idea.

...

...

No fuimos exentos a las miradas de pertenencias y Daddys aunque ninguna era agradable y es que tampoco queríamos socializar. La curiosidad de tal reunión se vería finalmente.

Solo había un Daddy fuera de Tom que no era sádico, este era el por así decirlo Presidente de los otros Daddys.

Su presencia delante de todos en la escalera al estar con sus pertenencias detrás de él. 

Tocó la copa con una cuchara pequeña.

Los adultos y pertenencias voltearon a su llamada.

-La reunión está prevista para un tema en particular. Los he llamada porque ya no puedo con esta obligación y como es por voluntad o votos expondré mi voluntad y si no la aceptan dejaré que elijan ustedes. Dejo el puesto de Daddy a José María Galeano.

Todos voltearían a verme.

Tom sin duda no lo esperaba.

-No, no lo acepto.

Mencioné, dejé la copa para salir de aquella reunión.

Tom se adelantó solo para ir tras de mí.

Esto ya era absurdo, sin importar lo que pase no aceptaría este trato ya que no es como una empresa. Era sádico esta delante de todos estos hombres.

...

Ya fuera Tom tomó las llaves.

Conducía siendo las diez con cuarenta y cinco del día cinco de septiembre y aunque prometí no contar los días que faltaban volví a esperar a que pase rápido el trascurso de estos días.

-Hey, estoy con vos. No te dejaré solo Galeano...

Diría Tom con su voz fuerte y a su vez sutil con el acento que ha enamorado a William al tener mi mano en la suya.

-Aun no quiero ir a casa.

-Entonces no lo haremos. Lo que vos quieras lo haré...

-Lo que sea?

Diría en tono distinto.

-Ajá, lo que quieras.

Diría Tom sin desviar su atención del camino.

Su voz cambió a esa de coqueteo, esa forma sutil en la que el día te lo cambiaran por muy mal que haya pasado.