- ¡Amely! – desde la entrada del instituto veo como María, viene trotando hacia mí. Su melena castaña y desordenada se mueve por el viento, el viento levanta su vestido corto un poco y ella para en seco, y camina lento hacia mí.
- No debes correr con vestido.- digo cuando llega hasta mí, unos chicos pasan por nuestro lado y la saludan. Ella se pone del color de un tomate y baja la mirada.
- Ya aprendí.- dice, río un poco de ella y ella me mira mal, le paso un brazo por los hombros y caminamos hacia la entrada.
- El lado positivo, es que ya tienes admiradores. –comento. Me pica una costilla con su dedo y no puedo evitar quejarme.
- ¡oh genial!- exclama con sarcasmo.
- Que amargada estas hoy ¿aun sigues molesta por el chico?- le pregunto. Al día siguiente que nos conocimos me contó que fue una pérdida de tiempo y que estaba muy molesta con el "maldito ególatra" palabras suyas, no mías.
- No... Lo que pasa es que no deja de escribirme y llamarme.- se queja.- El cree que la cita salió genial.
- ¿Y no salió genial?- la molesto.
- ¡Claro!- finge emoción.- genialmente mal.- sentencia sarcástica.
- Estamos de mal humor.- juego y ella arruga su frente.
- Un poco... y ¿qué haremos este fin de semana?- pregunta. Me tenso un poco.
- De paseo con mi familia...- ella pone cara de perrito lastimado.
- ¿no te puedes quedar?- niego
- No, tengo que ir.
- ¿y dónde irán? - pregunta mientras dejamos algunas cosas dentro de nuestros casilleros.
- nada en especial... solo pasaremos un rato juntos.- ella asiente.
- ¿tienes abuela y esas cosas? - pregunta
- No, solo somos nosotros 3.- hace una mueca de pena.
- ¿no te aburres?
- A veces. - admito. - Pero siempre tuve amigas. - sonríe presumida
Nos dirigimos hasta la clase de deporte, el equipo de fútbol está practicando y la profesora nos espera en un costado de la cancha, lo suficientemente alejados para que una pelota no nos golpe.
- Bueno chicas, quiero que den 15 vueltas a la cancha. - pita su silbato y casi quedo sorda. - ¡¿quieren una invitación? ¡MUÉVANSE! - grita.
Todas empiezan a trotar, mientras damos vuelta por la cancha no puedo evitar desviar mi vista hacia los jugadores ¿Qué adolescente hormonal no lo haría? Un grupo hace flexiones y otros abdominales ¿Cómo que hace más calor no?
- ¡Chica rubia!- grita la profesora.- No hay nada ahí para ti, corre más rápido Amely.- dios mío ¿en qué agujero puedo ir a meterme para ya no salir? Todos los chicos voltean a verme. Todos los chicos dejaron de hacer su ejercicio y ahora me miran, algunos me sonríen y yo solo deseo perderme del mundo. Agacho la cabeza y sigo corriendo.
Su entrenador da una orden a todos de que den unas vueltas y a mi aun me faltan 6 para terminar. Trato de apresurar el paso pero muy pronto todos corren a la par nuestra.
Me concentro en mirar solo el camino y no subir la vista, siento a alguien correr a la par mía.
- ¿Disfrutabas las vistas?- levanto la mirada y lo observo (pues ya que lo dices, ahora sí) está sin la remera, rápidamente aparto la vista y el ríe. Odio cuando las personas son atractivas y lo saben.
- ¿Sabes? Para tener un nombre tan triste, eres muy simpático. - ahora si ríe más fuerte.
- ¿acaso te defraude, chica rubia?- pregunta con la voz casi jadeante, solo lo dice para molestarme.
- No, me alegra que sea así. No me gustan los melancólicos.- digo sin pensar.
- ¿Y yo te gusto?- pregunta enarcando una ceja ¡rayos que dije! eso me pasa por no pensar lo que diré.
- No! Lo decía como gusto de personas con las cual hablar o algo así.- podía sentir como los miles de colores pasaban por mis mejillas. El muy hijo de su mamá solo ríe más fuerte, todos sus músculos se contraen y el sudor perla su piel. Desvío mi vista de nuevo al suelo y ya no vuelvo a hablar hasta que mis vueltas terminan, el sigue por que le dieron más que a nosotras.
La profesora nos manda a hacer unos ejercicios más, y luego una pausa para tomar agua y los chicos también. Tomo mi botella de agua de la banca donde dejamos nuestras cosas y lo bebo de apoco.
Tristan se acerca a mí.- Chica rubia ¿me invitas tu agua?- como el agua no se le niega a nadie se la tiendo. Le da un trago y luego se la derrama por su rosto y sus hombros ¡oh, waus! De pronto vuelvo a sentir sed.
El sacude su cabello y me devuelve la botella.
- Eres un presumido.- mascullo tratando de recuperar el control de mí. El me guiña un ojo y se aleja. La clase termina y toca cambiarnos para música