Human

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Jamás había sentido tanto calor en mi vida, ni siquiera esas veces que utilizaba sudaderas con capucha en pleno verano para bajar a comprar el pan por exigencias de mi hermana mayor. Gotas de sudor que descendían por todo mi cuerpo, de la cabeza a los pies, específicamente en la zona de mi cadera, bajo mi ombligo, donde un brazo ajeno se había alojado desde hacía un par de horas. Por parte del dueño del mismo, parecía estar en el octavo sueño por la forma tranquila en la que respiraba de forma algo ruidosa, ¿cómo podía estar tan manso?

Odiaba a la humanidad o quizá no, pero soy demasiado introvertido como para desmentir esa afirmación. Por esa razón, porque las relaciones humanas me resultaban demasiado complicadas de comprender, había decidido abandonarme a mí mismo en la soledad de mi habitación. Al principio, Seunghee gritaba todas las mañanas que debía dejar de ser tan vago; sin embargo, cuando me obligó a acompañarla a su lugar de trabajo... Bueno, digamos que la cosa no salió del todo bien y prefirió mantenerme. No creáis que me gusta mi forma de vida pero, ¿qué más puedo hacer? Sólo he encontrado una respuesta, la misma que ha estado rondando por mi cabeza durante mucho tiempo, pero no sirvo ni para ello, me da pánico sólo pensarlo incluso cuando pocos recordarán mi paso por aquí.

Ahora está Mingyu, esa persona que ha llegado como un buen golpe directo a mi rostro con el mensaje de "tenías razón, las relaciones humanas son un asco". No sé qué hacer, cómo comportarme ni cómo reaccionar cuando él está cerca. Pocas veces son las que mi mente se silencia, dando rienda suelta a que mi cuerpo haga lo que desee, esta noche ha sido una de esas excepciones y, entonces, mi cerebro se despierta y no solo habla, sino que grita, grita lo estúpido que he sido por dejarme llevar por algo tan tonto como el deseo. Odio a Mingyu, por sacar mi lado más humano, ese lado que enterré hacía mucho.

El recién nombrado se remueve en sueños, apegándose mucho más a mi cuerpo semidesnudo y pegajoso por el sudor. Sin querer, dejo escapar un suspiro desde lo más hondo de mi ser con la esperanza de que todos mis pensamientos se vayan con él.

―¿Ya te arrepientes de lo que pasó entre nosotros? Escucha... Piensa sobre esto como una cana al aire, si no quieres, no volverá a pasar, pero no creo que te venga mal divertirte de vez en cuando. Siempre te ves tan... ¿enfermizo? ―Dolió. Siempre ignoré cada una de sus palabras y aunque no fue este nuestro primer acercamiento, siempre fue por parte del placer, pero sus palabras quemaron en mi corazón. ¿Cómo podía estar abrazándome mientras que hablaba como si fuese de lo mala que fue la película que acabábamos de ver? Quizá por eso aquella chica, en su antigua universidad, habló de esa forma sobre él, porque Mingyu no tenía sentimientos por nada que no fuese él mismo.

Sin responder –estaba seguro de que si lo hacía de una forma u otra acabaría aún más en ridículo –quité de un tirón su brazo e intenté bajarme de la cama y volver a mi estúpido colchón mugriento; sin embargo, él reaccionó más rápido y me volvió a tumbar a su lado.

―No hace falta ser demasiado inteligente para saber que lo que pasó aquí no tuvo sentimientos de por medio y no sólo hablo por mí, sino por ti también. Tú no sientes nada por mí, así que, ¿por qué te comportas de esta forma? Supongo que por eso estás siempre aquí encerrado.

He comenzado un nuevo experimento al que he llamado "¿violento?". Jamás lo he sido, básicamente porque me daba pavor respirar el mismo aire que un desconocido, por lo tanto que la violencia no formaba parte dentro de mis opciones de vida; sin embargo, tal vez sea porque tengo los sentimientos a flor de piel desde que Mingyu llegó o él simplemente se ha convertido en una mala influencia en mi vida, pero el resultado es que ahora, mi primera y única opción es golpear a la persona que no quiero seguir escuchando. Primero fue el chico de la pizza–que por cierto, mi compañero de habitación también tenía que ver con el tema– y ahora Mingyu que, estoy completamente seguro, no será la última vez.

El chico intentó protegerse el rostro con sus brazos y, aunque no cabe dudas de que pudo haberme lanzado fuera de la cama con un solo vistazo, no lo hizo. No sé en qué momento había comenzado a llorar sin parar, pero eso no me detuvo de seguir golpeando hasta que mis delgados brazos se quedaron sin fuerza. Caí levemente sobre su cuerpo, sosteniéndome con el poco coraje que me quedaba, mientras que seguía derramando lágrimas sin parar. Mingyu dejó caer sus manos en mis costados en una torpe manera de reconfortarme, dando pequeñas palmaditas en el lugar, mientras que su barbilla se amueblaba sobre mi cabellera.

―Lo siento, pero si digo esto es porque no quiero ilusionarte ni hacerte daño, pero yo... ―dijo en voz baja, separándome por los hombros para poder verme a los ojos. ―Ya sabes, yo no soy como tú. 

―¿Eso crees? Y dime, ¿qué soy yo exactamente? ―dije aún sin mirarlo a los ojos.

―A mí no me gustan los hombres. ―Su voz fue firme; sin embargo, el dolor y el odio estaban haciendo estragos en mi cuerpo, en mi forma de ser y en mi forma de actuar. Mi cadera comenzó a deslizarse hacia delante y hacia detrás aún sentado sobre su cadera, provocando que él cerrase los ojos y mordiese su labio inferior. Sabía que Mingyu estaba tragándose un gemido, por lo que aumenté el ritmo hasta que un pequeño "mmm" se deslizó entre sus labios.

―Pues para no ser gay, hay que ver cómo disfrutas, Kim Mingyu. 

Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora