Epílogo

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Nada podía salir mal, de hecho, hacía mucho que ningún mal pensamiento o síntoma de inseguridad se amueblaba en mi cerebro durante las noches. Posiblemente, porque los brazos de Mingyu eran tan cálidos rodeando mi cuerpo que era imposible imaginar un mundo en blanco y negro mientras que él estuviese a mi lado.

Ambos nos resguardábamos del mal tiempo en el interior de coche esperando que aquella endiablada nube parase por al menos un momento en el que pudiésemos correr hacia el interior de la universidad, eso o que llegase la hora del comienzo de clase y el acabar calados no fuese tan mala idea.

—Parece que llueve menos, ¿verdad? —susurró Mingyu en voz baja, combinándose con el golpeteo de las gotas contra el capó del coche. Parecía aburrido mientras que su índice jugueteaba con un mechón de su flequillo.

—Está bien, saldremos a la cuenta de tres, coge todas tus cosas. —dije, advirtiendo lo desastre que solía ser.

—¿Wonwoo? —Ahí estaba, no necesitaba que continuase como para saber que no me gustaría escuchar lo que continuaría después de mi nombre. —Olvidé mi paraguas en casa, ¿podemos compartir el tuyo? —Estupendo, si ya sabía que me mojaría, ¿qué más daría un poquito más?

Tomé mi mochila del asiento trasero y el paraguas, intentando prepararme mentalmente de cómo en solo un par de segundos sentiría la tela húmeda pegándose de forma repugnante a mi cuerpo. Ya fuera y con los ojos entrecerrados por el viento, corrí mientras que mis zapatillas se convertían en pequeños charcos para cuando llegué a la puerta de Mingyu y la abrí por él, intentando que su cuerpo y el mío estuviesen protegidos tanto como fuese posible.

Mingyu colocó su mano sobre la mía que sujetaba el paraguas y, como si el tiempo se hubiese detenido, me observó con aquella sonrisa a la que nunca podría acostumbrarme. Con aquella petición en silencio, le permití que él fuese quien lo sostuviera si no quería que acabase con un problema de espalda para no chocar su cabeza contra este.

Rodeó con su diestra mi cintura y apegó mi pecho contra el suyo. Estaba tan distraído por el olor a su perfume mezclado con el de la tierra mojada –lo único que amaba de la lluvia en realidad –que ni siquiera pude notar cómo el aparcamiento y los alrededores estaban más concurridos que de costumbre.

Los pasillos, normalmente repletos de estudiantes arrastrando sus pies de un lado a otro, en ese momento lo estuvieron incluso más. Aquello podía recordar perfectamente al comienzo de curso, a pesar que ya habían pasado meses. Mingyu cerró el paraguas y lo movió rápidamente para que el agua sobrante cayese al suelo. Su cabello estaba totalmente mojado y, aunque intenté reprimir el impulso, mis dedos lo peinaron hacia atrás mostrando su frente. Sus ojos se cerraron en forma de media luna y, volviendo a sostenerme por la cintura, besó mis labios rápidamente antes de tomar mi mano para comenzar nuestro camino a clase.

—¿Mingyu? ¿Kim Mingyu? —Ambos nos giramos ante el sonido de aquella voz y de repente, aquellos oscuros nubarrones que estropeaban el día, se convirtieron en una perfecta metáfora de cómo aquella voz había llegado para estropear mi felicidad infinita; sin embargo, al contrario de la última vez, Mingyu se aferró a nuestro agarre.

—Jiho... —El nombre se escapó entre los labios del chico que estaba a mi lado. —Cuánto tiempo. —Sus labios se curvaron en una sonrisa incómoda y su rostro normalmente bronceado se había vuelto blanquecino.

—Sí, exactamente desde que él nos echó de casa. —respondió con una carcajada, cabeceando hacia mí. Lo recordaba perfectamente, él había sido uno de los que estuvieron aquel día en el que la relación que Mingyu y yo teníamos se destruyó convirtiéndose en nada.

—¿Qué haces aquí? ¿El resto también vino? —contestó Mingyu como si no hubiese escuchado el comentario anterior. Con su diestra, aseguró su agarre en la mochila que colgaba de uno de sus hombros.

—Están a punto de venir, tenemos una conferencia en esta universidad y ya sabes, estas mierdas suelen ser obligatorias. —dijo con aquel tono chulesco que me daban ganas de vomitar. Mingyu estaba tan nervioso que, si no fuese por su agarre, podría haber golpeado a ese idiota. Él estaba entrando en un ataque de pánico y, cuando eso ocurría, su cerebro dejaba de funcionar por lo que cualquier cosa que hiciera o dijese, podría no significar nada, aunque aquello no significaba que no dolería. —Por lo que veo, lo que dicen es cierto, has comenzado a estudiar de nuevo.

—Sí, no podía quedarme de brazos cruzados toda mi vida. Por cierto... —Mingyu dio un pequeño tirón de mi mano haciendo que diese un traspié hacia delante. Mis ojos podrían haberse salido de su lugar en aquel momento y no me habría importado en lo más mínimo si aquello los hubiese distraído lo suficiente. —La última vez no pude presentarlo como es debido. —La sonrisa del tal Jiho se hizo más amplia, casi llenando su rostro completamente. —Este es Wonwoo, mi novio. —Mi corazón se detuvo cuando aquellas dos palabras se escucharon alto y claro, lo era desde hacía unos meses y aun así, se sentía como si fuese la primera vez.

—¿Estás riéndote de mí, Mingyu? —dijo soltando una carcajada, mirando hacia otro lado como si buscara la cámara oculta. Me sentía incómodo y, si no salía rápido de allí, podría morir de un infarto. —¿Tú? ¿Con un chico? ¿Ya no hay mujeres en el mundo a la que no te hayas liado? —De nuevo aquellas risas molestas, aquellas que helaban mi sangre.

—Pero, ¿tú qu- —Comencé, con el ceño fruncido y mi mano libre en forma de puño; sin embargo, Mingyu colocó su zurda en mi rostro de aquella forma suave que significaba que él y yo estaríamos juntos para siempre. Sus labios se unieron con los míos durante una fracción de segundo, lo suficiente como para escuchar el jadeo de Jiho.

—No te preocupes, no vale la pena. — murmuró mientras que sus ojos estaban fijos en los míos. —¿Suficiente para que no creas que es una broma? —dijo acercándose lentamente hacia el otro. Por primera vez en mucho tiempo, sentía verdaderamente la fuerza de Mingyu y comprendía a la perfección por qué había sido tan respetado y había sido quien fue antes de que todo ocurriese. — Puedes respirar tranquilo, ya no estoy en el mercado y, si Wonwoo me lo permite, espero no estarlo nunca más así que... Suerte, quizá ahora consigas que alguna chica deje de ignorarte por mí.

Caminamos a lo largo de los pasillos en silencio, Mingyu andaba tan rápido que me hacía trotar a sus espaldas para mantener su paso y que no fuese arrastrado por él. Finalmente, se detuvo tan rápido que casi choqué contra su cuerpo. Sus hombros, que se veían completamente rígidos, comenzaron a descender y verse lentamente más relajados.

—¿Cómo podía ser antes así? Casi se me sale el corazón. —dijo Mingyu volviéndose para mirarme a los ojos y, a pesar de sus palabras, una enorme sonrisa se pavoneaba en sus labios. Mis brazos rodearon su cuello y lo besé hasta que mis pulmones no soportaron más.

—Gracias por lo de antes. —dije mientras apoyaba mi frente contra la suya.

—Gracias a ti por convertirme en quien soy. —respondió. Mingyu se separó levemente y observó a través de los grandes ventanales cómo aún la lluvia seguía cayendo. —¿Qué te parece volver a casa y ver una película juntos? De todas formas, ya es demasiado tarde para entrar a clase.

Segundo cumpleaños junto a @Humenazaki pero no el último, porque ofd nos espera. Happy birthday <333 Pd: No soy la única vieja en esta amistad, ahora tú también lo eres un poquito más.

 Happy birthday <333 Pd: No soy la única vieja en esta amistad, ahora tú también lo eres un poquito más

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Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora