Proud

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Los ojos de Mingyu se encontraban cristalizados a pesar de que prácticamente lo único que podía ver eran sus espesas pestañas negras que los ocultaban en un precioso manto. Su pecho se alzaba con ímpetu en busca de un poco de oxígeno; sin embargo, volvía a descender con el mismo furor sin esperanza. La asfixia parecía ser contagiosa o quizás era porque la irritación y enojo aún se mantenían como si ese idiota aún siguiese frente a mis narices.

A pesar de que siempre estaba obsesionado con el sonido chirriante de la silla de ruedas, no escuché cuando llegó justo a mi lado y tomó mi mano entre las suyas. Su rostro reflejaba terror, decepción, agotamiento... Miles de sentimientos revueltos, unificándose en uno solo lleno de dolor.

―Joder, mira tu mano... Siéntate, voy a por algo para curarte eso. ― Y de la misma forma, desapareció por el pasillo.

No supe qué fue lo que me empujó a hacerlo, quizás fue la situación en la que nos encontrábamos o que mi mente en blanco se manejaba por sí sola pero, lo que menos me esperaba, estaba ocurriendo.

Con sus manos apoyadas sobre el lavabo, Mingyu se erguía de pie buscando dentro de uno de los muebles para coger algo de algodón y alcohol. Pude notar como gotas de sudor comenzaba a deslizarse por su sien y mejilla para acabar descendiendo por su marcada mandíbula, la cual se acentuaba al hacer fuerza con sus dientes. El esfuerzo de aquel simple gesto era increíble; sin embargo, ahí estaba, sobre sus dos piernas sosteniéndose.

Mi mano derecha tapaba mi boca para no emitir sonido alguno, ¿Mingyu podría caminar? Era obvio que no en un momento inminente, pero con algún tipo de terapia o rehabilitación se podría hacer algo. Tal vez mi mente estaba pensando demasiado, tampoco es que yo fuese doctor o especializado en algún tipo de ciencia relacionada, pero dudaba que cualquier tipo de persona que se encontrase postrado en una silla fuese capaz de alzarse de la misma forma que él lo estaba haciendo.

Cuando vi como acababa de tomar las cosas y, con gran lentitud volvía a sentarse, me di cuenta de que era mejor hacer como si no hubiese visto nada. Estaba seguro de que averiguaría sobre el tema, Mingyu no merecía vivir la vida que tenía, él debía volver a su lugar y no acabar el resto de sus años dentro de una habitación con poca iluminación en la habitación de alguien que estaba roto, sin solución. En un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba sentado sobre el sofá intentando que mi respiración se calmase un poco después de menudo acontecimiento.

―¿Estás bien? ―Su voz sonó cercana. Estaba tan distraído observando el jarrón con flores que había traído esta misma tarde Seungcheol que ni siquiera me había fijado en que ya había llegado, ¿podía ser más despistado?

A pesar de que Mingyu me observaba atento a la espera de una simple respuesta, ya fuese "sí" o "no", –incluso podría decir que parecía preocupado sobre mi estado–no sabía qué responder. Me hubiese encantado decir que sí, que me encontraba completamente en mis cinco sentidos, que estaba bien pero, ¿cuándo lo había estado? Si no lo estaba hacía un par de horas, ¿cómo lo iba a estar ahora?

Muchas cosas habían pasado en poco tiempo, cosas que me eran imposible de digerir. Mingyu se había comportado de forma amable conmigo que, para ser completamente sinceros, no sabía si me sorprendía más su actitud agradable o el hecho de que yo recibiese un acto así por primera vez en mucho tiempo. Luego había pasado lo del idiota de la pizza, que por cierto, no sabía qué había sido de ella aunque tampoco me importaba, el hambre se había esfumado y lo único que quería era volver a la tranquilidad de mi habitación o como Seungcheol lo llamaba, mi zona de confort. Y, para terminar pero no menos importante, estaba Mingyu de pie, apoyado sí, pero al fin y al cabo de pie, ¿por qué había decidido no hacer algo para volver a caminar? ¿Por qué había tomado el camino triste y fácil de la soledad en lugar de intentar volver a su vida de popularidad? Yo lo habría dado todo por conseguir ser reconocido o, más bien, por no tener miedo a serlo. Ese sentimiento de orgullo de uno mismo que no impide estar ahí fuera con el resto de sociedad, quizás yo me encontraba incluso más postrado que él sin siquiera darme cuenta.

―¿Wonwoo? ―Mingyu se había acercado, haciendo que su acelerada y caliente respiración chocase contra mi rostro con impaciencia y volviendo a mi corazón loco sin razón. ―No pensé jamás que pudieses reaccionar de esa forma, ¿te encuentras bien? Si quieres puedo llamar a Seung...

―No. ―Mingyu soltó un suspiro de alivio cuando me escuchó hablar, como si hubiese estado aguantando la respiración durante mucho tiempo.

―Uf, pensé que te habías quedado en un estado de shock o algo, me alegra que estés bien. ―Su voz sonaba atenuada, más tranquila que antes.

―No he dicho en ningún momento que lo esté, sólo es... No quiero que llames a nadie. Voy a... Voy a ir a tumbarme un rato. ―Antes de que intentase ponerme de pie, Mingyu tomó mi mano. Su rostro estaba serio, demasiado a decir verdad.

―Primero voy a curarte esa mano. ―Ni siquiera me había fijado en cómo el líquido de color escarlata descendía a lo largo de mi mano sin detenerse. No me dio tiempo de contestar, el chico se había colocado delante de mí, tomando el algodón entre sus dedos y humedeciéndolo con el alcohol que dejaba un fuerte olor en el ambiente.

Me gustaría decir que no dolió, pero pude ver las estrellas cuando el maldito líquido se puso en contacto con mis nudillos. La sensación de escozor hizo que tragase un quejido que salió desde lo más hondo, mientras que cerraba los ojos con fuerza. Mingyu comenzó a reir, sorprendiéndome en el acto, mientras que me observaba con sus ojos en forma de medias lunas.

―Para dar esos puñetazos, eres un quejica. Creo que no sólo yo has sorprendido hoy con tus buenos golpes, ¿eh? ―Y su sonrisa se veía orgullosa, posiblemente se veía de la misma forma que yo cuando lo escuché hablar desde la cocina, como si estuviese feliz de la forma en la que reaccioné. Pude sentir una especie de regocijo en el centro de mi estómago por su acción y no sabía cómo sentirme ante ello, incluso me hizo olvidar del dolor proveniente de mi mano, en la cual se concentró al recibir de mi parte solo un enorme silencio acompañado de una cara de idiota. ―Por cierto... ¿qué ha sido de esa película que veríamos esta noche juntos? ¿Vas a dejarme tirado esta noche?

Y juro que nunca antes vi algo tan profundo como sus ojos en ese momento.

Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora