Catch

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― ¿Que cómo me fue? ―murmuré más para mí mismo que para él. Hacía poco que había llegado a casa desde el trabajo y Mingyu, viéndose algo curioso, me preguntó sobre qué tal me había ido. Quise responder que fue un horror, un completo desastre de principio a fin y que quería morir con sólo cruzar miradas con alguna persona que allí se encontrase. ―Raro.

―¿Raro? ― preguntó frunciendo el ceño como si oliese algo espantoso. ― ¿Qué quieres decir exactamente con "raro"?

―Pues eso, raro, extraño, inusual, pecul...

―Cállate, me das dolor de cabeza. ―Me cortó, haciendo que tontamente escondiese una sonrisa mientras me giraba para quitarme la chaqueta. ― ¿Qué pasó?

―¿Por dónde empiezo? ―Me tumbé en la parte más baja de su cama, allí donde sus pies no llegaban. ―Primero, la señora que me enseñó cómo funcionaba el trabajo dijo algo de que a partir de ahora la biblioteca comenzará a cobrar vida. ―Giré el rostro mirándolo a él. ― ¿Qué coño significa eso? ¿Acaso tengo cara de sociable? Porque apuesto lo que sea que no es así. ―Mingyu reía, parecía divertirse así que supuse que él sí que había pillado el chiste. ―Encima, un chico empezó a montar un lío enorme hablando y bromeando con sus amigos, así que si no iba, alguna de las personas que allí estaban acabarían por matarme. Me acerqué y me mandó a callar, ¿puedes creerlo? "¿Y tú quién eres, friki?" ―Lo imité con voz de estúpido. ―Pero... ―sonreí sólo con recordarlo. ―Su amiga me defendió, ¿sabes? Se sintió increíble. Luego me dijo algo de que a partir de ahora sacará mejores notas pero, ¿eso qué tiene que ver?

―Espera, espera, ¿dejaste que un niño se riese de ti?

― ¿Qué quieres que haga? ¿Lo golpeo hasta dejarlo inconsciente? No quiero perder el trabajo antes de haber empezado. Además, yo no soy como tú.

―Pues si mi memoria no me falla, tienes unos puños de acero y si no que se lo pregunten al repartidor de pizza. ―Mis mejillas se enrojecieron de sólo recordarlo, así que intenté tapar mi rostro con mis brazos.

―No me cambies de tema, ¿sabes que quieren decir con eso? ¿Por qué se va a llenar la biblioteca? ―Mingyu se mordió el labio inferior con una sonrisa mientras que miraba cualquier mueble de la habitación.

―Sí y créeme que estoy completamente de acuerdo con ellas. ―Me puse de rodillas en la cama, observándolo a los ojos.

―Dímelo. ―El negó con un movimiento de cabeza sin perder la sonrisa. ―Deja de bromear, vamos. ―Mingyu alzó su mano y, con su dedo índice, empezó a trazar líneas imaginarias empezando por mi frente hasta llegar a mi mandíbula.

―Apuesto lo que sea que el nuevo y guapo bibliotecario ya tiene un club de fans dispuesto a pasar sus tardes observándolo entre libros.

○                                                                                             ○                                                                                             ○

Había llegado antes de tiempo. De camino a la biblioteca, las palabras de Mingyu retumbaban en mi mente una y otra vez, la forma tan sincera con la que había hablado y lo bien que se había sentido sus labios contra los míos en un suave contacto justo después para dejarme con la miel en los labios y echarme de su cama para que lo dejase dormir. Sé que no concilió el sueño hasta horas después, de todas formas, no iba a arrastrarme para que me dejase estar con él de nuevo.

Como había prometido, aquella chica no tardó en aparecer con el mismo grupo del día anterior y, para mi sorpresa, varios grupos de adolescentes más que se dedicaron a pasear libros de un lado a otro todo el tiempo. Y, cómo no, aquel brabucón no tardó en empezar a gritar. Agudos "shh" llenaban la sala mientras que yo me sentía cada vez más incrustado en mi propia silla.

El sonido de la puerta cerrar fue suficiente para hacer un mínimo de silencio, todos tenían la manía de distraerse para saber quién era la nueva persona en ocupar uno de los pocos asientos vacíos que quedaban. Un nudo enorme se alojó en mi garganta cuando un sonido chirriante empezó a sonar, Mingyu se quedó quieto, esperando que todos volviesen a sus quehaceres y dejasen de prestarle atención.

Él era como un ave fénix, había abandonado su rostro enmarañado de estar por casa, recordándome quién era realmente. A pesar de no poder mantenerse en pie, brillaba con luz propia con aquel pelo despeinado tan perfectamente imperfecto y su piel, algo apagada durante todo este tiempo, ahora era tan morena y preciosa que me llamaban a lanzarme y mordisquearla sin parar. Sus ojos viajaron por cada adolescente hasta que dieron con el más ruidoso que llamaría la atención de todos si no fuese por su propia presencia.

Con ayuda de sus manos, se acercó hasta la mesa que el grupo ocupaba. Con un tirón brusco, quitó una de las sillas vacías y se colocó al lado del chico que me llamó friki el día anterior y, sin actuar ni hacerse el remolón, lo observó a los ojos hasta incomodarlo.

― ¿Quieres algo?

―No, ¿y tú? ―Dios, la dentadura de Mingyu... Un par de suspiros se escucharon en la biblioteca y, si no me equivoco, uno de ellos era mío.

― ¿Entonces qué miras, imbécil? ―La chica giró el rostro hacia un lado y estrechó sus ojos, a ella tampoco parecía gustarle la forma en la que le había hablado a Mingyu.

― Te crees muy valiente ¿no? Porque no deberías...

― ¿Y qué vas a hacerme? Con esa silla no serías capaz ni de alcanzarme. ―Di un paso hacia ellos, lo único que pude hacer para acabar con todo aquello antes de que Mingyu alcanzase el cuello de la camiseta del joven en un puño y lo acercase a su rostro. Mi compañero de habitación daba tanto miedo que incluso mi piel ardía por culpa de tener el vello de punta.

―Ups, te pillé. 

Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora