Tears

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Seunghee siempre me lo había advertido, era demasiado sensible para mi propio bien. Por supuesto, yo nunca lo acepté, no en voz alta al menos; sin embargo, el recorrido cálido de las lágrimas a lo largo de mis mejillas, decían lo contrario.

Mingyu había pasado todo el día distante, incluso llegué a pensar que por fin se había dado cuenta de lo poco valioso que era y que él se merecía algo mejor. Cuando me preguntó por qué no pasaba el día con mi hermana en lugar de estar en casa con él, es cuando supe que algo raro estaba pasando con él. Ocultaba su móvil cuando podía estar en mi campo de visión, intentaba hacer el mínimo ruido posible con su silla cuando iba a otra habitación y, en resumidas cuentas, parecía estar a punto de un ataque de nervios.

Seunghee apareció horas después, fuimos al parque y caminamos durante tanto tiempo que mi espalda baja y piernas se quejaban de cansancio. Perdí la cuenta de las veces que pedí volver a casa,  valorando por primera vez el sentir las sábanas echas un desastre por lo molesto que era Mingyu mientras dormía, convirtiéndose aquello en lo más parecido al paraíso en ese momento.

Cuando los primeros rayos de sol comenzaban a ocultarse en el horizonte, escuchar cómo la llave se introducía por la cerradura parecía un sueño cumplido; sin embargo, lo que encontré tras la puerta de madera sí que lo fue.

Mingyu vestía una camisa negra lisa, metida dentro de unos vaqueros desgastados por la zona de sus rodillas. Su cabello estaba peinado de tal forma que podía ver su frente de la forma que tanto me gustaba y, por último pero no menos importante, su sonrisa. Se veía tan incómodo que si no fuese por la escena que lo rodeaba, me hubiese lanzado a sus brazos sin pensarlo para tranquilizarlo.

Aún faltaban muebles en nuestra sala, una pequeña mesa redonda en el medio de esta se encontraba adornada con un sencillo mantel de color granate. De la misma forma, la cubertería de cristal se repartía por el pequeño espacio libre y un maravilloso aroma a pollo reinaba en toda la casa teniendo su origen en la cocina. La habitación hubiese estado completamente oscura si no fuese por un par de velas en el centro de la mesa.

―Bienvenido a casa. ―murmuró él aún con aquella sonrisa tímida en sus labios que parecían más rosados que de costumbre. Poco a poco y con una lentitud pasmosa, llegó hasta donde me encontraba y, tomando mi mano, terminó por introducirme dentro de casa y cerrando la puerta que aún se encontraba abierta a mis espaldas. Aprovechando el toque que nos unía, consiguió sentarme sobre sus piernas mientras que yo aún observaba cada pequeño detalle con la boca abierta. ―Idiota. ―susurró antes de dar un suave beso en mi mejilla, justo donde la primera lágrima ya se abría paso sin permiso. ― ¿Por qué lloras? Sé que no es demasiado, pero...

No quería escuchar ningún "pero", no en aquel momento en el que la felicidad nacía con tanta fuerza desde el centro de mi estómago hasta alcanzar la punta de mis dedos. Ahora lo sabía o, al menos, lo entendí mientras que saboreaba sus labios entre los míos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, mientras que mis dedos jugaban con el cabello cercano a su nuca.

― ¿Mingyu? ― Dejó escapar un murmullo mientras que estiraba aún más si podía su cuello hacia arriba para alcanzar mi boca mejor. ―Creo que te quiero.

Sus dientes se dejaron entrever entre la sonrisa más radiante que vi jamás, demostrándome que mis teorías eran reales sobre que Mingyu era una estrella, obligándome a cerrar incluso un poco mis ojos por lo brillante que era.

― ¿Tienes idea de lo feliz que me haces? Gracias por recoger cada pedacito de mi corazón, Wonwoo, ni ahora ni nunca seré capaz de agradecerte todo lo que hiciste por mí. ―Un gemido roto se escapó de mi garganta y para entonces, yo ya era un mar de lágrimas y mocos abrazado a la persona más increíble que conocí jamás.

― ¿Yo hice algo? ¿Estás seguro? Creo que te equivocas de persona. ―susurré intentando quitar la humedad de mis mejillas rápidamente.

―Desde que te conocí, has logrado que deje de sentirme como la persona más inútil de este mundo.

―Eso es porque ese soy yo.

―Te equivocas, eso es porque tú, rodeado de tanta oscuridad, lograste salir de ella y sobrevivir. Aunque no te lo creas, eres fuerte y has crecido tanto como persona en tan poco tiempo que siento incluso celos. Jeon Wonwoo, eres un ejemplo de superación y, si no fuese por ti, jamás hubiese decidido intentar a volver a caminar. Te amo, te amo una y mil veces. Te amo hoy y siempre. 

Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora