Past

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La noche se había vuelto fría, tanto que mi cuerpo no paraba de temblar mientras que intentaba encontrar mi pijama en uno de los cajones del mueble. Podía sentir la mirada de Mingyu, ya sentado en su cama, observando cada pequeño detalle de mi cuerpo mientras que le daba la espalda.

― ¿Qué quieres? ―murmuré nervioso; sin embargo, sólo obtuve silencio como respuesta. Giré exasperado, quise enfadarme, pero su cabello despeinado y su sonrisa perfecta me detuvieron. Mingyu se encogió de hombros.

― ¿Tienes frío o te pone nervioso que te mire? ―dijo mientras que entrecerraba sus ojos. El aire se atascó en mi garganta, no podía hacer crecer su ego, no más de lo que ya estaba, por supuesto.

―Creo que cogí frío de camino a casa. ―respondí, volviendo a rebuscar entre mis camisetas de manga corta por algo que abrigase más.

―Ya sabes que yo puedo ayudarte. ―Aspiré fuerte, llenando mis pulmones de oxígeno, a pesar de que seguía sintiendo esa sensación de asfixia.

No sabía qué le ocurría a mi cerebro, todo este tiempo –antes de la llegada de Mingyu –me sentía solo, abandonado y en cierta forma incluso depresivo, odiaba mi vida, odiaba la vida en general; sin embargo, su llegada trajo tantos cambios que no podía acostumbrarme a ellos a pesar de la sensación agradable de cada uno de ellos, como su mirada que me hacía sentir importante y, lo más importante, querido. Y todo eso me asustaba, me aterraba la idea de que hubiese alguien esperando lo mejor de mí, porque aquello solo significaba una cosa, había alguien a quien en un momento u otro, acabaría por defraudar. Esa era la razón por la que me sentía tan inquieto a su alrededor, me había dado cuenta que él estaba comenzando a sentir algo más que atracción, al menos eso demostraba y simplemente, no quería creerlo ni saberlo.

―Vamos, te estoy esperando. ―dijo dando un par de palmaditas al colchón a su lado.

― ¿Qué te hace creer que voy a dormir contigo? ―respondí mientras que intenté buscar en la mesita que había al lado de la cama. Mingyu no respondió y estaba seguro de que estaría esperándome con aquella sonrisa arrebatadora, haciendo que me rindiese al segundo.

― ¿Cómo has dicho? ―Tres palabras, precisas, justo en mi oído. Giré rápidamente para encontrarme a Mingyu de pie, apoyando sus manos en el mueble a cada lado de mi cuerpo con una camiseta de manga larga sobre su hombro. Sus brazos temblaban por el esfuerzo; sin embargo, su presencia era arrebatadora. Me había acostumbrado a mirar hacia abajo cuando le hablaba por culpa de aquella silla, olvidando que era un jodido gigante. Apoyé mis manos en su cadera, sirviendo de cierta forma de apoyo y Mingyu sonrió, tan cerca, tan imponente. Agachó su rostro levemente y dejó pequeños besos en mis labios, mis manos subieron hasta sentir los músculos de su espalda.

―Está bien, dormiré contigo, pero túmbate ya. ―Él rió, besándome un poco más, antes de dejarme tomar el pijama y estirar su mano hasta el colchón para volver a tumbarse.

Después de unos minutos, mis brazos ya rodeaban su cuerpo, tan cálido, como si estuviese abrazando al mismísimo sol. Mingyu apoyaba su mejilla sobre mi cabeza, moviéndose suavemente y despeinándome por ello.

― ¿Sabes? Es gracioso que Seunghee se asustara por si hoy conducías borracho. ―Su voz sonó ronca, como si acabase de despertar.

― ¿Por qué? ¿Tan raro es que yo beba?

―No. ―Esperó unos segundos que hicieron que el ambiente se volviese tenso. ―Pero después de aquel fatídico día no volvería a entrar a un coche donde el conductor tuviese una sola gota de alcohol en su cuerpo. ―Sentí mi propia saliva haciendo su camino con trabajo, él jamás había hablado del tema después de lo ocurrido.

―Si no quieres hablar sobre ello...

―Está bien, creo que estoy preparado para hacerlo.

<<Todo fue hace tres meses, recuerdo aquella noche como si acabase de pasar. Habíamos ganado un partido y todo el equipo y amigos de la universidad nos reunimos en la casa de James, mi mejor amigo. Fue una de las mejores fiestas; sin embargo, los excesos nos lo pagaron bien caro... Todos estábamos tan borrachos que casi no podíamos sostenernos en pie, tanto, que no puedo recordar en qué estábamos pensando cuando nos subimos a su coche. No sé hacia dónde íbamos; sin embargo, en mi mente aún puedo visualizar la luz de ese coche que llegaba a toda velocidad por mi lado, chocando contra nosotros con toda su fuerza. Lo primero que sentí fue un dolor tan grande que por un momento pensé que hubiese sido mejor morir al momento. Lo siguiente que sé es que estaba en el hospital, ojalá pudiese olvidar el rostro de Seungcheol cuando me vio. Nunca me regañó por lo que hice, jamás me reprochó haber actuado como un idiota y creo que hubiese preferido que lo hiciera. Todo el mundo hablaba de mí como el perfecto Kim Mingyu, pero qué lejos está eso de la realidad. Después de aquello, me volví el imbécil que conociste cuando llegué. ¿Sabes? Ninguno de mis amigos vino a verme al hospital, ¿el chico que repartía pizzas? Era uno de ellos. Pasé de tenerlo todo, a darme cuenta que vivía en el país de las mentiras. >>

Mi garganta dolía, estaba intentando sostener mis lágrimas a pesar de no estar seguro de aguantar mucho más. Yo vivía quejándome y, al principio, odiaba a Mingyu más de lo que alguna vez odié a alguien; sin embargo, el sufrimiento que soportaba sobre sus hombros era el que lo había amoldado hasta convertirlo en aquel monstruo.

―Joder, Mingyu... ―Él solo rió, pero era una risa melancólica.

―No quiero que sientas pena por mí, ¿qué te parece un beso a cambio? Estoy seguro que así me sentiré mucho mejor. ―Por supuesto no me negué, sus labios temblaban un poco, apostaba que no era el único que estaba aguantándose las ganas de llorar. Tomé su rostro entre mis manos e intenté demostrarle cada uno de mis sentimientos, todo el agradecimiento que sentía y lo orgulloso que estaba de él en aquel beso.

― ¿Wonwoo? ―Solté un escueto "¿mm?" mientras continuaba saboreando sus labios. ―Te quiero. 

Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora