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¿Alguna vez habéis pensado "No diré esto en voz alta, porque si lo hago, seguro que ocurrirá"? Como cuando le eché la bronca a mi hermana porque rompió su móvil y esa misma tarde rompí la pantalla del mío cuando se me cayó del regazo al levantarme. Bueno, pues eso mismo fue lo que me ocurrió. Cada palabra de aliento de Mingyu sobre mi mejora, cada día que pasaba me volvía más fuerte, creyendo en que podría llegar lejos poco a poco, paso a paso; sin embargo, no tuve la suficiente valentía como para aceptarlo en voz alta. En realidad, di gracias de no haberlo hecho, porque de haber sido así, habría sido demasiado vergonzoso recordarlo cuando no podía ni siquiera respirar en el asiento de mi coche.

Los amigos de Mingyu ya debían de estar en casa a juzgar por la hora que marcaba el reloj de color rojo brillante en la parte delantera del auto. Mis nudillos estaban blancos rodeando el volante y todo mi cuerpo vibraba.

Había pensado en hablar con él, sincerarme sobre lo que pensaba de aquella estúpida idea sobre remover el pasado, pero estaba seguro de que él se pondría a la defensiva y yo, como el idiota que soy, me habría callado y pediría perdón por no ponerme en su lugar. Mingyu era atento, cariñoso, perfecto en cualquier ámbito de su vida; sin embargo, hacerle ver que sus amigos eran unos capullos y no lo querían por como realmente era... Bueno, era un asunto que debería mejorar. Lo comprendía, sabía que era difícil de asimilar que aquellos que te acompañaron durante años de tu vida hablaban de ti a tus espaldas, era duro pero, ¿era mejor poner la otra mejilla? No lo creía.

Hacía más de una hora que había salido del trabajo, observé de reojo la pantalla de mi móvil, ni rastro de notificaciones. Aquello era raro, teniendo en cuenta que cuando me retrasaba más de veinte minutos, Mingyu me mandaba un mensaje preocupado para saber si estaba bien.

—Vamos Wonwoo, tú eres más fuerte que esto. —suspiré para mí mismo. Tomé aire por última vez para, con esfuerzo, salir del coche. Tuve un ataque de pánico en el ascensor, pero no lo suficiente como para hacerme huir. Ya en el pasillo podía escuchar fuertes carcajadas, gritos de chicos y más risas. Recé por no malgastar mucho tiempo intentando abrir la puerta para evitar dejarme en ridículo antes de ser presentado... Un momento, ¿cómo me presentaría Mingyu a sus amigos? No había pensado en ello antes y hacerlo me preocupaba en cierta forma.

Cuatro chicos estaban sentados en el sofá, uno de ellos en el brazo del mismo. Todos sonrieron, pero ninguno parecía sincero.

—Oh, Wonwoo, ya estás aquí... —murmuró Mingyu como si no estuviese feliz de ello.

—¿Quién es él? —preguntó el que parecía mayor que el resto.

—Mmmm. —susurró como respuesta, parecía desprevenido como si no hubiese pensado en que este momento llegaría. —Es mi compañero de piso, el cuñado de Seungcheol.

—Así que... ¿sois amigos? —comentó otro.

—No. —dijo rotundamente Mingyu. Yo lo miré a los ojos, esperaba que no me presentara como su pareja ni nada que tuviese que ver con sentimientos pero... ¿no éramos amigos? —Quiero decir, Wonwoo no habla mucho en realidad, está siempre sentado mirando a la nada o leyendo uno de sus libros raros. —Mi corazón se paró. Mingyu estaba comportándose como Youngsoo, su sonrisa petulante en el rostro que se hizo incluso más grande cuando el resto se rió a carcajadas por la forma en la que me había descrito.

—Así que... Un bicho raro, ¿eh? —dijo el que estaba más cerca.

Por favor, por favor, no tú, no tú también. Niégalo, defiéndeme, Mingyu, te lo suplico.

—No tienes ni idea de cuánto. —Risas, golpes en su hombro y gritos de todos. Mis ojos estaban completamente abiertos y no dudaba que mi boca también lo estuviera. Las lágrimas se comenzaban a acumular, pero yo no era el mismo de antes, él lo había dicho. No podía soportar una risa más ni otro comentario como si mi presencia fuese invisible.

Con paso inseguro y con la duda por si en algún momento me caería por el temblor en mis rodillas, llegué hasta donde Mingyu me observaba con ojos brillantes como en el primer día. ¿Dónde estaba el suave y tierno chico que conocía? Sus "amigos" se habían tragado todo lo bueno como un agujero negro.

—¿Estás seguro, Kim Mingyu? ¿Es eso lo que soy para ti? —La sonrisa del chico se vio resentida al ver como, por primera vez en la vida, me defendía. —¿No somos amigos? ¿Soy un bicho raro? Vosotros. —dije mirando al resto. —¿Cómo era Mingyu antes del accidente? ¿Estaba con muchas chicas?

—¿Muchas? Dudo que haya una chica en nuestra universidad que no haya tenido a este cabrón en su cama.

—¿Y chicos? —Todos fruncieron el ceño, parecían un "copia y pega" reaccionando de la misma forma cada vez.

—Wonwoo. —dijo Mingyu con la mandíbula marcada. —Es mejor que te detengas ahora. —Arrugué la nariz y sonreí con falsa inocencia.

—Supongo que me he acostumbrado a que me calles con un beso, ¿no lo harás ahora? —Mi rostro se transformó y dudo que en algún momento hubiese estado tan serio como en aquel momento. —Todos vosotros, fuera de mi puta casa. Ahora. —Los chicos parecían sorprendidos y observaron al joven que estaba a punto de explotar de enfado y, sin esperar nada más, fueron saliendo de uno en uno.

—¿Qué se supone que hac-

—Tú también. ¡Fuera! —grité tan fuerte que incluso mi garganta se quejó por el esfuerzo. Él comenzó a moverse hacia la puerta en su silla de ruedas y, antes de atravesar el umbral de la puerta lo detuve. —Mingyu, no quiero verte de nuevo, ¿me oíste bien? Jamás. Te mereces que tus amigos te odien, que se aprovechen de ti y que no tengas a nadie en el que apoyarte más que en tu hermano, qué digo, él es demasiado bueno para alguien como tú. Siempre dijiste que ya no eras como esos que me hicieron la vida imposible pero, ¿sabes qué? Has demostrado que eres peor. Ahora, si gustas, me gustaría que no volvieras aquí en lo que te queda de vida. 

Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora