Shit

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Te quiero. Te quiero. Te quiero. Joder, él me había dicho que me quería, un tipo como Mingyu que habría podido tener a quien quisiera se había fijado nada más y nada menos que en alguien como yo, simplemente no podía creerlo. Mi corazón aún seguía acelerado a pesar de que ya había pasado una semana de aquello.

Él no espero un "y yo a ti", cosa que me hizo soltar un suspiro de alivio. ¿Lo quería? No estaba seguro, de hecho, mi cabeza se mantenía reticente sobre ello. Era cierto que me había acostumbrado a su compañía, que era agradable pasar tiempo con él y que me gustaba cuando su mirada solo se centraba en mí por muy nervioso que me pusiera, ¿eso quería decir que lo amaba? Definitivamente solo tenía a Soonyoung para comparar, pero los sentimientos y la ocasión fueron completamente distintos. Mientras que el que había sido mi amigo por tanto tiempo había huido, Mingyu me había defendido –dos veces en realidad –e incluso me había besado en público.

Por su parte, su sentido del humor había cambiado completamente, era alguien extremadamente cariñoso, incluso en alguna ocasión tuve que decirle que parase de abrazarme o me aplastaría los pulmones. También sonreía mucho y no paraba de contar chistes sin gracia, pero de los que tenía que reír a la fuerza o una guerra de cosquillas estaría a la vuelta de la esquina.

Las buenas noticias comenzaron a llegar y, cuando actualicé mi cartilla en el banco y vi la cifra casi grité de alegría, el primer sueldo había sido ingresado. No podía decir que fuese rico, pero era lo suficiente como para... Para mudarme.

Aquella idea estuvo acosándome constantemente, si aquel dinero sería el que cobrase cada mes, era suficiente como para alquilar un piso pequeño, lo suficiente para mí y pagar los pocos gastos que tuviese. Incluso si consiguiese uno cerca de la biblioteca, no necesitaría ni siquiera el coche y me ahorraría mucho en autobús.

Después de una jornada de trabajo sin problemas y con mi portátil sobre las piernas, comencé a rastrear por internet. Seguro que acabaría agotándome mentalmente antes de poder siquiera encontrar un piso que llamara mi atención. Estaba tan concentrado, que cuando la voz de Mingyu me sacó de aquella aburrida búsqueda, casi caigo del sofá.

― ¿Qué estás haciendo? ―preguntó curioso mientras que observaba fijamente el ordenador.

―Oh, nada, yo solo... ―Intenté bajar la pantalla, pero Mingyu fue más rápido y me detuvo.

―Tú... ¿Te vas a mudar? ―dijo en voz baja, ni siquiera me miraba a los ojos, hasta que lo hizo, más oscuros de lo que normalmente eran. ― ¿Vas a irte de aquí?

―Hablas como si me fuese a mudar a otro continente, ni siquiera me iré de la ciudad. Además, ahora que tengo el dinero suficiente, siento que es mi obligación. Deberías de estar feliz, ahora tendrás la habitación para ti solo.

―Genial, era eso precisamente lo que quería, gracias. ―Y sin más se fue. No hacía falta ser profesional en estados de ánimo, se había enfadado conmigo.

―Mingyu. ―Lo llamé; sin embargo, no hubo respuesta. ― ¿Mingyu? ―Solté un resoplido y, dejando el ordenador cuidadosamente sobre el sofá, lo seguí. Estaba sentado en su silla, semidesnudo, mientras que la camiseta del pijama estaba sobre sus piernas para colocársela segundos más tarde. Tenía una de sus cejas más baja que la otra como si estuviese concentrado en algo, aunque definitivamente no era en lo que estaba haciendo cuando vi que se la puso al revés. Sonreí y me acerqué a él, tomé entre mis dedos la parte baja de su camiseta y la subí lentamente revelando su piel ardiente y dorada. Quise lanzar la prenda por la ventana, hacer lo que sea mientras que pudiese ver su pecho todo el día.

― ¿Por qué quieres irte? ¿Es por mí? ―murmuró sin mirar a mis ojos. ― ¿Te molesta que esté aquí? Porque yo te necesito, Wonwoo, mierda yo... ―No pudo terminar, mordía su labio inferior con tanta intensidad que temí que acabara por sangrar. ― ¿Qué puedo hacer para que te quedes?

―Mingyu, no seas idiota, por supuesto que no es por ti. Es por mi hermana, Seungcheol, por... mí. Gracias a ti fui valiente y a día de hoy estoy trabajando, ¿puedes creerlo? Y haciendo algo que realmente me gusta, se siente... Increíble. ―Sonreí para afianzar mis argumentos. ―Pero no puedo quedarme aquí, siento que ellos no han tenido la vida de un verdadero matrimonio por mi culpa. Joder, es como si tuviesen un hijo de veintiuno.

― ¿Y qué arreglaras yéndote? Te recuerdo que aún les quedaría al hijo inválido de veinte. ―Sus palabras salían tan bajas que casi no podía oírlas, Mingyu estaba actuando como un niño encaprichado y aquello... Sí, me gustaba, definitivamente me gustaba ver como sobresalía su labio, la forma en que sus ojos brillaban y sus manos temblaban. Lo tomé por las axilas para que fuese más fácil levantarlo, él se agarró fuertemente a mi cintura para sostenerse y con algo de trabajo consiguió tumbarse en el colchón.

― ¿Qué te parece si te mudas conmigo? He estado mirando y... bueno, hay sitios muy bien de precio, quizá nosotros... ―Mingyu me empujó quedando él por encima y, aunque su pecho podía ser levantado con la ayuda de sus manos, su cadera chocaba contra la mía, apoyándose en todo su esplendor. Un gemido ronco se escapó de mi garganta, pero él no parecía darse cuenta de la situación en la que nos encontrábamos.

― ¿Hablas en serio? Quiero decir, ¿de verdad?

―Sí, claro, si quieres sí.

―Dios, sí, claro que sí. ―Mingyu comenzó a dejar castos besos en mis labios, podía sentir su sonrisa a través de cada uno de ellos. ―Joder, te quiero, te quiero mucho. ―Y aquello fue como encender la mecha de un enorme incendio, con ayuda de sus manos comenzó a moverse provocando que suspiros y siseos saliesen de nuestras bocas.

― ¿Wonwoo? ¿Mingyu? La cena está casi lis... Oh, joder, bien, vale, mmm, sí, eso. 

Mierda, Seunghee.

Depressed [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora