Capítulo 104

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Karol: ¡Bromeas! ¿Cierto?
Ruggero: No, no le había colocado gasolina porque creí que me iría directo a casa y con lo que tenía alcanzaba.
Karol: Oh Dios. –Tallé mis manos en mi cara- ¡Tiene que funcionar!
Ruggero: Voy a intentarlo. –Intentó hacerlo andar una vez más, pero no funcionó.
Karol: Llamaré a alguno de los chicos. –Busqué en el fondo de mi cartera y saqué el celular. Jadeé cuando vi las barras.
Ruggero: ¿Qué sucede?
Karol: ¡No hay señal! -Apoyó su cabeza en el respaldo de la silla, cerró los ojos y se cruzó de brazos. Lo miré sorprendida e irritada.- ¿Qué estás haciendo?
Ruggero: Duermo. Deberías intentarlo. –Dijo sin abrir los ojos.
Karol: ¿Estás loco? Si, si lo estás. ¡Hay que hacer algo! –Lo sacudí de un brazo. Abrió los ojos.
Ruggero: ¿Qué más podemos hacer? Estamos en la carretera. Duerme y mañana pediremos ayuda.
Karol: No dormiré en este auto, menos cerca de ti. –Abrí la puerta y me bajé cerrándola de golpe. Ruggero se bajó igual y dio la vuelta al auto en dos segundos. Comencé a caminar sin mirarle.
Ruggero: ¿A dónde vas? –Caminó tras de mí.
Karol: A buscar un lugar que tenga señal. -Miré sobre mi hombro- No me sigas, no necesito compañía.
Ruggero: Deja esa tonta idea de lado, está oscuro y es peligroso. Estás en vestido y hace mucho frio.
Karol: No te preocupes por mí. Vuelve a tu auto. –Seguí caminando con mi celular.
Ruggero: Vuelve tú a mi auto.
Karol: No me dirás que tengo que hacer.
Ruggero: Tu a mí tampoco. –Me detuve y volteé.
Karol: ¡Déjame sola! Es lo único que te pido. No te necesito, vete. –Grité.
Ruggero: ¿Cuándo vas a abrir esa mente que tienes? No quiero que te ocurra algo malo.
Karol: Mira alrededor, no hay nadie. Nada me pasará, no quiero tenerte cerca.
Ruggero: ¿Por qué? –Eso sonó más como una exclamación que una pregunta.
Karol: Porque me haces mal, Ruggero. –Murmuré. Volví a voltear y seguí caminando. Me agarró de la cintura, me volteó y me subió sobre su hombro. Mis pies colgaban en el aire y estaba dando golpes en su espalda.- ¡Bájame ahora!
Ruggero: Tienes que dejar de huir de mí. –Caminaba hacia el auto.
Karol: ¡No! ¡Bájame! Voy a gritar.
Ruggero: Tú lo dijiste, no hay nadie acá. Ahora debes dejar que yo te cuide porque nadie más acá lo hará.
Karol: ¡Tú te buscaste esto! Si no me bajas ahora mismo te denunciaré en serio, no estoy mintiendo.
Ruggero: Eres más linda sobre mi hombro. –Pude oír esa sonrisa, justo la sonrisa que me derretía.
Karol: Ruggero. –Supliqué. Luego de unos segundos me bajó, sin soltar mi cintura me apoyó contra el auto con suavidad. Me tenía tan cerca que mis pensamientos se mezclaron y si me hubiera pedido que lo besara lo hubiese hecho, pero no lo pidió. Volví a la vida cuando alejó su cara de mí. Coloqué mis manos en su pecho y lo empujé con mis palmas. El se movió algunos pasos hacia atrás y yo me corrí del auto manteniendo la distancia.
Ruggero: Te prometo que mañana estarás en casa. No hay nada que podamos hacer por ahora.
Karol: Explícame.
Ruggero: ¿Qué? –Miró confundido. Negué con la mirada baja.
Karol: Nada. Yo... -Las lágrimas se asomaron pero las empujé de inmediato. No podía tenerlo tan cerca, mis defensas bajaban. Evité su triste mirada y miré hacia mi lado. A mi lado tenía un camino que estaba medio iluminado por la luz de la luna. No sabía que había más allá, pero cualquier cosa era mejor que tener que seguir al lado de él.
Ruggero: Sé que sucede algo, ¿por qué te es tan difícil decírmelo? Necesito que vuelvas a confiar en mí. –Lo ignoré, aun miraba el camino. Mi mente se volvió a hundir y sin saber los segundes que transcurrieron, comencé a correr por el camino.

Estaba llorando en su hombro, ambos sentados en la húmeda tierra. Lloraba a más no poder. No me permitía a mi misma mirarlo.

Karol: ¿Por qué la besaste? –Mi voz estaba cansada y rota.
Ruggero: No lo sé. –Apoyó su cabeza en la mía, acariciaba mi brazo con su mano.
Karol: ¿Por qué no me lo dijiste?
Ruggero: No... no lo sé.
Karol: ¿Por qué no peleaste por mí después?
Ruggero: Lo hice.
Karol: No, no lo hiciste. Me dejaste ir tan fácilmente.
Ruggero: No querías escucharme.
Karol: No en un principio, pero luego si, luego te di la oportunidad porque estaba cediendo a tenerte conmigo nuevamente pero no me explicaste, no luchaste.
Ruggero: Intenté. Pero incluso si te lo explicara ahora nada cambiaria.
Karol: ¿Ella te gustaba?
Ruggero: No. Nunca me gustó.
Karol: ¿Entonces Ruggero? No logro comprenderte. –Quité mi cabeza de su hombro y miré a la ciudad, se veían a lo lejos luces y entonces me pregunté cómo es que el camino conducía hasta un lado tan hermoso como en el que estaba ahora. El quitó su mano de mi brazo y miró en mi dirección.
Ruggero: ¿Aun me amas como prometiste que lo harías? –No respondí. Mi corazón y todo mi interior gritaban un desgarrador Si.
Karol: ¿Y tú? –Lo miré. No respondió. Perfecto. Me levanté y sacudí mi vestido de la tierra.
Ruggero: ¿A dónde irás ahora? –Preguntó cansado.
Karol: ¡Nunca me amaste! –Grité. Más grité por la desesperación de no tener donde ir ni donde escaparme de él.
Ruggero: Si lo hice. –Dijo calmado y dolido.
Karol: Exacto, lo hiciste pero ya no lo haces. Desde el momento en que te acercaste a ella no lo haces, ha sido un engaño.
Ruggero: No ha sido un engaño, en verdad te he amado y te amo ¿Cómo puedes dudar? –Se levantó. Acunó mi mejilla en su mano, me quité.
Karol: ¡Por el amor de Dios, Ruggero! ¡Di la verdad!
Ruggero: ¡Te amo! ¡Te amé y te sigo amando!
Karol: ¿Entonces por qué lo hiciste?
Ruggero: ¡Porque me confundí!
Karol: ¿Qué?
Ruggero: Porque todo de ella me recordaba a ti.
Karol: ¿Insinúas que esa víbora te recordaba a mí? ¿Acaso soy así de mala?
Ruggero: ¡No!
Karol: ¡Entonces qué! –Grité exasperada. Palmeó su frente con estrés y dolor.
Ruggero: ¡Eras tú! Cuando la tuve tan cerca y ella lucía como tú. Ella estaba llorando y olía a ti, sus ojos eran como los tuyos en ese momento... -Interrumpí.
Katol: Y la besaste. No sé te ocurrió nada mejor, ¿verdad?
Ruggero: Ella estaba enamorada de mí.
Karol: Lo tengo más que claro y comprobado, al igual que tú de ella.
Ruggero: ¡Ya detente, por favor! ¡No estaba enamorado de ella! Ni siquiera me atraía. Solo te he amado a ti.
Karol: No te creo. –Cubrí mi cara y estallé en lágrimas de nuevo. Le di la espalda, no quería que me viera llorar.
Ruggero: Ella siempre tuvo esa chispa similar a la tuya. Su risa era melódica como la tuya. La manera en que sus ojos miraban era increíblemente igual a la tuya. Su voz sonaba como la tuya. Mis sentidos se aflojaron. Ella me había dicho que estaba enamorada de mí y lloraba porque yo nunca le iba a corresponder. No sé cómo, no sé por qué, pero mi mente se cerró hasta tal punto que lo único que recorría en mí era deseo de probar labios tan similares a los tuyos. Quería que dejara de llorar y sonriera, como si fueras tú quien estaba dentro de ella. No, no quería que ella dejara de llorar y sonriera, yo quería que tú lo hicieras. Creí por un momento que la chica que tenía frente a mí eras tú. Fue tan confuso y equívoco a la vez.
Karol: ¿Cómo podría yo creerte? Has faltado a mi confianza. La dejaste ir igual que a mí. La desmereciste en el momento en que me enteré que no me habías dicho nada de lo ocurrido. Me tuviste engañada en una burbuja en donde tú eras el novio perfecto. –Mis palabras inseguras salían de mis temblorosos labios. Aun de espalda a él. Mirando en otra dirección.
Ruggero: No te lo conté por cobardía, por el miedo de no volver a besarte. Nunca creí que al no contarte sucedería lo más temido. Tal vez me perdones o tal vez no, de cualquier modo, sé que allí -Apuntó a la ciudad- no hay nadie que pueda volver a hacerme sentir de la manera en tu me hacías, y me haces sentir.
Karol: Tal vez no allí, pero de seguro en Estados Unidos sí. –Dije sarcásticamente. Volteé para enfrentarlo una vez más y nuevamente me encontré con la tristeza en sus ojos.
Ruggero: Mírame. Estoy roto, sin cuidado, estoy vacío pero aún así mi peor castigo es no tenerte. Estoy recibiendo cada dolor que merezco y me ha llegado directo a la mente y el alma. Estoy muriendo vivo y tú estás ahí. Tan perfecta. Me estás provocando a besarte incluso cuando no te lo propones. Estás herida por mi culpa y yo desespero por no poder hacer nada para remediarlo. Estás impidiéndote a ti misma ver cuán destrozado estoy. Tienes que creerme, no hay nada peor que el hecho de que no seas mía.
Karol: Haces esto tan difícil para mí. –Cerré los ojos dolida, mientras lágrimas descendían hasta mi mentón.
Ruggero: Y tú para mí. Dios, no sabes cuánto he llorado. Creí que sería más fácil, pero estaba totalmente equivocado. Siempre lo estuve, desde que la confundí contigo. Nadie podría jamás igualarse a ti y me he dado cuenta demasiado tarde. Fui a ese bar para olvidarme de ti y recibí merecidos golpes. Viajé a Los Ángeles creyendo que me distraería de ti pero nada logré. Tú aparecías en cada cosa, en cada momento. Chicas se me acercaban pero con ninguna hablaba, sentía que aún era tuyo, que aun estabas conmigo. Fui a esa fiesta con el propósito de olvidarte nuevamente, pero finalmente ahí estabas tú. Ebria pero dulce. Aun tratándome así, aun actuando así, eras tan vulnerable. No podía dejarte ahí y que alguien se aprovechara de ti, no podía dejar que alguien te dañara, no podía dejar que alguien más probara de lo que era mío, simplemente no quería dejarte ir y luego no tener otra oportunidad de estar a tu lado. Así que hice que subieras a mi auto y apropósito te llevé a ese lugar que quedaba cerca de esta carretera. Sabía que en cualquier momento la gasolina se acabaría y podría explicarte todo, podría tenerte por última vez cerca de mí.
Karol: No sé qué decir... -Mis lágrimas caían sin control. Mi corazón estaba hundido. Por alguna razón no podía gritarle ahora. Debía enojarme, él sabía que nos íbamos a quedar en medio de la carretera, el lo hizo apropósito. Pero no podía esta vez, no podía ni quería. Verlo ahí, sincero, cansado y destrozado, me hizo ver una parte de mí. Ambos estábamos cansados y destrozados, pero a diferencia de él, yo no estaba siendo sincera.
Ruggero: Di lo primero que se te venga a la mente, solo di algo, me muero si no me respondes.
Karol: No deseo no haberte conocido, Ruggero. Es lo menos que podría desear en mi vida. También he llorado y he hecho cosas estúpidas intentando olvidarte. He estado tan mal, he vivido todo tipo de tristezas en estas eternas semanas. –Sus ojos brillaron con tanta profundidad.
Ruggero: ¿Me amas?
Karol: No me preguntes eso, por favor. –Volví a cerrar los ojos, no queriendo ver su expresión. Nuevamente su tacto me mareó y mis pies parecían flotar. No sabía cómo, pero yo estaba apoyada contra el árbol, mi espalda rozaba fuertemente el viejo tronco y sus manos envueltas en mi cara. Luego bajaban a mis hombros, hasta mis manos y descansaban en mi cintura. El tenía que detenerse, era un sufrido martirio.
Ruggero: No hay que esforzarse mucho para responder eso, solo dos opciones con dos letras, sí o no. –Susurraba cerca de mis labios. Mi mente estaba disparando destellos nublosos. No podía razonar, no podía hablar. Mis manos volaron a sus mejillas. Iba a besarlo, pero moví mi cabeza hacia atrás pegándola contra el tronco y abriendo mis ojos.
Karol: Estás jugando sucio. Cuando estás así de cerca pierdo a mi mente. –Murmuré. El sonrió, pero fue una sonrisa corta. Se apegó más a mí. Mi cuerpo se entibió y tembló.
Ruggero: No necesitas pensar. –Dicho eso, clavó sus ojos en los míos. Nuevamente acercaba sus labios sin consideración de mi estado. Me agité sin saber qué hacer, besarlo o no besarlo.
Karol: Estoy ebria, no sé lo que digo ni lo que hago. –Humedecí mis labios secos de deseo.
Ruggero: No, no lo estás. Solo di que me amas y dejemos esto atrás. Ambos hemos sufrido lo bastante. Si no me amas, lo aceptaré, no te obligaré a amarme. Pero bésame como despedida. Será la última vez. Luego prometo alejarme, te dejaré tranquila, casi ni existiré para ti. Seré solo alguien que conocías. Un conocido, eso es todo. Solo déjame deleitarme una vez más. –Nuevamente acercó sus tibios labios. No pude más con mi sangre hirviendo. Dejé que sus labios posaran en los míos, me di cuenta de lo necesario que eran para mí. Estaba sedienta de más. El lamió tiernamente mi labio inferior y lo dejé entrar y refugiar sus labios en los míos. No había nada que pasara por mi mente más que lo maravilloso que se sentía besarlo. Apartamos nuestros labios, ambos con falta de aliento.
Karol: Te amo. -Confesé. Abrí los ojos más segura de mi misma.- Siempre lo he hecho. No debes dudar de eso. Te sigo amando como lo prometí una vez. Una vez te dije que tú eras mi primer amor y el primer amor no se olvida. Como hubiese deseado que hubieses sido mi primer beso, pero más que un beso, tú fuiste mi primer amor. Me has hecho vivir cosas increíbles, viví más de lo que una persona que dobla mi edad ha vivido. Te amo porque sí, y porque no. Te amo porque todo. Te amo por ser dulce, por cuidar de mí, por soportarme, por amar mis imperfecciones. Te amo por todo, Ruggero. Incluso por tener la rara obsesión de apoyarme contra algo. Un muro, un auto, un árbol. Estás matándome de deseo y estás entretenido porque sé lo mucho que querías que estas palabras salieran de mi boca. –El rió. Fue esa misma risa que hace que yo me ría también. Asintió con la cabeza y la agachó para besar mi frente. Bajó lentamente hasta mi oído.
Ruggero: También eres mi primer amor. –Susurró enviando estremecimientos a mi cuerpo.
Karol: No hagas eso. –Volví a suplicar. Muy entretenido de mi sufrimiento al desearlo tanto, apoyó sus manos en mis muslos y subió mis piernas ligeramente, rodeé su cadera con estas y rodeé su cuello con mis brazos. Volteó su cuerpo de manera que él estaba apoyado contra el árbol y yo aferrada a él como una niña pequeña.
Ruggero: ¿Me perdonas? –Era la pregunta decisiva. ¿Debía hacerlo o no? Estaba espantada. No quería perdonarlo, pero me veía incapaz de perderlo. Su rostro iluminado más por el brillo en sus ojos que por la luz de la luna y la ciudad. Apoyé mi frente en su frente. Cerré mis ojos lentamente e inhalaba con calma, pensando en qué hacer. En ese momento tenía que besarme para que yo dejara de pensar porque estaba detestando hacerlo en ese momento. Exhalé y abrí los ojos, sin mover mi cabeza.
Karol: No. –El se estremeció.
Ruggero: ¿No? –Su expresión de sufrimiento volvió, y estaba a punto de bajarme cuando desesperada me aferré más a él.
Karol: Perdóname tú a mí. Perdóname por actuar así. Perdóname por ser tan cerrada de mente y por negarme a creerte y entenderte. Perdón por desear no haberte conocido, por haberte gritado, por haberte negado incluso mi amistad. Perdón por no comprender que eres un humano, no una maquina, que cometes errores porque es parte de nuestra naturaleza. Incluso yo he cometido graves errores y no puedo juzgarte. Perdón por haberte culpado por todo. Perdón por no dejar que me protegieras. Perdón por haberte dicho que eres igual al malcriado Rick. Perdón... perdón por provocarte a besarme incluso aunque no me lo proponga. Lo mejor que puedo hacer para aliviar eso es besarte, al parecer.

Su risa dulce y baja resonó en mis oídos. Lo volví a besar, incluso más intensamente que antes. Y volví a hacerlo hasta que ya necesitaba con urgencia algo de aliento. Transcurridos unos segundos, me bajó. Ahí estaba yo, frente a él, con una sonrisa plasmada. Ahí estaba él, frente a mí, con una mirada triunfante y hermosa. Toda evidencia de dolor y cansancio en él había desaparecido. Había un silencio cómodo, de esos en los que sabes que hablar vale menos que mirar. Contemplé la hermosura de mis ojos y deseé saber en qué pensaba.

Karol: ¿En qué piensas? –Acaricié con mi pulgar la palma de su mano.
Ruggero: En cómo pude soportar casi un mes sin recibir esa enloquecedora sonrisa tuya. –Entrelazó sus dedos con los míos, encajaban a la perfección.
Karol: ¿Casi un mes? ¡Juraría que fueron años! Verificaré en un espejo si tengo el cabello blanco, luego te llamo y te digo quién tenía razón. –El rió más fuerte. Ahogué su risa con otro beso. Luego dejé que siguiera riendo. El color volvió a sus mejillas.
Ruggero: ¿Eres mía? –Preguntó finalmente. Fingí que pensaba.
Karol: Soy tuya si tu eres mío.
Ruggero: Definitivamente eres mía. –Afirmó, y ambos reímos.

Luego me cargó en sus brazos y me llevó hasta el auto. Coloqué mis pies en el suelo antes de subirme al auto, mientras reía de un mal chiste de él. El estaba abriendo la puerta del auto para que entrara cuando de pronto sentí como mi estomago se revolvía e iba a devolver todo lo que había bebido. Me aparté corriendo lejos del auto y rápidamente devolví todo. Ruggero llegó a mi lado e hizo que me arrodillara y él se arrodilló junto a mí. Envolvió sus manos en mi cabello y lo quitó de mi cara. Así estuve por largos minutos, hasta quedar con un amargo y terrible sabor en mi boca. Me ayudó a levantarme y nuevamente me cargó hasta el auto.

Karol: Necesito lavar mi boca. –Murmuré.
Ruggero: Tengo una botella de agua dentro del auto, eso puede ayudar.

Enjuagué muchas veces mi boca hasta que el sabor desapareció. Ya el sueño se había apoderado de mí y mis parpados se cerraban. Abrió la puerta trasera del auto y dijo que me recostara sobre los tres asientos. Todo el efecto del alcohol ya se había ido y sentía el frio llegar hasta mis huesos. Entré y me recosté sobre los asientos, cerrando los ojos de inmediato. En segundos, sentí algo cubriendo mis brazos, abrí pesadamente los ojos. Era su camisa, lo primero que pensé fue literalmente Oh Mi Dios. El se había quitado la camisa para quitarme un poco de frio. Mi boca se secó de deseo nuevamente y me negaba a cerrar los ojos. Le pedí que durmiera junto a mí, casi supliqué porque el insistía en dormir frente al volante para que yo durmiera cómoda, pero él no entendía que la única manera de que yo pudiera dormir feliz era teniéndolo a mi lado. Finalmente, se tumbó junto a mí y cerró las puertas con seguro. Mi espalda contra su pecho desnudo. Sus brazos rodeando los míos protectoramente. Y entrelazó una de sus piernas con una de las mías. Puede sonar incómodo pero en mi vida había dormido mejor. Solos, juntos, apartados de la ciudad. Iluminados por el resplandor de la luna. Silencio, el único ruido audible eran nuestras respiraciones.

A la mañana siguiente...

Stole My heart- RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora