Una luz de un auto se reflejo en la ventana principal y oí el auto estacionándose afuera. No veía el color, pero algo en mí estaba brincando, mi corazón tal vez. Miré por sobre la cortina, pero no se veía. La corrí tan solo un poco y vi un auto que se me hacia conocido. Negro, grande, casi nuevo. Era el auto de Jorge, ¿qué hacia él aquí a esta hora?, abrí la puerta, sentí el viento azotar en mi cara, Argentina era tan frío, justo cuando menos quería que lo fuera.
Lo curioso es que esperé que terminara de estacionarse y saliera Jorge, pero primero vi bajarse a ella. Un cabello rojiso, largo, rizado en las puntas, una mano pálida sujetaba la puerta del auto al cerrarla, volteó a mí con una mirada de compasión. Anita corrió a abrazarme.Ana: Te he extrañado tanto. –Aun me abrazaba.
Karol: También yo, ¿dónde has estado todo este tiempo? –Pregunté al apartarnos, Jorge se ganó a un lado de ella después de saludarme.
Ana: Luego te contaré todo. ¿Estás bien?
Karol: ¿Ya lo saben, verdad? –Ambos asintieron.
Jorge: Ruggero me llamó minutos después de haber llegado a casa de los abuelos de Ana, fuera de la ciudad.
Karol: Algo de eso me contó antes de que la pesadilla sucediera. ¿Cómo están tus abuelos?, ¿los dejaron allá? –Pregunté preocupada.
Ana: Están bien. -Miró a Jorge- Jorge les convenció de venirse con mis padres. Así yo podré estar más contigo. –Me miró.
Karol: ¿Se vienen definitivo? –Pregunté.
Ana: -Asintió- Me preguntaba si quisieras compañía algunas semanas. –Señaló a la casa.
Karol: -Inhalé- Al parecer no puedo engañarme ni a mí misma. No quiero estar sola.
Ana: -Me miró unos segundos- Estarás bien, te ayudaré para que lo estés.
Karol: -Sonreí- ¿Te quedas conmigo entonces?
Ana: -Asintió sonriendo- Si es que hay un espacio para mí.
Karol: Siempre lo habrá. –La abracé.Jorge fue por su bolso, lo entró y entramos tras él. Ellos se despidieron, lucían tan tiernos. El se fue, de seguro fue con los chicos. Tal vez Ruggero estaba igual de mal como yo. Ruggero, no quería pensar en él, no más.
Ana: Tienes una casa muy linda. –Sonrió observando los rincones de esta.
Karol: -Suspiré- La decoramos juntos. –Me senté en un sofá.
Ana: -Me miró como si ella hubiera dicho algo mal- ¿Cuándo entras a la universidad nuevamente? –Sonrió.
Karol: El lunes.
Ana: Te queda solo mañana. Yo tuve que dejar los estudios por un tiempo, mis abuelos me necesitaban.
Karol: ¿Cuándo los retomarás?
Ana: Lo antes posible. –Sonrió cargando su bolso.
Karol: Ven, te mostraré tu habitación. –Caminé hasta la escalera.La casa tenía tres habitaciones, todas amplias y cómodas. Le di a escoger una de las dos desocupadas. Mientras se acomodaba, decidí prender mi celular. Treinta y tres llamadas perdidas, solo las de él. Cuatro de mi padre y tres de mi madre. Dos de Antonella. Y otras diez de amigos. Un mensaje de voz de él, lo escuché, necesitaba escucharlo.
"Te he llamado tantas veces. Quisiera que me dieras la oportunidad de explicarte. ¿Estás sola?, ¿estás bien?, ¿dónde estás?, te extraño y te necesito. No saber de ti me está desesperando... -Hubo una pausa, algo larga- Yo te amo, Karol"
Su voz estaba quebrada, pero él me hizo daño. No importaba cuanto nos necesitáramos, estaba dolida con él y con ella.
Ana: No llores... -Me abrazó por los hombros.
Karol: Estoy bien. –Sequé rápido las lágrimas que estaban a medio caer.
Ana: ¿Tienes hambre?
Karol: No. –Mentí.
Ana: ¿Hace cuanto que no comes?
Karol: Un par de horas. –Volví a mentir, ella rió.
Ana: Te sale difícil mentir. –Me causó risa.
Karol: Ciertamente no como desde la madrugada.
Ana: ¡Vaya!, prepararé algo rico. –Caminó hasta la cocina, fui tras ella.
Karol: ¿Es mi idea o tienes el cabello mas rojiso? –Pregunté al ver su cabello suelto.
Ana: Eso me han dicho. –Sonrió.
Karol: Tienes un cabello hermoso. –Agregué y ella agradeció risueña.
Ana: En casa de mis abuelos aprendí recetas sabrosas, te encantarán.
Karol: ¿Qué prepararás? –Pregunté ansiosa.
Ana: Pastel de chocolate. –Lanzó una pequeña risa, pero yo recordé algo.
Karol: Acabo de recordar aquella tarde en la que quisimos preparar un pastel de chocolate con Ruggero. No lo logramos. –Sonreí apenada, con la mirada baja. Noté su incomodidad ante mi comentario.
Ana: Un pastel de frutas no vendría mal, ¿verdad? –Sonrió animosa, intentando reparar lo que había mencionado anteriormente.
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Stole My heart- Ruggarol
FanfictionHay veces en la vida en las que sientes que todo te juega en contra, que pagas cada error que has hecho, que la vida nunca te volverá a sonreír, que dices "no puedo más", que nada ni nadie vale la pena. . . Pero en realidad, son solo pensamientos d...